Boletín # 28/05 a 1/06, 2014

LB A I L A R,  ¿ E S  E S O  L O  Q U E  Q U E R É I S ?

III: Q U E  N O S  Q U I T E N  L O  B A I L A O

28 de mayo a 1 de junio de 2014

LProyectos de comisariado | Investigación y espacios de pensamiento
danza | Andalucía, Asturias, Cataluña, León, Madrid, Valencia

 

FranzKafka[dibujo de Franz Kafka]

 

Bajo el lema «Que nos quiten lo bailao» convocamos la tercera edición del proyecto Bailar, ¿es eso lo que queréis?, acercándonos al baile como uno de los actos más efímeros del hombre.

Durante esta semana nos reunimos en Pradillo bailarines y amantes del baile procedentes de toda España para trabajar a puerta cerrada en torno al baile, a su aparición y desaparición. Abriremos las puertas por las noches para compartir los caminos paralelos que han ido alimentando este encuentro: Las Noches de la PAM! (noches de conocimiento nocturno y alevoso). Y el fin de semana compartiremos con el público dos formas diferentes de celebrar lo efímero bailando: Una consagración de la primavera y un Salón de baile donde bailar agarraos.

Participan:

Elena Alonso • Tania Arias • Ana Buitrago • Patricia Caballero
Jaime Conde Salazar • Elena Córdoba • Oscar Dasí • Chus Domínguez
Claudia Faci • Sergi Fäustino • Antonio Fernández Lera • Sandra Gómez
Camille Hanson • Jorge Horno • Mar López • Colectivo maDam • Anxo Montero
Janet Novas • María José Pire • Bárbara Sánchez • Mónica Valenciano

Y los músicos:

 Javier Álvarez • Jorge Frías • Nilo Gallego • Fernando Lamas • Marcos Monje
Katsunori Nishimura • Raquel Sánchez • Cy Williams • Las Indi-gestas

Bailar, ¿es eso lo que queréis? es un proyecto comisariado por Elena Córdoba,
Ana Buitrago y Jaime Conde Salazar

LP R O G R A M A

X 28 a V 30/05  LAS NOCHES DE LA PAM!
Entrada libre

PAM! es un intento de post-academia. Se trata de probar maneras de compartir conocimiento que no son aquellas establecidas por la academia. Nos pondremos al estudio al final de la jornada, después de haber trabajado todo el día, con el cuerpo cansado y la atención escasa. No nos interesa la claridad del discurso pulido y perfecto hecho de voluntad y sacrificio (para nada). Preferimos permanecer en la indolencia de las últimas horas de los últimos días de la primavera. Y desde ahí, intentar contar cosas que realmente acompañen la gozosa sensación de cansancio que nos sobreviene después de haber bailado como perras todo el día.

X 28/05, 21h • Una mirada a la Consagración de la Primavera
De la mano de Jaime Conde Salazar y PLAYdramaturgia

J 29/05, 21 h • Cine fórum: sobre Harmony Korine y el fuera de campo
De la mano de Sergi Fäustino

V 30/05, 21h • Audición de música efímera
De la mano de Katsunori Nishimura y Chus Domínguez

 

S 31/05, 21h  UNA CONSAGRACIÓN DE LA PRIMAVERA
Precio: 5 €
Reservas T 91 416 90 11 y taquilla desde las 20h

Vamos a meterle mano a La consagración de la primavera, la obra de Nijinsky y Stravinsky en la que por primera vez se prescindió de las jerarquías escénicas del ballet y todos los cuerpos en escena parecían formar parte del mismo baile. No se trata de comentar, rehacer o explicar aquella obra perdida que acaba de cumplir cien años de su estreno. Se trata más bien de tomarla como excusa para imaginar la posibilidad de un baile compartido en el que su propia desaparición se convierta en motivo de celebración profunda y radical.

A cargo de los bailarines y amantes del baile participantes en el proyecto

 

D 1/06, 20h • SALÓN DE BAILE AGARRAO
Entrada libre

Un salón de baile abierto a todo aquel que quiera bailar, sin distinción de edad o condición: grandes, pequeños, medianos o de otro planeta. En ese abrazo agarrao puede que esté la clave: pegado a otro cuerpo, abandonando el peso en un apoyo cómplice, las pieles apretadas, los olores mezclados, los pasos arrastrados por el ritmo compartido, la voluntad cedida al otro… en ese punto se suspenden los límites del ser macizo e individual de la filosofía, en ese bailar juntos se produce un sacrificio de lo propio, los límites de lo “solo” comienzan a disolverse y la desaparición se revela como algo compartido.

