Construyo sobre el olvido / Claudia Faci

Animal Escénico. 

Cuando creo que he escuchado suficientes confesiones personales en escena como para saber que quiero participar de otras manifestaciones, me encuentro con un animal de escenario que con voz limpia y mirándome a los ojos me recuerda que también muchas veces he pensado en mi muerte. Ya sea por un afán destructivo, porque es natural hacerlo, o, porque experimentando la vida se intuye la muerte, hablarle desde un escenario compartiendo con otros esa única certeza, me reconcilia con nuestra extraña naturaleza humana mitad íntima, mitad espectacular.

Últimamente aunque no pueda evitarlo, la realidad se impone con su determinante presencia y me hace sentir aplastada e impotente. Pero la verdad, esta relación entre yo y lo demás que me rodea y antecede es bastante relativa porque es casi imposible que pueda determinar cuál es mi lugar dentro de esta realidad que se inscribe en esta historia que pasa de mí. Los grandes relatos dejaron de tener eficacia cuando entendimos que la única manera de ser parte de esta historia que compartimos es desplazando el relato hacia el yo, es decir, hacia quien habla.

De ahí que construir la historia a partir de la propia vida sea una manera de resistir a las fórmulas políticas que constantemente nos fuerzan a identificarnos para asimilarnos, resistir a esa labor mítica de hacernos relato para desde un presente inmediato como la escena reflexionar y actualizar un pasado. La historia personal es política porque está atravesada por la historia general que suele omitir los efectos colaterales de un sistema que coordina la forma en que habitamos el mundo, y, ese yo escénico que se inscribe en el margen de la historia opera como estrategia que neutraliza la representación, es decir, esa historia de la que no nos sentimos parte.

Las dramaturgias del yo, del “yo existo porque hablo frente a ti”, reivindican ese gesto que le arrebata a la política el espacio y el tiempo de la vida que nos pertenece a todos y cada uno de nosotros.

Nos queda la muerte y el deseo como historia inscrita en un cuerpo desnudo y frágil que danza sin contenciones bajo la penumbra Give It Away  de Red Hot Chili Peppers.

Construir sobre el Olvido / Trilogía del des-astre

 

Construir sobre el olvido es saber que parte de lo que somos habita en ese espacio insondable al que solo accedemos fragmentariamente desde la memoria, es decir, desde la representación de unas experiencias vividas en otro momento y lugar.

 

Volver a caminar sobre ellos supone un ejercicio de exposición que solo puede ser creíble desde la desnudez de un cuerpo, de un escenario y de unas herramientas.  Desde los espacios de silencio en los que la imagen se abre para que podamos observarla como paisaje. Desde los espacios de saturación en los que la palabra es gesto pletórico de la imposibilidad de capturar el olvido. Dejar que las capas de materiales que componen el olvido hablen por sí mismos y se rocen para que podamos vislumbrar aquello que en otro día los encendió es quizás la única estrategia que puede hacer creíble una acción que siempre será representación: recordar.  

Still Standing You / Pieter Ampe & Guilherme Garrido

Al querer definir qué tipo de relación tenemos con los otros nos vemos empujados a preguntarnos por quién es ese otro, qué soy yo para ese otro, y en definitiva, hacernos la más común de las preguntas, quien soy yo. Así mismo, otra interrogante se pliega y da forma a este cuestionamiento vinculándolo con todo aquello que, como consecuencia, surge del encuentro entre dos personas,  el “entre”.

Saber quién soy como saber sobre ese “entre” son incógnitas, no en el sentido frívolo de algo por resolver, si no en el sentido  de estar en posesión de un secreto, de algo que conocemos, pero de lo que no podemos hablar porque excede toda definición. Lo intuimos, lo experimentamos con intensidad, pero lo que existe entre tú y yo es inconfesable porque es incomunicable. Aunque le llamemos amistad, amor, trabajo, enemistad o compañerismo, solo es el comienzo de una complejidad interminable. Esta es la única certeza que conocemos.

Merodear ese espacio “entre” entre el tú y el yo, abordando lo inconfesable a través del cuerpo es de lo que se trata Still Standing You. De dos seres que se preguntan mutuamente quienes son y qué existe “entre” ellos. Sus cuerpos coreografían esa exploración con un encarnizado diálogo de choques, empujones, golpes, lanzamientos, forcejeos y caricias que ponen de manifiesto la imposibilidad de atravesar la piel del otro, que la alteridad es inalcanzable.

