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PAULA MIRALLES: Me llamo Paula Miralles vivo y trabajo en Valencia. He trabajado durante mucho tiempo como actriz en piezas de texto y hace unos cuantos años empecé a hacer trabajos más personales enfocados en la voz y el sonido junto al compositor David Alarcón.Ahora desarrollo mis propios proyectos siguiendo esa linea de lo vocal, lo musical y lo escénico. Pertenezco al Colectivo artístico Taller Placer junto a Vicente Arlandis, Miguel Ángel Martínez, Violeta Ros y Aina Vidal. Actualmente, entre otras cosas, estoy llevando acabo un proyecto de investigación de práctica escénica sobre voz y emoción que se llama “Sentimentalismo en escena” y también estoy colaborando con Vicente Arlandis y Miguel Ángel Martínez en el comisariado de las jornadas sobre lenguaje y justicia: YO SOY INOCENTE Y TONTO que se van a hacer en en Centro Cultural Conde Duque en diciembre.
P. M: LP es mi primer solo de creación. Parto de un repertorio de canciones pop rock de los 80 y 90 y lo que hago es descomponerlas para recomponerlas atendiendo a los aspectos que más me llaman la atención de cada una ellas. Tiene una parte emocional, en cuanto al repertorio seleccionado, y una parte más técnica porque a veces lo que he trabajado en cada tema son cosas como el silencio, el volumen o cosas que tienen que ver con el sonido en si y la canción, entonces, se ha convertido en una excusa para plantear ese interés. Es una pieza en la que pongo en marcha cuerpo, voz y sonido y trato de establecer una relación de ida y vuelta entre estos tres elementos.
P. M: Me cuesta situarme en algún lugar todavía porque llevo muy poco tiempo haciendo mi propio trabajo y creo que ni siquiera yo puedo definirlo. LP es un trabajo que nace de una necesidad muy fuerte de comprobar qué era capaz de hacer yo sola con el sonido. En ese sentido es una afirmación del yo en escena y también es una suerte de biografía musical…tiene algo de relato, claro. Pero mi interés no es hablar de mi en escena, sino colocar la voz y lo sonoro como materia central del trabajo. Me interesa el lenguaje y la música y todo lo que suena y me gustan los artistas que trabajan en este sentido.
P. M: La voz es lo que precipita todo lo demás. El cuerpo suele ir casi de la mano porque me gusta mucho hacer sonar mi cuerpo de diferentes formas. No se trata de cantar, me gusta hacer cosas con la voz y para encontrarlas busco en el cuerpo y en el espacio. El sonido procesado también está ahí pero como necesito ayuda para hacerlo tiendo a imaginarlo y proyectarlo con ayuda de alguien. Así que de entrada es mi cuerpo y mi voz lo que marca el proceso.
P. M: LP es mi primer trabajo y es una pieza que habla mucho de mi y en la que he hecho lo que quería, pero tampoco sé si define un lenguaje o un estilo propio. Es un trabajo en el que creo que se adivina mi personalidad en escena, mis gustos musicales (aunque no todos), y en el que hay una declaración de intenciones sobre lo que quiero seguir transitando y haciendo que es trabajar con la voz y el cuerpo y desprenderme de lo narrativo, el personaje y el texto en escena (que es en donde me he situado durante mucho tiempo).
P. M: Es importante porque sabes que el trabajo al final lo vas a compartir con la gente, pero ahora me tomo al público más como una referencia perceptiva. Es decir, me pregunto cómo ese público hipotético percibe lo que quiero plantear y sobre todo me interesa pensar en cómo escucharán lo que pueda plantear. La escucha es lo que más me interesa de ese público.