Una propuesta de Nilo Gallego, con los músicos invitados a la guitarra, saxo, batería y voz, Javier Álvarez como DJ y la intervención especial de
Las Indi-gestas

Y  A D E M Á S . . .

INTERCAMBIO DE PAREJAS: TEATRO DEL BARRIO Y TEATRO PRADILLO

El viernes 30/05 a las 22:30h nos iremos a bailar bajo las bombillas de colores del Teatro del Barrio, con la Orquesta del B. Y quienes quieran hacer este puente entre los barrios de Lavapiés y Prosperidad podrán reencontrarse el domingo en Teatro Pradillo para bailar agarraos y bien apretaos. Hasta que el cuerpo aguante, y que nos quiten lo bailao.

LC O N O C E  Y  S I G U E  E L  P R O Y E C T O

toda la info en nuestra web

Materiales de trabajo e inspiración y Banco de bailes en:
blog Bailar, ¿es eso lo que queréis?

Apuntes para un glosario sobre lo efímero
Antonio Fernández Lera

Antonio Fernández Lera (escritor, traductor, editor y director de escena) ha construído en estos meses previos un glosario de palabras que evocaran lo efímero, a partir de las propuestas de los participantes en Bailar, ¿es eso lo que queréis?. Él las ha devuelto en forma de etimología, de poema, de idea…

Haciendo clic en la imagen puedes leer el glosario:

GlosarioY para terminar un hermoso y radiante baile agarrao de nuestro Banco de bailes:

PÉNDULA | Gichi-Gichi Do

El 15 de mayo de 2014 los Gichi-Gichi Do (Luciana Pereyra y Óscar G. Villegas) estrenan nuevo trabajo en Teatro Pradillo. Recogemos aquí sus reflexiones sobre el sonido, la acción y la palabra, y el espacio.

PÉNDULA (eppur si muove)

Sobre el movimiento de las cosas y del pensamiento
Sobre el peligro de tener nuevas ideas

EL SONIDO

Desde hace siglos se sabe que todo sonido proviene de un movimiento. Algo se mueve y al hacerlo roza o percute o choca contra algo, lo que da por resultado una vibración, un sonar. Ya Aristóteles enunciaba lo siguiente: «El sonido en acto es siempre producido por algo, contra algo y en algo».

Con la aparición de la música electrónica y de los aparatos de reproducción sonora, el proceso mover-sonar parece haber desaparecido. El sonido es generado aparentemente en el interior de cajas negras, el «algo» y el «contra algo» nos han sido birlados.

PÉNDULA  es una instalación para dos músicos-performers en la que el movimiento se sitúa en primer plano como causa visible del sonar. Y lo hace aludiendo directamente a tres conceptos:

1. El origen del tiempo, el pulso, el loop.

Se dice que algunos fenómenos naturales como el vaivén de las olas o el latido del corazón están en el origen del pulso musical. Con el tiempo el pulso devino en precisión metronómica pasando de lo orgánico a lo mecánico. Podemos afirmar que la música occidental ha tenido como ideal desde su nacimiento el pulso regular y la métrica precisa respaldados ambos por siglos de tradición sofista. Ya en el siglo XX el pulso regular -entendido hasta el momento como un ideal- se hace realidad gracias al uso de los secuenciadores; una realidad matemáticamente precisa.

Por otro lado, el loop -concepto seminal de la música popular contemporánea- viene a proveernos de materiales musicales perfectamente medidos o cuantizados (por utilizar una jerga más adecuada) que en ru repetición hipnótica inciden aún más en el ideal de perfección temporal.

En PÉNDULA, la música, el sonar, regresa a su esfera más orgánica: péndulos que oscilan o trazan trayectorias elípticas y que en su rozar y percutir devienen en erráticos; péndulos que debido a la fuerza de la gravedad se encuentran -como todo organismo- avocados a la detención.