Paradójicamente esta retórica de las acciones gruesas que ejecutan  Pieter y Gilherme, conforma un paisaje frágil en el que sus pieles son metáfora de una proximidad que siempre se mantiene como tal, sin plegarse a la identificación; proximidad que se fía constituyendo el centro de ese “entre”. Esos cuerpos expuestos al otro y así mismos se entregan «en» confianza a ese «entre» íntimo del tú y yo. No hay confianza más grande que aquella en la que uno se desnuda para entregarse incluso a aquello que se desconoce: lo común, porque no está dado hasta que uno y otro se confían mutuamente.

Con toda honestidad y sin recursos sofisticados, Still Standing You nos deja ver eso inconfesable que surge “entre” dos personas, esa desnudez confiante que expone y vuelve frágil ante la mirada del otro, que permite vislumbrar esa opacidad que nos hace ir hacia el otro a pesar de que es inalcanzable. Ese extraño y perturbador vínculo “entre” tú y yo.

EX POSICIÓN UNIVERSAL/(democracy is a psycho-kinetic training) de Paz Rojo

 “Este cuerpo propone un movimiento que promiscua y desinteresadamente ‘congenie’ con lo primero que (le) pase: si democracia es hoy ‘de tod@s y para tod@s’, ¿cómo este cuerpo se sostiene entre todas las luchas por existir?”

 

Intento de puesta en cuerpo del ejercicio de la democracia.

Al entrar al espacio, un cuerpo, el cuerpo, ese cuerpo. Una pantalla pequeña con discursos del parlamento, el lugar donde “se habla”. El video está en silencio.

El cuerpo se mueve, presente, se mueve. Lo otros muchos cuerpos sentados observando. Pensando. Suena una voz, al parecer la voz de ese cuerpo que se presenta. Este continúa su movimiento. Se quieta,

se mueve,

revisita,

resitúa,

repite,

Se quieta,

se mueve,

revisita,

resitúa,

repite,

Se quieta,

se mueve,

revisita,

resitúa,

se mueve por el espacio dando sentido al y de lugar. Se autoposiciona,

se desplaza,

reinstala,

resignifica,

reconoce,

remueve,

discursea.  Detrás la imagen del parlamento, el lugar del habla, sin embargo la acción está desaparece en el silencio. No tienen voz, no escuchamos. El pequeño y silenciado espacio dedicado para ellos configura un discurso claro. “Vamos a ejercitar la democracia”, vamos a ponerla en acción y ellos quedan fuera, silenciados. Vamos a poner el cuerpo.

En principio el cuerpo está;

recibe,

acoge,

espera impaciente,

se pone en común. Luego, al centro “ahora sí” como obra, vale decir expuesta. En el inicio el cuerpo está junto a quienes llegan, intenta ponerse junto a (…), ser un cuerpo más, sin embargo se separa, aunque sin dejar de “moverse con”. El cuerpo junto a los otros es un “nosotros”, un “desde aquí, desde ustedes para decir”. Se instala el discurso desde el intento de una comunidad de iguales.

El cuerpo en el cambio contiene el antes, el cuerpo en el proceso va sumando nueva vida, carga con lo pasado proyectándose hacia el futuro. El futuro nos contiene presentes.

(La democracia es un entrenamiento psico-físico)

(La democracia es un entrenamiento)

(La democracia es)

…por tanto un ejercicio, una disposición, la preparación para un momento futuro. La democracia es el ejercicio de igualdad en cuerpos distintos. Es el poder para el común, no un poder que pueda absorber a otro, no un poder que pisa, que invade, sino que un poder en el sentido de posibilidad, es un cuerpo como posible de todos los cuerpos, el ejercicio de ese cuerpo en relación con los otros, con el futuro y el pasado, con su entorno. La democracia es una palabra, paradójicamente, adueñada por y para el poder y su amplia utilidad de mercado. La democracia es, desde su origen,  poder popular en el sentido de la posibilidad de todos para ser parte del poder, no es la vuelta de la balanza, no es conveniencia según la ideología de turno, es la posibilidad de todo para todos y, como cualquier concepto, no existe sino en los cuerpos, pues la posibilidad de real sólo la da un cuerpo. Proponer la Democracia como un entrenamiento nos posiciona en la acción de la emancipación instalada en el centro mismo de la cuestión política, justo en medio de la relación entre el ejercicio de igualdad de una comunidad y el daño provocado por el gobierno para esa  igualdad.