P. M: Lo último que he visto y que más me ha gustado es Deep Etude de Alma Söderberg. Ahora estoy leyendo Silencio de John Cage y me encanta escuchar los podcast de Radio Macba de Cris Cutler sobre voz. Escucho muchos podcast en diferentes páginas de sonido. Me gusta mucho acceder al contenido de esa forma. En cuanto a música lo escucho todo … no podría decidirme por algo en concreto
P. M: Me gusta el trabajo de mucha gente pero cada vez me interesan más los trabajos alejados del planteamiento de teatro convencional. Me gusta mucho lo que he visto de Anto Rodriguez, lo que plantea Nilo Gallego, me encanta Alma Soderberg… Y en general cada vez me gustan más los trabajos sencillos, en los que veo a alguien en escena haciendo cosas sencillas y con poco artificio.
P. M: La verdad es que yo no me puedo quejar porque desde que he empezado a trabajar por mi cuenta he recibido apoyo en la producción. Quizás la visibilidad del trabajo sí que sea más difícil … En ese sentido creo que la institución sigue dando poco espacio en sus programaciones a determinado tipo de propuestas y eso es un poco frustrante: trabajar y luego no poder mostrar o mostrar en salas donde no hay público… Eso es un problema al que ya terminas por acostumbrarte, pero no debería ser así.
P. M: Para mí, el arte es un espacio donde me planteo otras formas posibles de mirar algo. No creo que tengan que ser formas que revelen un secreto al resto de la humanidad ni que expliquen el misterio de la vida, eso me parece demasiada responsabilidad. La verdad es que me gusta mucho lo que dice Isidoro Valcárcel; me quedo con eso.
REFERENTES LP
Fotografía del proceso de ensayos en Teatro Pradillo:
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*Fe de errata. EL apellido del actor está mal escrito. El nombre correcto es ISAAC FORTEZA.
Huellas: Rastros, señas, vestigios que deja alguien o algo… Cuéntanos cómo te llamas, dónde trabajas y cuál es tu trayectoria personal.
SANDRA GÓMEZ: Me llamo Sandra Gómez y vivo y trabajo en Valencia. Mi trayectoria pasa, sobretodo, por hacer propuestas personales desde el ámbito de la investigación y la creación. Desde el año 2001 hasta el 2011 trabajo junto a Vicente Arlandis en el colectivo Losquequedan y a partir del 2012 de manera independiente en proyectos centrados en el cuerpo y el movimiento. Además colaboro en proyectos de otros artistas como Visita guiada desde la danza con Rocío Pérez y Santi de la Fuente, Estoy pensando en tortugas de Claudia Faci, Cuerpo gozoso se eleva ligero de Vicente Arlandis y Ghost’n goblins/dance edition junto a Rocío Pérez y Paula Pachón.
¿Qué trabajo presentas en el teatro Pradillo?, ¿cómo nos contarías este proyecto?
S.G: En Pradillo presento Tot per l´aire (Todo por los aires), una propuesta bastante híbrida donde se aúnan danza, música y sonido.
La propuesta empezó a gestarse en abril del año pasado con un ejercicio de deriva sonora desde la voz hacia un sonido abstracto utilizando un micro y un pedal delay. Este ejercicio se fue ampliando con más ejercicios autónomos e independientes entre sí planteados desde la idea de ritmo y silencio y con el concepto de deriva como método de trabajo. El material se cristalizó en una estructura que resultó de la ordenación orgánica de una acción a otra donde cuerpo, sonido y luz se van dando paso unos a otros.
Cómo seguir pensando la práctica artística y desde qué lugar la actuación es una pregunta que atraviesa todo el discurso del siglo XXI. Hallamos experiencias de una afirmación más radical del yo, en creadores como Angélica Liddell y Rodrigo García, y experiencias más colectivas, dispositivos de carácter más intelectual desde los que se pretende reflexionar acerca de conceptos como democracia, horizontalidad y participación. ¿Cómo definirías tu práctica escénica?, ¿dónde te ubicarías dentro de la práctica contemporánea?, ¿te resulta posible enmarcar tu trabajo como creadora?