2. Fonografía preparada.

En las últimas décadas la labor de los fonografistas ha hecho posible que accedamos a una nueva escucha. De la idea del mero registro sonoro de lo que nos rodea, hemos pasado a la utilización de esos registros con fines compositivos otorgándoles así un nuevo valor y un nuevo sentido que sitúa al conjunto de sonidos no musicales en el centro de una posible escucha atenta y activa que nos invita a abrir la oreja.

En PÉNDULA, el trabajo fonográfico sufre una abstracción para proponer no solamente el registro y su posterior escucha, sino la re-creación de la fuente sonora misma. Los dispositivos utilizados se basan en el uso de péndulos que rozan y percuten estructuras resonantes preparadas para producir un continuo pero cambiante acontecer sonoro que remite al acontecer sonoro del mundo.

3. Electroacústica.

En PÉNDULA la mayor parte del material sonoro tiene un origen acústico con un tratamiento electrónico artesanal más o menos acusado. El sonar de los cuerpos es filtrado, distorsionado, modificado en un continuo ir y venir entre naturaleza y artificio.

Péndula_Gichi-Gichi Do.3

LA ACCIÓN Y LA PALABRA

Nos interesa el concepto palabra-en-acción. También nos interesa que el movimiento pueda ser el motor de la palabra y de la acción de tocar (tocar un instrumento, generar un ruido). Hablar-Tocar-Moverse es en nuestro caso una acción de carácter tecnológico. Nos desprendemos de la emoción del intérprete para encontrar un canal de comunicación limpio y preciso que nos permite lanzar fogonazos desde la distancia.

En los textos aparecen -unas veces de manera subterránea, otras en la superficie misma del discurso- conexiones con el liberalismo asilvestrado de Thoreau, el decadentismo de Lautréamont, la marginalidad del Art Brut, y la literatura autorreferencial de la generación beat, por poner algunos ejemplos.

El texto documental, el panfleto, el texto poético, la cita académica y el diálogo cotidiano son piezas que engarzamos una tras otra para cambiar la perspectiva. Esta variedad de tonos y formas funcionan para nosotros a modo de dispositivos, como lo son la cámara fotográfica, el carboncillo, la grabadora de audio o la acuarela a la hora de capturar un paisaje.

EL ESPACIO

Dos de los personajes que en cierta manera han vertebrado nuestra propuesta son Galileo y Darwin. Las observaciones de ambos supusieron un cambio de paradigma en la concepción del espacio y del origen de la vida. Ellos nos han proporcionado también dos elementos que nos sirven a la hora de pensar en el espacio escénico de la pieza: el observatorio y el lugar remoto.

El espacio de PÉNDULA se sitúa en un lugar remoto (y constantemente cambiante por medio del espacio sonoro) formado por un pequeño observatorio-refugio y diferentes elementos repartidos por la sala que aluden al instrumental científico, y que no son otros que nuestras herramientas de trabajo: sintetizadores, instrumentos electroacústicos, grandes péndulos generadores de sonido, láseres y sensores de movimiento.

Este observatorio-campamento es el espacio de la fabulación: el lugar desde el que observamos y emitimos nuestros informes.

Péndula_Gichi-Gichi Do.2Gichi-Gichi Do

Boletín # 24/04 a 4/05

Artistas invitadas | Proyecto en residencia
teatro - artes visuales y plásticas | Asturias - Madrid

Los 3 cerditos

presentan

P  I  G  V  I  L  L  E

Una fábula plástica, poética y política
de Cristina Busto, Marta Blanco y Luján Marcos

PIGVILLE_CristinaBusto

[24 de abril a 4 de mayo de 2014, J a D 21h]
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Mauri + Tania… Trasmutania

Notas de Mauricio González tras la colaboración con Tania Arias en infinito – besos = [Teatro Pradillo, abril 2014]

TaniaArias_Foto Anxo Montero

foto: Anxo Montero

Tania-Tania

Afinidad con Tania

Trasmutania

Fascinación por Tania

Los dos tenemos formación en danza académica y hemos bailado en compañías de ballet.

Aunque no la había visto actuar sabía de ella.

Tras la invitación a colaborar en su proyecto empezamos a coincidir en muchas cosas y una de ellas fue la idea de «Las preparaciones», dar protagonismo a los pasos que enlazan, impulsan o trasladan los grandes momentos de virtuosismo del ballet.

