Parece una peli de Hollywood. Pero es que estamos ahí: entre Matrix y la sociedad del espectáculo.
Recapitulemos (para los que os hayáis perdido algún episodio). En enero del 2012, como regalo de Reyes, el gobierno USA cerró Megaupload y detuvo a su propietario, Kim Dotcom, en Nueva Zelanda, mediante una espectacular operación al estilo «vamos a por Bin Laden», que se saltó todas las reglas internacionales, en pro de la defensa del copyright. Muchos de los usuarios de pago de Megaupload se quedaron sin los backups de sus discos duros que guardaban en ese servicio de almacenamiento. Pero, de paso, el gobierno USA dejó huérfanos a millones de usuarios de todo el mundo que utilizaban Megaupload básicamente para ver series y películas online. Series y películas con su correspondiente copyright, claro. Vídeos que ya no era necesario descargarse con el eMule o el BitTorrent mediante P2P, como antaño, porque los podías ver directamente desde el navegador de tu ordenador desde otras webs que incrustaban o enlazaban ese contenido, como por ejemplo, Series Yonkis. En fin, se armó la marimorena. Los USA consiguieron dar un toque al público que ya se había acostumbrado a no pagar por ver este tipo de contenido, aunque siempre les quedaba el P2P. Al mismo tiempo se encarnizó aún más la discusión sobre el obsoleto sistema de distribución del audiovisual. Servicios como Filmin, en España, seguramente comenzaron a sonar a gente que aún no los había descubierto. Y muchos se preguntaron por qué no habían más servicios así en Europa donde descargar vídeos cómodamente, en buena calidad y por un precio razonable (lo que vale una caña, no lo que vale una cena). Muchos se respondían que la razón era que los reaccionarios de siempre, las grandes industrias culturales no tenían ninguna intención de dejar caer el sistema actual, tan desproporcionadamente favorable a sus interes económicos, con tanta facilidad. Antes de evolucionar un poco y perder algunos de sus privilegios, preferían enviar a los marines y utilizar el terror legislativo y policial. Aún y así, muchos de los detractores de esta política tampoco tenían nada claro que el modelo a seguir fuese un tipo como el gordito de Megaupload o Series Yonkis, admirada por su cuidada y delicada selección de publicidad de poker y porno que tan agradables ratos nos hacía pasar antes de conseguir por fin ver el vídeo deseado.
Meses después, Kim Dotcom no sólo está en la calle sino que está lleno de rabia contra los USA, que no han conseguido extraditarlo, es más famoso que nunca, tiene de nuevo todo su dinero y promete convertirse en el nuevo villano despechado y justiciero. Esto es lo que muestra ahora su página web:
Pero esto es sólo la primera pantalla, a continuación encontramos este vídeo musical, titulado Mr. President, dedicado a Obama, en plena campaña electoral, producido y cantado por el propio Kim Dotcom (King África, iba a escribir), quien también firma la letra, que comienza así:
The war for the Internet has begun.
Hollywood is in control of politics.
The Government is killing innovation.
Don’t let them get away with that.
I have a dream, like Dr. King,
this is the time to stand up and fight.
Por lo visto Kim Dotcom, justo antes de ser detenido, estaba trabajando en la creación de un nuevo servicio llamado Megabox. Este servicio pretende convertirse en la alternativa final al modelo de la industria discográfica tal y como la conocemos. En él, los propios artistas podrán subir su música y cobrar por ella hasta el 90% de los ingresos que generen. Y los usuarios podrán pagar o instalarse una aplicación llamada Megakey que, mientras van navegando por otras páginas, cambiará los anuncios que visualice su navegador por publicidad que les insertará Megaupload. Aunque, déjame pensar… eso sería una putada muy intrusiva para otras páginas que pretenden ganarse la vida con la publicidad, como por ejemplo esta en la que estamos, ¿no, Kim Dotcom? Bien, este servicio parece que está muy avanzado y saldrá antes de que acabe el año. Por supuesto, ya está disponible el making of, donde da la impresión de que David Bowie, Blur y gente así ya ha llegado a un acuerdo para que su música esté disponible en este nuevo servicio.
Pero por si fuera poco, ayer Wired publicaba una entrevista con Kim Dotcom en el que anunciaba un componente esencial del servicio. Se llama Mega y se encargará del almacenamiento de los archivos en la nube (es decir, en servidores de Internet distribuidos en diferentes estados). Resumiendo mucho (quien quiera conocerlo más en detalle puede consultar el artículo de Wired o este resumen en castellano de Alt1040), la novedad con respecto a Megaupload, que ya proporcionaba un servicio similar, es que antes de subir un archivo a Mega se encriptará con un algoritmo, de manera que Mega no podrá saber qué contiene el archivo que el usuario está subiendo. Sólo el usuario tendrá la clave para desencriptar el fichero. El usuario u otros servicios de terceros que hagan uso de Mega, porque parece que existirá esta posibilidad que lo lía todo mucho más. De esta manera lo que se pretende es que, mediante el derecho a la privacidad, se genere un laberinto técnico-legal para que los gobiernos o la industria no puedan volver a cerrar el chiringuito de Kim Dotcom y, además, aunque consigan eliminar un contenido con copyright ese contenido se pueda duplicar infinitamente hasta volver locos a los perseguidores. Para evitar eso habría que prohibir el derecho individual a encriptar información y eso, por lo que dicen los abogados de Kim Dotcom, parece muy lejano. Pero aunque un país lo prohibiese, para eso está la nube, para seguir funcionando en todos los demás países.
Es decir, no se pueden poner puertas al campo. Pero ahí siguen ellos, jugando a polis y ladrones. ¿Pero sólo ellos? ¿Y nosotros qué hacemos mientras tanto? ¿Nos afecta o no nos afecta este tema? ¿Es un tema secundario si lo comparamos con los problemas graves a los que nos enfrentamos en nuestro día a día? ¿O, aunque parezca que no, todo esto pertenece a la misma guerra que se libra en las plazas?
Según dice Franco Berardi en este interesantísimo podcast de Son[i]a de Radio Web Macba, el equivalente de lo que en los 60 eran los obreros (lo que los marxistas llamaban el sujeto de cambio) ahora sería lo que antes se llamaba intelectuales, que entonces, siempre según Franco Berardi, estaban fuera de la sociedad, y que, en cambio, ahora, con el nombre que les queráis dar, los que trabajamos con el cerebro, lo que incluye a los que trabajamos en el ámbito de la creación, somos los que estamos en el centro de la nueva economía. Ser el sujeto de cambio lo que quiere decir es que ahora somos nosotros los que podemos cambiar las cosas, no los obreros. Así que seguramente todo esto sea mucho más importante de lo que pueda parecer a simple vista. Porque si no lo es, decidme, ¿a qué viene tanto follón?
(Y en el próximo capítulo.. la Deep Web)