S.G: Mi práctica escénica la definiría básicamente como diferentes aproximaciones o ejercicios sobre un cuerpo que baila y, la mayoría de veces, solo.
Lo que en un principio surgió como un interés por lo autobiográfico (Tentativa, 2012) poco a poco se fue alejando de esa idea inicial y empezó a convertirse en diferentes intentos por huir y escapar de esa afirmación del yo en escena (The love thing piece, 2013, No soy yo, 2016, Heartbeat, 2017). En The love thing piece pretendía descentralizar el yo de una forma espacial (no permanecer en ningún momento en el centro de la escena). En No soy yo la estrategia fue la copia y apropiación de material coreográfico y en Heartbeat la intención era la pérdida de la voluntad por agotamiento con una sesión de tres horas de música electrónica como dispositivo que marca el beat al cuerpo que baila. En Tot per l´aire sigo dandole vueltas a esta idea de desplazar el yo del centro.
Creo que no puedo enmarcar mi trabajo como creadora, si lo veo en algún lugar es en la periferia.
Cuerpo, palabra, espacio sonoro, luz, video…¿Con qué signos trabajas normalmente?, ¿qué lugar ocupan en tu proceso de creación?, ¿hay alguno de estos que sugiera un lugar de partida al que van añadiéndose los demás?
S.G: Siempre he partido de mi cuerpo para probar cosas en escena. Lo pongo a prueba, lo muevo, intento que esté presente en un espacio, durante un tiempo y con una gente. Intento conectar y relacionar estos 4 elementos básicos: mi cuerpo, el espacio, el tiempo y el espectador. También aparecen otros elementos, por ejemplo, el sonido viene siendo últimamente una constante en el trabajo y en esta última propuesta se suma un elemento más: la luz.
En palabras de Umberto Eco: “la forma solo se comunica ella misma, pero es en sí misma el artista hecho estilo. La persona forma en la obra su experiencia concreta, su vida interior, su espiritualidad inimitable, sus reacciones personales en el ambiente histórico en que vive, sus pensamientos, sus costumbres, sus sentimientos, ideales, creencias, aspiraciones”. ¿Qué nos cuenta de ti este proyecto?, ¿cómo se refleja esto en tu estilo o lenguaje personal?
S.G: Después de realizar una serie de trabajos donde el cuerpo está implicado desde su potencialidad y desde las preguntas ¿hasta dónde puede llegar un cuerpo?, ¿cuáles son sus límites? y su comprobación hasta llegar a la extenuación, las preguntas que surgen justo después son: ¿qué es lo que queda?, ¿hacia dónde seguir pensándose?, ¿cómo seguir construyéndose o reconstruyéndose?. Así, tras la extenuación de este cuerpo que se mueve desde la energía y la potencia y donde insistencia, permanencia e intensidad son sus parámetros de acción, emerge Tot per l´aire.
“Este es el ritmo de la noche,
la noche, oh, sí.
El ritmo de la noche.
Este es el ritmo de mi vida,
mi vida, oh, sí.
El ritmo de mi vida.”
Es el primer temazo que se escucha en la pieza.
El estilo o lenguaje personal está en el formato, en cómo me muevo o bailo, en la insistencia, en las caminadas en círculo por el espacio, en el manejo de la energía, en la mirada y el encuentro, en la suspensión o dilatación temporal, en el uso de temazos que marcan el beat y que son también texto de la escena, en la incapacidad de fijarlo todo y en la idea de un presente continuo y sostenido.
El espectador ha ocupado un lugar preeminente en ciertas prácticas contemporáneas, casi hasta el punto de convertirse en un participante necesario, o un cómplice. Otros creadores hablan del público en otro sentido muy distinto. En palabras de Romeo Castellucci, “el público es un cuerpo que debe sentirse emocionado y convencido por todo lo que se agita a su alrededor”. ¿Qué lugar ocupa el espectador en tu trabajo?, ¿lo consideras de inicio en tu proceso o entra en juego en el momento de la representación?