Ella confiesa haber enterrado su «pasado» balletístico pero desde el primer vídeo que me mostró -vivimos a 2.500 km de distancia por tierra y mar con lo que nuestra comunicación fue vía email- se hizo evidente su calidad como bailarina y a pesar de un cierto desinterés en un cuerpo que quiere olvidar el clásico, aquello se veía muy clarito.

El tanga y los tacones fueron también dos elementos que nos re-conocieron desde el principio.

Empiezo a tener el deseo de trasmutar en ella, de mezclarnos y comienzo a lanzar propuestas de cosas que yo había hecho en algún momento, y que Tania podría realizar con su cuerpo. Yo quiero ser Tania!!! Quiero que Tania sea yo!!!

Una vez más el cisne los port de bras del ballet la emoción del rostro que contagia al cuerpo y viceversa, la apertura de la mirada que busca por momentos complacer, el humor… van apareciendo.

Una deliciosa sopa rusa con arepas venezolanas que Tania me prepara en casa los port de bras de la Plisetskaya y la famosa ola wave de breakdance.

Me detengo,

Escribo una palabra y la borro y re-pienso y re-escribo y así vuelta a empezar y es que hay cosas, como una música de Bach, que no se pueden explicar con palabras.

Mauri 15/04/2014

Boletín # 10 a 13/04

Artista invitada | Proyecto en residencia | danza degenerada | Madrid, Canarias, Cantabria

T A N I A  A R I A S

Con los invitados Mauricio González, Juan Loriente,
Manuel D’ Emergence y Mónica Valenciano

i n f i n i t o  –  b e s o s  =

[10 a 13 de abril de 2014, 21h]TaniaAriasB

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Soy una obstinada célula del corazón y no dejaré de contraerme hasta que me muera

Imagen: latido de células aisladas del corazón. Cortesía de Cristóbal Pera.

 

Este texto lo leí en Pradillo en el mes de diciembre de 2013 dentro del ciclo La música en la escena que construyeron Claudia Faci y el Colectivo maDam. Lo cuelgo ahora en el blog de Pradillo, porque lo considero el primer paso del proceso en el que ando metida y que desembocará en el estreno en Teatro Pradillo, en octubre de 2014, de la obra Soy una obstinada célula del corazón y no dejaré de contraerme hasta que me muera. Me gustaría ir reflejando aquí lo que se va produciendo en este camino. Gracias a Claudia y a maDam.

SOY UNA OBSTINADA CÉLULA DEL CORAZÓN
Y NO DEJARÉ DE CONTRAERME HASTA QUE ME MUERA

PENSAMIENTOS DE UNA BAILARINA QUE COMPRENDIÓ EL RITMO
CUANDO MIRÓ UN CADÁVER

La desaparición del ritmo es la muerte. Yo me di cuenta de esto mirando un cadáver, mirando un cuerpo en el que el latido ya no existía. Desde que lo vi con mis ojos de bailarina romántica que nunca hizo caso al ritmo, le tengo mucho respeto. Desde que vi la ausencia de todo ritmo dibujado en el cadáver quiero acercarme al ritmo, quiero entenderlo y quiero entregarle mi cuerpo y mis movimientos para que los siga bañando en la vida.

Por eso quiero ser una obstinada célula del corazón y no parar de contraerme con un ritmo sostenido.

Nunca le hice mucho caso al ritmo porque me lo enseñaron mal, me enseñaron a contarlo antes que a habitarlo. Los bailarines, bailábamos en frases de ocho tiempos, en las que al final todo debía equilibrarse. Era imposible dudar, era imposible el conflicto, era imposible, incluso, que se te fuera la olla de dominio y de placer, todo acababa con el numero 8. El ritmo era aquello que nos daba la sensación de controlar el tiempo, podíamos movernos y contar a la vez, contar el tiempo es lo mismo que matarlo, y contar a la vez que uno se mueve, además de ser infernal, es lo mismo que matar el movimiento y el tiempo a la vez. Y así pensé que el ritmo era el primer causante de las mentiras que nos enseñaban a hacer con el cuerpo al bailar, y lo desterré y no quise saber nada de él. Pero ahora como bailarina mayor quiero someterme a él, ahora que aumentan las debilidades de mi cuerpo quiero aprender a dejarme llevar por la continuidad de la vida.

