Nos íbamos, pero me detuvo.
Se tumbó en la cama, se subió la minifalda y me ofreció uno de mis rotuladores indelebles.
-Escríbe tú nombre en mi coño-, me pidió.
Yo obedecí.
D.
Nos íbamos, pero me detuvo.
Se tumbó en la cama, se subió la minifalda y me ofreció uno de mis rotuladores indelebles.
-Escríbe tú nombre en mi coño-, me pidió.
Yo obedecí.
D.
Él vino en un barco
de nombre extranjero.
Lo encontré el puerto
un anochecer,
cuando el blanco faro
sobre los veleros
su beso de plata dejaba caer.
Era hermoso y rubio
como la cerveza,
el pecho tatuado
con un corazón,
en su voz amarga
había la tristeza
doliente y cansada
del acordeón…
Y ante dos copas de aguardiente
sobre el manchado mostrador,
él fue contándome entre dientes
la vieja historia de su amor:
Mira mi brazo tatuado
con este nombre de mujer,
es el recuerdo del pasado
que nunca más ha de volver.
Ella me quiso y me ha olvidado,
en cambio yo no la olvidé
y para siempre voy marcado
con este nombre de mujer.
Él se fue una tarde
con rumbo ignorado,
en el mismo barco
que lo trajo a mí
pero entre mis labios
se dejó olvidado
un beso de amante
que yo le pedí.
Errante lo busco por todos los puertos,
a los marineros pregunto por él
y nadie me dice si esta vivo o muerto
y sigo en mi duda buscándolo fiel.
Y voy sangrando lentamente
de mostrador en mostrador,
ante una copa de aguardiente
donde se ahoga mi dolor.
Escúchame marinero,
y dime que sabes de él,
era gallardo y altanero,
y era más rubio que la miel
Mira su nombre de extranjero
escrito aquí, sobre mi piel.
Si te lo encuentras marinero
dile que yo, muero por él.