S.G: Está presente desde que estoy en el aula de ensayo (aunque de forma imaginaria).
Ahora me gustaría preguntarte por tus referentes. Para ser más directa: ¿qué lees? ¿qué escuchas? ¿qué ves?
S.G: Ahora mismo me pillas leyendo Estética Modal de Jordi Claramonte, Hacia un ruido de Maria Salgado y El topo que quería saber quien había hecho aquello sobre su cabeza de Werner Holwarth/Wolf Erlbruch. Escucho música electrónica y voy a ver propuestas de música experimental y arte sonoro.
¿Y en el teatro?
S.G: Lo último que he visto es Extraños mares arden de Xalo Toloza y Laida Azcona, Anarchy con Semolina Tomic de Sociedad Doctor Alonso y Entre lo que está y todavía no está de Juan Dominguez.
¿es el teatro un referente?
S.G: Para mi son referentes propuestas de artistas en concreto.
Siempre andamos quejándonos del escaso apoyo y las condiciones de precariedad en las que se desarrolla nuestro trabajo: En su Carta a una joven artista, Valcárcel Medina escribe: “los que os quejáis de la crisis porque os limita la expresión, tal vez tenéis poco que contar”. ¿Qué opinas de esto?, ¿en qué condiciones ideales te gustaría que se desarrollara tu trabajo?
S.G: Pues… que yo ya no soy artista joven y que en estos momentos tengo apoyo para realizar mis proyectos.
Umberto Eco nos dice que las vanguardias han participado activamente en el proceso de “la muerte del arte” con un exceso consciente de reflexión racional frente a la capacidad de creación y placer artístico, contribuyendo a una ideologización cada vez más marcada del producto. Una crítica común al arte de vanguardia es la desproporción entre lo que las obras dicen en realidad y el ‘surplus’ de doctrina que las justifica. En esta línea, el pensamiento se ha convertido en un modus operandi de la práctica contemporánea.
Desde otro prisma, Tarkovski señala lo siguiente: “Para mí no hay duda de que el objetivo de cualquier arte que no quiera ser “consumido” como una mercancía consiste en explicar por sí mismo y a su entorno el sentido de la vida y la existencia humana”. Esto le otorga al arte cierta función más espiritual. “Frente a Dios y frente al arte nos hacemos las mismas preguntas”, señala Angélica Liddell. Entramos en un estado de “anfaegtelse” (palabra danesa que significa estar en peligro o angustia).
En una concepción más marxista, podríamos entender el arte como un espacio de resistencia a las condiciones exigidas por el capital, lo que genera diversas prácticas de una deriva más política planteadas como espacios de disidencia.
Volviendo a Isidoro Valcárcel Medina: “Hay que dejar el arte tranquilo y empeñarse en decir lo que tu alma siente.[…] Ser artista consiste en actuar responsablemente en el ejercicio de una profesión que, sencillamente, se implica en abrir perspectivas de visión”.¿Cuál es la función del arte para ti y cuál crees que sería el espacio que ocupan hoy en día las artes vivas dentro del modelo cultural?
S.G: La de abrir otras posibles maneras de entender, de mirar, de sentir, en definitiva, otras posibles maneras de vivir.
Muchas gracias.
MÁS:
-Óscar Cornago escribió sobre el proceso de este trabajo: Ideas desordenadas sobre la derrota ¿o la derrota del pensamiento?
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Inés de la Iglesia
En un escenario vacío, una coreógrafa que nos invita a la deserción. Habla con un tono un tanto grave y profesoral, casi antipático, sobre un arte ya desconocido u olvidado: la deserción es mental. Dormimos con un director de marketing, un banquero, un publicitario: no recuerdo exactamente si fue eso lo que dijeron en la obra. Pero creo que también dormimos con el Ministro del Interior, el de Economía y Hacienda, y un pleno del FMI y el Banco Central Europeo. Y me quedo bastante corto.