Voy a preparar mi cuerpo para convertirme en una vieja fibrosa y obstinada como una célula del corazón. Obstinatus, me dice mi amigo Cristóbal Pera, significa: pertinaz, tenaz, contumaz, que sigue con empeño haciendo lo que lo hace, y que está decidida a vencer o morir. Yo, en mi obstinación, voy a preparar mi cuerpo para no tener que elegir entre vencer o morir, me voy a entrenar para vencer y morir a la vez, para que mi último latido sea una victoria, porque como decía D. Francisco de Quevedo morir vivo es la última cordura.

A veces pienso si el origen de la música es el canto o es el ritmo, y si el origen de la danza es el pulso o es el gesto. En el fondo son pensamientos que no me importan demasiado, pero me gustan porque me hacen darme cuenta de que cada vez que me acerco a mi oficio de bailarina me acerco  al tiempo y a su suceder en los latidos del corazón.

Desde hace algún tiempo (no mucho, quizá desde este otoño) siento un cansancio peculiar en el cuerpo: en los dientes, en los ojos, en mi pelo, en mi aspecto, en mis músculos. Un cansancio que me dice que la cosa va a ir así, que este es  un cansancio de alguien que ha vivido ya la plenitud de sus fuerzas. Y es complicado encontrar los argumentos para hacerlo visible, porque es complicado no querer ocultármelo a mí misma, y menos a quien venga a mirarme.

En el ritmo desaparece el pensamiento. Toda la sensibilidad se vuelve impulso, en él cada músculo escucha y responde. Los músculos sometidos al ritmo no juzgan sus actos y eso es estupendo. Sin embargo hay algo que se limpia en el cuerpo cuando bailas a ritmo, algo que vuelve los movimientos ciertos y precisos  y me pregunto si podríamos seguir el ritmo de nuestro corazón en una danza que no se volviera cierta y precisa; y me pregunto si se puede seguir el ritmo mientras que se duda; y si sería la duda más profunda el sentir que quizá no haya un paso a seguir después del último que hemos dado, y que por eso el ritmo al asegurar, la continuidad del siguiente paso,  borraría esa gran zozobra de no saber qué es lo que viene después, y que entonces duda y ritmo estarían reñidos y eso no me parece estupendo.

Existe un movimiento que empieza cuando se detienen nuestro corazón que empieza cuando uno se muere. Ese movimiento es vertiginoso, y es difícil de entender con nuestras ideas de movimiento. Es un movimiento que, no solo mueve las formas del cuerpo, sino que cambia su esencia, es un movimiento que huele, es un movimiento de una velocidad sin sonido, sin ritmo, de una velocidad suspendida. Un movimiento en el que he querido entrar con la cabeza, para transformar esas ganas de salir pitando que siento frente a la idea de lo muerto, en una comprensión tranquila de lo que ocurre cuando la vida se acaba. Por eso ahora trabajo sobre el latido. Para entender ese movimiento maravilloso y entender, así mismo, lo que produce su ausencia.

Me envía Cristóbal Pera la etimología de latir:
LATIR (Joan Corominas)

“Ladrar el perro en todo agudo o en forma entrecortada”, h. 1300, “dar latidos el corazón o las arterias”, 1490. Del verbo latino GLATTIRE con el significado de “lanzar ladridos agudos”.

DERIVADO: Latido, principios del siglo XIV

Soy una célula del corazón y soy la sangre que muevo con cada una de mis contracciones.

Yo lo vi, vi como detrás de la rigidez y del acartonamiento del cuerpo muerto se escondía el cambio de los cambios, un movimiento inexplicable. Los signos de la vida se alejan rapidísimo y transforman lo que era vivo en algo desconocido que cambia y cambia y cambia, y en todo este movimiento lo único que faltaba era el latido y el aire en el cuerpo.

Los ojos que ya estaban cerrados se le volvieron a abrir y me enseñaron que existe la nada.