En palabras de Ranciere, “lo político es el escenario sobre el cual la verificación de la igualdad debe tomar la forma del tratamiento de un daño.” Lo político entonces, es ese espacio donde se desarrolla la acción emancipadora del sujeto, ese proceso del individuo para conseguir igualdad: la emancipación. Situar una propuesta escénica desde este pensamiento, es ponerla en el centro del proceso político desde su hacer de cuerpo. Pensar el cuerpo de la democracia es el acto de emancipación propuesto. Pensar la democracia como un  ejercicio para el futuro, es pensar los procesos sociales, pensarlos desde el cuerpo es hacerlo un real. Ese cuerpo retiene los otros cuerpos desde donde viene a instalar un discurso. Ese cuerpo representa todos los cuerpos posibles.

El presente es sólo en los cuerpos y el futuro en las ideas (que igualmente serán presente cuando, llegado ese futuro a presente, se las encarne en un cuerpo). En este sentido, el futuro no es entonces sólo “cuestión de tiempo”, es también “cuestión de cuerpos” y la democracia como disposición al futuro, también. En este sentido entonces, lo expuesto es la democracia como cuestión de cuerpos y sus posibilidades de construcción de un discurso común. Un ejercicio, un trabajo, una disposición para poder encarnar este cuerpo futuro.

En esta exposición universal, el cuerpo se presenta como un cuerpo sin ficciones como relato de democracia en acción (“La democracia es un entrenamiento psico-kinético”) cuerpo anónimo, desconocido, sin pasado, que se va construyendo en movimiento. Al comienzo está, expone,  se mueve, es. Se presenta. Seguido de esto se escucha una voz, parece ser el pensamiento de ese cuerpo, un devenir discurso que acota, completa, llena, comprime, desecha, contradice, ordena, da sentido al cuerpo expuesto, se presenta. Las palabras y el pensamiento; “esa voz” presenta la necesidad de pensarse sin nombre: “fulanita de tal” dice y se expone tan anónima como extranjera. Es la voz de ese cuerpo, un pensamiento, la presentación bajo la idea de ser “cualquiera”, que al mismo tiempo nos dice “todos nosotros todos”, pues pensarse “cualquiera” en este caso, parece ser un “todos los posibles”. Esta idea de presentarse como nadie abre el sentido del cuerpo expuesto, abre la obra más allá de esa particularidad presentada ahí/aquí. “Soy fulanita de tal” es de algún modo decir, “Soy tú o tú, cualquiera de ustedes”. Antes del nombre, es y está el cuerpo presentado en acción (está siendo) incapturable como un presente, pues es en el movimiento de ese verbo, en el hacer, ser y estar; el cuerpo se mueve presentándose en imagen antes del decir, una imagen móvil, que se transforma a través del tiempo y el espacio, pues el cuerpo no para de moverse renovando así su sentido de cuerpo y entorno. No es simplemente, sino que es en relación con ese entorno, con lo que le rodea. Se construye como discurso de identidad inidentificable que pueda representar otros tantos cuerpos anónimos existentes.

Este cuerpo presentado encarna la idea del soy cualquiera como ejercicio de democracia, en la posibilidad de ser un cuerpo de todos los cuerpos está la posibilidad, está la democracia del posible: “soy potencialmente tú”, “soy tu posible decir”, “somos”. Antes de ser presentado por medio de la palabras, simplemente es un cuerpo expuesto, libre al sentido que abra en los otros cuerpos, es por tanto un cuerpo abierto a la lectura que devenga; no hay un imaginario impuesto ni propuesto lo que no quiere decir que exista un vacío, por el contrario es un exceso, todos los sentidos no pueden saturar aquí, es un cuerpo compartido en igualdad que no se expone particularmente hábil, pues sus movimientos parecen sencillos y, aunque no lo son, no es una demostración de espectacularidad en sí, es la puesta de un cuerpo pensante en movimiento, de un cuerpo que no quiere ser alguien, de un cuerpo que pretende ser la más abierta posibilidad. El cuerpo es presentado primeramente como cuerpo, es decir como la saturación,

como un misterio,

como una pregunta,

un rompecabezas,

un crucigrama,

sudoku,

un partido,

la pizarra de un loco,

un ejercicio a resolver,

relaciones a visualizar.