Vivimos, o vegetamos, en una cultura y una sociedad que ya son un campo de batalla arrasado, pero in abstracto, sin que nadie vea las ruinas ni las cenizas, aunque sí la desolación y el dolor. Hay que pensar para construir algo nuevo sobre los desechos del caos, sobre los páramos llameantes de la devastación cotidiana. Pero pensar jode.
Uno, que tiene la manía de la semiótica, piensa que los grupos como Terrorismo de autor o Canódromo Abandonado, entre otros, construyen un discurso sobre el momento histórico presente ya con su método de trabajo y sus herramientas de representación. Que todos habitamos, realmente, en ese escenario vacío presidido, dominado, por los fantasmagóricos destellos de la pantalla audiovisual.
Pero además los de Terrorismo de autor parecen ser situacionistas: seguidores de Débord, aquel vendedor callejero que afirmaba la necesidad de combatir el Espectáculo, definido este como el ininterrumpido monólogo autoelogioso del poder, pasivamente consumido por el Espectador o Espectaculotario. Y esto conduce a Artaud, su precursor, el teórico y práctico de la destrucción del espectáculo. El que quiso construir un doble diabólico del teatro sobre las ruinas del espectáculo y su dualidad de dominadores activos y dominados pasivos (o espectadores).
Precisamente, el espectáculo mediático dominante ha abusado del manoseado término ideología, cuando lo que se pretendía destruir desde el poder eran las ideas. Destruidas estas, no podría haber sistemas de ideas, que es lo que en definitiva son las ideologías. Lo que está en profundo letargo no son, pues, las ideologías, sino directamente las ideas. Así por ejemplo, ¿cómo coño se puede ser anticapitalista si ni tan siquiera se tiene idea de lo que es el capitalismo? ¿Cómo antiimperialista, si ya nadie sabe definir lo que es un imperio? El poder y su espectáculo cotidiano han difuminado las ideas. La realidad de estas se experimenta como algo blando, viscoso, difuso. El enemigo ha emborronado su propio rostro.
Anna Karina llora en «Vivir su vida» ante las lágrimas de la Juana de Arco de Carl Dreyer
De ahí lo verdaderamente subversivo de Terrorismo de autor es que hacen teatro (o teatro-cine, o antiteatro, o antiespectáculo) de ideas. Partiendo de la base de que nuestra colonización mental por el poder y los mercados son ya un hecho consumado desde hace muchos años, Valientes nos invita a desertar desde dentro de nuestra propia cabeza. A huir de la asepsia, de la autopromoción y de la competitividad. A dejar de vivir en el vientre del neoliberalismo. A atrevernos a cagarla. Es importante la disposición al error. El arte verdadero es imperfecto, la revolución verdadera es fea, la humanidad es frágil. Y debemos asumirlo de una vez por todas. La no aceptación de nuestra imperfección, de nuestra perfectibilidad, nos convierte en fetiche, en mercancía competitiva. Dice Castoriadis que el sentido último de las sociedades occidentales está en la huida desesperada ante la muerte. El consumismo, la competitividad, el oportunismo social, nos esclavizan como cualquier otra religión: porque exorcizan a la muerte. Truecan su presencia necesaria, por la asepsia confiada y el edulcoramiento hipócrita de la comodidad. Pero he aquí que llega, con pasos sigilosos, una nueva era. La era de las resquebrajaduras. De algo, por ocultado, casi inadvertido en las sociedades-baluarte de Occidente. Las grietas del dolor.
La coreógrafa es un poco antipática porque nos desafía. Nos dice: qué cómodos estáis sentaditos y juntitos, velando confiadamente el Orden del espectáculo, que es el Orden social.