Desde que miré el cadáver pienso que el amor y el ritmo son las formas más puras de conocimiento porque son ciegas e irracionales como todo lo que tenemos delante, la objetividad frente a lo que es misterioso, no sirve para una mierda y frente a lo que no es misterioso, tampoco. No quiero ser lúcida, la lucidez es terrible, no se puede ser lúcida y ser bailarina. No quiero ser lúcida, quiero ser obstinada como una célula del corazón y juntar en mi movimiento intermitente la victoria de mis latidos y la muerte de mis latidos, y así no tendré que imaginar ninguna de las dos, ni mi muerte, ni mi victoria. Y seguiré bailando.

El labio, primero de color azul y luego amarillento, se plegó más allá de donde podrían colocarse las palabras.

¿Tanto sujeta el corazón para que al detenerse aparezca el infinito?, ¿para que aparezca lo que no tiene forma ni explicación?. El corazón es el Atlas de los Atlas, el coloso de los colosos, por eso, después de haber sido el Gigante durante un tiempo, ahora quiero ser una célula obstinada del corazón y sujetar todo contrayéndome a ritmo.  Lo mejor de morirse es que no te toca ver ni oler tu propio cadáver.

Al mirar despacio el cadáver entendí porque nos inventamos a Dios, pero no entendí porqué nos habíamos inventado un Dios inmutable, inmóvil y eterno. No pensamos bien, los hombres nunca hemos pensado bien. Nos consolamos en la posibilidad de lo que no somos, pensamos que la inmovilidad es un bien superior y la inmovilidad es desesperante. Es una putada saber que uno es un futuro cadáver, pero, si se trata de engañar a la muerte yo me inventaría otro Dios,  un Dios lleno de sangre, húmedo y caliente, que latiera, que latiera sin parar, un Dios que me asegurara que después de muerta voy a seguir latiendo y voy a seguir bailando: Dios corazón, Dios latido, un Dios bailarín, cualquier cosa menos un Dios inmutable. Los Dioses del Olimpo soñaban con follar con los mortales, quizá porque teníamos un corazón que latía y cuando lates, a la fuerza tienes que follar mejor que alguien que no haya sentido dentro los golpes de la sangre.

Y todo esto es lo que se me va apareciendo después de mirar su cadáver, como si esa mirada fuera el punto de partida de un nuevo conocimiento.

Cuando bailo, algunas veces, no todas, puedo pensar en estas cosas de una manera carnal y a la vez sentirlas sin el vértigo que me dan ahora cuando os hablo.

El fisiólogo francés Xavier Bichat definía la vida como aquello que resiste a la muerte. Él seguro que habría mirado detenidamente muchos cadáveres, porque lo que hay después de la muerte del latido es la demostración palmaria de que el Sr. Bichat tenía razón, de que el corazón cose la vida con un ritmo obstinado, que la aprieta y que cuando se detiene comprendes la fuerza que tiene la muerte como estado. Por eso quiero ser una obstinada célula del corazón para resistirme a la muerte y además hacerlo bailando.

Siempre había pensado que la percepción más pura del tiempo se producía cuando era capaz de frenarlo, cuando sentía en el cuerpo una duración suspendida, casi infinita. Pero ahora pienso que mi vida nada tiene que ver con la inmovilidad y menos con el infinito; y que si entrego mi cuerpo al ritmo, si escucho los golpes de los latidos entenderé mejor este tiempo loco, el que me empuja por dentro a la vez que me desparrama por fuera. Ahora pienso que voy a golpes y a contracciones como las células obstinadas del corazón y que mi vida no cae, ni por asomo, con la suavidad con la que cae la arena del reloj. John Berger decía que el alma es simplemente la percepción de otro tiempo. Y yo, al Sr. Berger le cambio la palabra percepción por la palabra invención y digo: el alma es la invención de otro tiempo, y la emparejo con la idea de la eternidad y de todo lo que nos hemos inventado para alejarnos del latir, y del cadáver.

Y al ver el cadáver también comprendí que la sabiduría es una mezcla de consciencia y de olvido. La consciencia de que vas para allá a quedarte inexplicablemente muerto, feo y frío y el olvido necesario para agarrarte a cada latido y pensar solo lo justo en esa imagen de tu cuerpo feo y frío. Y al ver el cadáver, me entraron ganas de bailar  porque al bailar (bien), como al follar (bien) hay algo que te dice que ese acto perfecto es efímero e irrepetible y, además, que es perfecto porque es efímero e irrepetible, y hueles entonces (por un instante) que perfección y eternidad son palabras antagónicas. Y que el precio a pagar por ese super polvo o por ese bailazo es tu cadáver feo y frío. Como decía mi amada Szymborska “Por tener cuerpo se paga con el cuerpo”.