Un cuerpo es siempre un significante. Aquí se construye en conjunto, nos dejamos llevar por las sensaciones que ese cuerpo ex_puesto nos entrega en la distancia; aun cuando no hay un escenario convencional dividiendo uno u otro lado, nos disponemos a leer, escuchar, proyectar, sentir esa erupción de discursos. Ese cuerpo en ese espacio vacío dice y significa en relación con su entorno, su imagen expuesta da sentido a un lugar, transforma el espacio en un lugar. Se construye el discurso en común. Después, momento siguiente, es nombrada fijándose en el tiempo, pues se configura como acontecimiento detenido identificado, se nombra en este caso como una inidentificable, un cuerpo que podría ser cualquier cuerpo, no una identificación desvinculada, sino que permeable de ser quien pueda llegar a representar o encarnar. Los cuerpos no son ideas en general, son encarnaciones de esas ideas, la materia concreta causa de una idea, un sentido, el excedo de sentidos, ideas y reales al mismo tiempo, un volumen finito en el espacio con desenvolvimiento infinito inesperado, no sabemos nada acerca de la idea que nos traerá ese cuerpo, sin embargo siempre nos traerá, encarnará un pensamiento, será la causa de nuestro devenir. He aquí la instalación de la idea política: El cuerpo (en general  y particularmente a la vez) y su intimidad de pensamiento, puesto en común con el cuerpo colectivo. Representación y representados. Si algo pretende representar (y probablemente no pueda hacer más) es a los cuerpos presentes allí. Un cuerpo como causa para los otros cuerpos, un cuerpo para la acción futura, un cuerpo y la emancipación… luego deviene el discurso, palabras, palabras, el sentido claro y directo de lo que se quiere decir, lo político en palabras, pero no es importante esto,

el lugar del habla está silenciado y en pequeño,

está puesto al final,

ya tuvieron su tiempo,

ahora es tiempo de la acción,

es el tiempo del tiempo en los cuerpos.

es el tiempo de los cuerpos.

“El cuerpo es el ser expuesto del ser”.

El Aire. Fotografías del alma /ELENA CÓRDOBA


Instalación – performance con la que se inició, en 2008, el ciclo de creaciones Anatomía poética, un acercamiento desde la danza al interior del cuerpo. Se presentó, junto con otras dos obras del ciclo, en el Festival Escena Contemporánea en 2009.

“En esta obra mixta, entre la acción y la fotografía, quedó reflejado el momento en el que mi equipo y yo nos decidimos a mirar con paciencia lo más pequeño del movimiento para así poder mirar lo que late detrás de él. Queríamos levantar las capas del cuerpo (como lo hace la anatomía) hasta encontrar el alma, o el hueco que deja su ausencia. Esta pieza se llama el aire porque se basó en un estudio de los caminos de la respiración.”

 

Carne en fragmento

 

La carne

La imagen

La exposición detenida de un presente

El proceso en movimiento

respirar, vivir

Carne muerta respiración viva

2+4-2-4

0

La imagen es la imagen del cuerpo en detención

Es la posibilidad de pensar el cuerpo

Pensar la quietud del cuerpo, la ilusión de la quietud del cuerpo.

Pensar es decir ahora, una foto, una imagen, el cuerpo es una imagen, una idea, un discurso

La imagen es nada

Una fotografía del cuerpo nada tiene ver con el cuerpo

Con la carne

Decir cuerpo es una traición, imaginarlo es soñar

Decir cuerpo no existe, mirarlo mientras el tiempo viaja, corre, se mueve

Aparentemente se mueve, se lleva consigo a sí

Lo que era de sí

Lo que era

Exposición es trer lo que fué

Cargar, aguantar, soportar

Traer, ser, moverse, respirar,

Mostrar la carne

Las tetas

La piel en constante movimiento

La saliva sentada gimiendo

La luz de la foto es una mentira

La luz es una mentira

Opacidad

La luz de la fotografía no es el cuerpo

Aun cuando el cuerpo es una imagen

Una imagen no es verdad

El movimiento miente al presente

O se subordina

La imagen perfecta

Con la luz perfecta

La piel perfecta

Sonrisa, mirada,

Gesto

Estado

Emoción

Historia

La perfección del relato

El tiempo

El tiempo

El tiempo

Movimiento

El tiempo

Ahora

Ahora

Ahora presente

Antes después

(Estoy citando)

(referenciando)

Un loop de hacer

Los elementos: la carne, la piel, la mujer, la mujer, la tierra, la foto, la otra foto y la otra foto también

LA IMAGEN

LA

Los elementos puestos en juego aquí, la imagen intentando ser un presente, la piel de 2 mujeres, 2. Un pedazo de carne colgando. Un micrófono, una manzana, el aire que entra y sale. La imagen del cuerpo nada tiene que ver con el cuerpo. El más pequeño movimiento, las entrañas, extrañas, movimiento, flujo, cuerpo de mujer. La Vida, el proceso, el cambio. La Muerte considerada en la vida, vida hacia la muerte. Estados, composición en descomposición. Podría estar todo al mismo tiempo, podríamos ver estas imágenes correlativas sucediendo sin sucederse, todas puestas en común en el mismo tiempo presente, una ahora de una hora, un ahora de los fragmentos de una hora. Un ahora que me permita seguir igual de la misma manera o todo lo contrario. Un ahora que suceda después. El ahora precursando ese después. Lo siguiente contiene el precedente, progreso, un ciclo. Observamos un lento proceso de transformación en el cuerpo, el espacio, el relato. No es lo mismo poner la foto de un cuerpo, decir cuerpo o exponer un cuerpo. La puesta en escena es la misma, el escenario del cuerpo es la piel.