Y somos removidos de nuestra comodidad. Cegados por luces de discotecón que nos invitan a levantarnos de la butaca y bailar, bailar la danza diabólica del doble satánico del espectáculo sagrado. Y con Artaud omnipresente, padre tutelar e intelectual del atentado. El hombre que cocinó la química de la bomba es la guest star. El escritor loco y enfermizo está en el fragmento exhibido de La pasión de Juana de Arco, de Dreyer. Es un actor interpretando a un inquisidor católico en una representación autoelogiosa del poder, como es un auto de fe. El hombre que fue situacionista sin saberlo, que hizo teatro pánico antes del teatro pánico, happening antes del happening. Él está en el tejido de las ideas, en su urdimbre sólida y bella. Aunque no se encuentre en ese tapiz de espectadores cabezagordas donde está Freud, la propia Juana de Arco, y Mao con tetas. Ese público de actores, oxímoron que destruye la idea misma de espectáculo. Actores con máscaras: caracteres, o mejor, ideas. Ideas que, desde la pantalla audiovisual, miran al espectador pasivo y dominado que ha dejado de pensarlas.
Imagen de la película «El puente» (1959) de Bernhard Wicki
Y por fin, la voladura esperada y definitiva. La voz del dolor ya ha levantado la cubierta pulida de la sociedad impoluta. Es la voz de la marginación. O mejor: es la voz que nos recuerda que la gran mayoría somos marginados. Es la voz que nos recuerda que la grieta del dolor está abierta y ya no puede cerrarse. Que ya no podemos apartar la vista. Ni el oído. Por eso nos mira fijamente desde la pantalla audiovisual. Los terroristas de autor leen mucho a Lacan. Y saben que la pantalla es un espejo. El espectáculo nos mira, es nuestro reflejo rebelado contra nosotros mismos. Y ya no es el espectáculo: es el reflejo implacable de nuestro propio llanto. Aunque sea un anónimo obrero de un barrio lejano que habla desde el pozo de la locura y de la lucidez. Que también es un pozo, porque desvela la oscuridad profunda y rugosa bajo la superficie pulimentada y límpida que ha tapado sus dobleces con cal viva. Esta voz sencilla, violenta, brusca, tierna, es la voz de la humanidad imperfecta, la del pasado que pudo ser bello y el futuro que debiera poder ser. Es la del pueblo según Pasolini. El pueblo bello en su imperfección, sencillez, sabiduría vital y profunda. El pueblo que ya sólo existe bajo tierra, bajo el pavimento de la masa temerosa y aséptica, pasiva y unánime. Bajo el suelo del consumidor, del competidor y del indiferente. Es la Historia nunca muerta que acecha. En las cloacas de desmemoria y en el subsuelo de la sinrazón, otra vez la Historia que acecha, el pueblo resistente que aguarda entre las sombras, esperando nacer. Subir a nacer. Y punto. Y coma.
Y por eso nos reímos con él. Y por eso lloramos con este sabio, o con este loco lo bastante valiente para ser sabio y loco, cuando ve a unos niños defender un puente con su vida en una película muy vieja. El puente de las ideas que hay que construir y defender, porque ya no quedan puentes. Porque lo único digno y bueno y hermoso lo tendría que defender un pueblo que no ha nacido, pero quizá nazca algún día por fin. Porque tú también estás perdiendo el trabajo y perdiendo el pan y perdiste la esperanza. Porque tú lo perderás todo. Y si lo pierdes, JÓDETE. Y llora, y ríe, y aprende. La vida sin dolor no es el aprendizaje necesario. Tal vez ni siquiera sea vida. Tenemos que aprender a jodernos. Nos vemos en la calle, en la lucha, en los manicomios, en los trabajos-basura. Jodiéndonos, sí. Pero con la rabia y con los dientes apretados. Con la rabia y con la idea.