¿Sabéis que un corazón fuera del cuerpo sigue latiendo si cuidas su equilibrio salino? ¿Hay algo más obstinado y más absurdo que olvidar que te has muerto?

Por eso quiero ser una obstinada célula del corazón y no dejar de latir y de bailar hasta que me muera.

Visiones desde dentro

Fabulamundi
1 y 2 de marzo de 2014

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Tuvimos también un paseo de tigre y una jaula de pavos reales.

Pavos reales

El encuentro fue aproximadamente fortuito. Planificado, gozosamente aceptado, pero fortuito. Lo programado eran las lecturas de tres obras de tres autores en el marco del programa Fabulamundi: Primer amor, de la italiana Letizia Russo, con Miguel Ángel Altet; Micaela, la tigresa de nuestra ciudad, de la rumana Gianina Carbunariu, con Fernanda Orazi, Ziad Chakaroun y Claudia Faci, y The End, del italiano Enrico Castellani, de nuevo con Fernanda Orazi y Claudia Faci, con la intensa colaboración transversal de los músicos Nilo Gallego (voz en off en Micaela) y Óscar G. Villegas y Luciana Pereyra en Micaela y The End, con una preciosa versión final de la canción de The Doors, todo muy redundante y muy hermoso.

En la página web de Pradillo la cosa se anunciaba así: «Fabular. Fabular es hablar. El origen de fábula está en el habla. Hablemos, pues. Hablemos entre nosotros. Con los otros. Ante los otros. Desde y contra unos y otros. Hablemos y estrenemos un nuevo territorio. Sin centro, sin un centro definido, a ser posible. Escribamos conjuntamente un espacio cien por cien periférico. Conformado sólo por márgenes. Esto es Fabulamundi para Teatro Pradillo. O si no, algo parecido a esto: una escritura escénica contemporánea diversa y diferencial. Que se arriesga y se atreve. Y se maneja entre los intersticios de nuevos ámbitos aún por explorar».

Y después de esta declaración de comienzos, el grupo de personas que nos comprometimos con la realización de estas lecturas de Fabulamundi hablamos. Y hablamos y hablamos, con, antes, desde y contra, hasta crear un entorno compartido en el que poder sentirnos muy a gusto, con muy poco tiempo por delante, pero con muchas ganas de trabajar juntos y de dar una pequeña vuelta de tuerca a la manida y consabida propuesta de lectura/presentación de unos textos. Ajenos. Con el objetivo de convertir lo ajeno en propio, lo lejano en cercano, lo extraño en familiar. Tomar esos textos, mostrárnoslos, mostrarlos, ver hasta dónde nos llevaban, acompañarlos, crear el necesario entorno para que aquello cobrara un sentido especial. Y cada uno hizo lo que tenía que hacer. Incluidos los autores, que por allí anduvieron, unos más y otros menos, como suele suceder, como siempre sucede.

No queríamos una representación, sino una presentación. En el breve proceso de preparación se llegó a la propuesta de un espacio y un tiempo comunes, una propuesta de recorrido para que los espectadores pudieran experimentar la escucha de las tres obras como una mínima pero coherente y gozosa propuesta casi escénica: un triángulo de pequeños espacios dentro del espacio de Pradillo, iluminados por Cristina Libertad Bolívar; un desplazamiento de las posiciones y de las miradas de los espectadores en las tres etapas de ese viaje a través de la escucha de los textos.

El sur de Europa. Días de amor difíciles

Elena López Riera

¿Seremos capaces de bailar, ahora que todo el mundo está triste, ahora que ya nadie nos necesita, sólo por el placer de ir a contracorriente?

La primera vez que oí esta frase, hace ya más de un año, en el estreno de El sur de Europa. Días de amor difíciles sentí la tierra temblar bajo nuestros pies. Primero fue la perturbación, después la rabia. Quisimos salir de allí y correr hasta que nos desintegráramos, hasta que ya no quedara de nosotros más que la incertidumbre. Quisimos desgarrarnos y empezar a querernos de nuevo, ésta vez un poco mejor de lo que lo habíamos hecho. Pero siempre y a cada paso, irrumpía esta frase de manera implacable: ¿Seríamos capaces de bailar ahora que ya nadie nos necesitaba?

