Al querer definir qué tipo de relación tenemos con los otros nos vemos empujados a preguntarnos por quién es ese otro, qué soy yo para ese otro, y en definitiva, hacernos la más común de las preguntas, quien soy yo. Así mismo, otra interrogante se pliega y da forma a este cuestionamiento vinculándolo con todo aquello que, como consecuencia, surge del encuentro entre dos personas, el “entre”.
Saber quién soy como saber sobre ese “entre” son incógnitas, no en el sentido frívolo de algo por resolver, si no en el sentido de estar en posesión de un secreto, de algo que conocemos, pero de lo que no podemos hablar porque excede toda definición. Lo intuimos, lo experimentamos con intensidad, pero lo que existe entre tú y yo es inconfesable porque es incomunicable. Aunque le llamemos amistad, amor, trabajo, enemistad o compañerismo, solo es el comienzo de una complejidad interminable. Esta es la única certeza que conocemos.
Merodear ese espacio “entre” entre el tú y el yo, abordando lo inconfesable a través del cuerpo es de lo que se trata Still Standing You. De dos seres que se preguntan mutuamente quienes son y qué existe “entre” ellos. Sus cuerpos coreografían esa exploración con un encarnizado diálogo de choques, empujones, golpes, lanzamientos, forcejeos y caricias que ponen de manifiesto la imposibilidad de atravesar la piel del otro, que la alteridad es inalcanzable.
Paradójicamente esta retórica de las acciones gruesas que ejecutan Pieter y Gilherme, conforma un paisaje frágil en el que sus pieles son metáfora de una proximidad que siempre se mantiene como tal, sin plegarse a la identificación; proximidad que se fía constituyendo el centro de ese “entre”. Esos cuerpos expuestos al otro y así mismos se entregan «en» confianza a ese «entre» íntimo del tú y yo. No hay confianza más grande que aquella en la que uno se desnuda para entregarse incluso a aquello que se desconoce: lo común, porque no está dado hasta que uno y otro se confían mutuamente.
Con toda honestidad y sin recursos sofisticados, Still Standing You nos deja ver eso inconfesable que surge “entre” dos personas, esa desnudez confiante que expone y vuelve frágil ante la mirada del otro, que permite vislumbrar esa opacidad que nos hace ir hacia el otro a pesar de que es inalcanzable. Ese extraño y perturbador vínculo “entre” tú y yo.