Bailar en un momento delicado

Llevo todo el día como en una nube con mi atención dispersa, con mi atención en otro lugar, no sé si es menor o sencillamente distinta. Esta mañana al levantarme y bajar las escaleras para desayunar mis gemelos y las plantas de mis pies me hablaban de las horas que pasé bailando, veintiuna horas cuidando el fuego. Llevando mi cuerpo al límite, comprobando como otras veces que ese límite es mayor en mi cabeza. Estar en el maratón me recordó la experiencia vivida el verano pasado en un temazcal, donde también el fuego ocupa un lugar central, estuve una noche manteniendo mi cuerpo en un espacio con temperaturas extremas, no sé decir cuantos grados había allí como no sé decir cuantas canciones bailé desde el sábado al domingo. Lo que sí sé es que en ambas experiencias la sensación que me queda en el cuerpo después, a pesar del cansancio o tal vez porque existe, es la sensación de estar viva, igual que conseguimos mantener vivo el fuego. Fue un placer sentir esa complicidad con l@s que estábamos allí unid@s para que el fuego no se apagara, sobre todo en algún “momento delicado”. Todavía veo la cara de Amalia diciendo esas palabras. Y en ambas experiencias además del fuego es también muy importante el grupo, el apoyo de l@s demás hace posible que siga, y siento que mi presencia está permitiendo también seguir a l@s demás. Esa idea de ser necesari@ sin ser imprescindible, de que lo importante está más allá de mí y a la vez que yo esté también es importante. Recuerdo también a una mujer que bailó acercándonos ya a los últimos minutos antes del final y nuestro aplauso espontáneo para despedirla. Estar tantas horas me permitió ver la evolución, los momentos tan distintos, lo que se iba generando y transformando. Me encanta la idea de hacer ese esfuerzo por mantener algo tan efímero como un grupo de personas bailando. Me parece otra manera de hacer ver que se hacen cosas más allá de un resultado práctico y eso también forma parte de la realidad. Gracias Amalia. Gracias a tod@s por los bailes, las risas, la música, por mantener el fuego encendido en este momento delicado.

dolor, imagen, palabra

Es curioso, buscando palabras para acompañar la pieza de ziad, me vinieron a la memoria imágenes, imágenes de «el amor y el éxtasis» de Isabel Muñoz y buscándolas a ellas encontré esta otra, una foto que habla de otra foto. Me atrapa la idea del observador y la dimensión que eso me produce teniéndome en cuenta como observador (espectador). Y ahora que observo la imagen me vienen palabras. Hace unos minutos cuando veía esta foto por primera vez, solo podía percibir dolor y ahora (acompañado de música sufí, como residuo del fuego encendido) descubro que el dolor estaba tan solo en idea, fruto del significado que le doy a una aguja atravesando la carne y esa idea me producía dolor, pero si prescindo de la idea o la observo solo me queda el extrañamiento, la lucha por querer entender, la emoción.

ojo, cabeza, corazón

¿Es posible representar el dolor a través de las imágenes? ¿Es posible dar cuenta/funcionar a modo de testigo de las ausencias?

Hacer del pasado presente, actualizar la pérdida. Nombrar el dolor, capturarlo, en forma de palabra, imagen, cuerpo… Encarnar al otro, traerlo al aquí y ahora sin instrumentalizarlo, solo impulsados por el deseo de sentirnos, por un instante, un poco menos solos.

Sé que tu dolor será para mí siempre algo obtuso, ralo, innaccesible. Sé, además, que la representación de tu dolor llegará siempre tarde. Sin embargo, sé también que en esa distancia y en ese retardo, acontece la responsabilidad. Es en este entre, en ese espacio insalvable que nos separa a tu cuerpo del mío, donde surge la posibilidad de una ética que es también la posibilidad de una estética.

Auschwitz, Beirut, Sao Tomé… escenarios, todos, donde hallar tu dolor. Lugares, estos, sobre los que posar ojo, cabeza, corazón.

Los olvidados son siempre los (más) importantes.