Hace unas semanas La tristura nos convocó en la sala Pradillo para celebrar 10 años de vida. Nos convocó como se convocan las revoluciones, los amantes y los fantasmas, usando un pretexto cualquiera para llegar a otro lugar. Hoy, por fin, sabemos que lo que allí sucedió durante esos días fue mucho más que un acto de celebración. Fue el principio de un futuro virgen y asumido, fue la conjura de la fuerza, la intersección de las cosas que se quieren olvidar, de lo que se calla y de lo que a veces se escupe.

Durante esos días hablamos de amor y hablamos de política (si es que a caso uno puede pensarse sin la otra), seguimos bailando la música de Europa; aunque estuviera rota o dispersa, aunque ya ni siquiera fuera nuestra.

La música de Europa se quebraba, y sin embargo, nosotros seguíamos bailando. Bailando, bailando, bailando.

Las vidas que no se sostienen con actos son basura, le dice el chico a la chica en la primera parte de la obra. Aún no los vemos, sólo intuimos sus cuerpos. El motor de un coche, niebla, el ruido del mediterráneo al fondo. El chico ha vuelto para decirle a la chica que aún la quiere, para comprobar que nada ha cambiado desde que él se fue. Que sus vidas (compuestas por actos repetidos un millón de veces, por gestos copiados de cuerpos ajenos, por los besos que otros se daban en las películas) no podían ser una basura. Que ellos no, no estaban haciendo playback. Que si cantaban, lo harían de verdad. Hasta desgarrarse las entrañas.

Algo así se decían un chico y una chica, que se encuentran después de mucho tiempo para demostrarse que no se parecen en nada a aquello que dijeron que serían. Para decirse que aún se quieren. Para mentirse brutal y necesariamente (¿Existe otra manera?). Y esas dos voces, de repente, fueron también las nuestras.

Un dos tres. Shhhh. Escucha. Un dos tres. Sígueme. Un dos tres. El mar.

Estoy aquí, cantando mientras todo se hunde. Estoy cantando mal. Estoy cantando para molar. Cantando para no besarte. Besándote. Cantando para cambiar el mundo. Estoy cantando como el acto más primitivo, el más bello, el más salvaje y el más revolucionario.

Un dos tres. Un paso a la izquierda, dos pasos a la derecha. Un dos tres. Chasquido de talón. Un dos tres, los edificios se desmoronan. Vuelta y media. Un dos tres, las olas del mar quieren tragarnos. Vuelta entera. Un dos tres salto con impulso. Un dos tres. El amor. Un dos tres. El miedo, los temblores. Un dos tres. Joe Crepúsculo. Un dos tres. Johnny Guitar. Un dos tres, sobre todo sigue bailando, no pares, agárrame fuerte la mano.

Un dos tres. Miénteme, dime que nosotros no tenemos la culpa.

Pero no dices nada y ya sólo escuchamos los pasos de un baile que se va aplacando mientras cae el telón, al acabar la noche, y pienso que éste podría ser el retrato de nuestra generación: determinada y melancólica, pero no decadente. Cubierta de oro y de mierda. Una generación feroz.

Después, el silencio. Aparece una mujer arrastrándose sobre una escalera de terciopelo y coge un teléfono. Ciao amore, sonno Chiara. Y su voz suena como la más antigua del Mediterráneo. Chiara se instala en el aire como un temblor eléctrico y susurra ¿Qué se dirá dentro de 100 años de España, de Italia? ¿Qué se dirá de Europa?

Callo. Sigo sin poder dar una respuesta a un pasado que nos llega roto, pero mis pies empiezan a moverse y me pregunto qué pasará si de verdad todo se hunde, que pasará cuando nos hayamos consumido la garganta, el vientre y las entrañas. Cuando ya no quede más de nosotros, que nuestros cuerpos febriles. Que pasará, si de verdad un día, dejamos de bailar.

Y sólo ahora, sólo hoy, después de muchos bailes, estoy segura de que ése sería el auténtico final. La desintegración.