José Luis López Sangüesa
ÓSCAR BUENO, ITXASO CORRAL,
DIANA DELGADO-UREÑA Y DAVID MALLOLS
CARRETERA NACIONAL 340
Fotos realizadas por Georgie Pix en Teatro Pradillo
Te adentras en el camino, acompañado por otros, para ver el Bailar en el bosque de otros. El Bailar en el bosque que otros llevan preparando días, o quizá semanas, o quizá meses. Has aceptado la invitación y te ves caminando por caminos de tierra, entre arbustos y encinas. Y allí están los que bailan, ese bailar híbrido que consiste en estar y en hacer; en salir a duras penas de la tierra; en pasearse con las manos llenas de tierra dura y reseca o de residuos tomados de la propia tierra; en cavar en esa tierra; en correr como si el camino estuviera despejado y no existiera ningún riesgo de caída, subir y bajar a saltos que se parecen a un baile, saltos llenos de esfuerzo por no caerse, no caerse, no caerse… danzar entre la tierra firme y el cielo iluminado casi a la vez por el sol y por la luna, en ese transcurso de apenas dos horas que nos lleva a no saber hacia dónde mirar, el gran planeta o el pequeño satélite, conscientes de que ambos, con su luz increíble de aquella noche, marcaban el movimiento de sus cuerpos y de nuestras miradas. Entre sombras. Entre una luz y otra luz.
UN PEQUEÑO RECORRIDO FOTOGRÁFICO
Más información: teatropradillo.com/events/bailar_15/
[Notas de Oscar Dasí sobre Ánima. Teatro Pradillo, 16 a 19 de abril de 2015]
Por dentro de ánima
ànima nace con el objetivo de ponerme en juego desde el cuerpo. de nuevo.
un terreno de juego en el que me reencuentro con ciertas situaciones y cuestiones relacionadas con las implicaciones del acto de convocar al otro para compartir miradas.
con cómo percibimos el aquí y el ahora.
solos o entre todos. cuando nos exponemos a estar juntos
aparecen precipicios, saltos al vacío y viajes espacio-temporales. el vértigo
un intento de seguir explorando el acto de narrar como una manera de seguir atendiendo a la sabiduría que parte de la vivencia. su transmisión. darle cuerpo
también pequeños homenajes y entornos físicos entendidos como espacios de libertad para este cuerpo maduro. sin pudor. consciente de bordear lo patético
en el fondo del todo
una reflexión acerca de la realidad como movimiento
sobre cómo la pensamos y la construimos
entonces, acerca del miedo, la fragilidad, lo duro y lo sublime
del dejar de resistir sin abandonar
como cayendo pero hacia arriba
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ànima surge a partir de una invitación a participar en el programa seis cordas del teatro ensalle de vigo, con el impulso y el deseo de volver a compartir una aventura creativa con ana buitrago, que puso el anzuelo. forma parte de un diálogo que está inscrito en un viaje más extenso, más amplio, y que llamamos misiondivina. ha sido una manera de volver a poner en juego el propio cuerpo como necesidad, como condición ineludible en ese proceso de reflexión acerca de lo que pueden la acción y la presencia, como un estudio de su potencialidad.
una vuelta al cuerpo (si es que podemos decir que lo dejamos o nos abandona nunca) que en ningún momento se correspondía con el deseo de hacer una obra ni se relacionaba con la idea de repetición. cumplía su función per se. se completaba en ella misma. la invitación de pradillo ha abierto un después para el que sencillamente no estaba preparado. como suele ocurrir, no estaba previsto.
quizá por eso al principio me costaba encontrarle sentido, notaba que se desactivaba cada vez que intentaba recuperar aquello que aconteció en vigo. hasta que fui capaz de mirar más atrás. de repente tomé consciencia del recorrido completo de ánima, todos los antecedentes que la conectan con esta nueva oportunidad de hacerse presente: las experiencias de bailar, es eso lo que queréis?, el acompañamiento de elena en su última creación como obstinada célula latiente, incluso el diálogo con mauricio con motivo de su próxima presentación en pradillo. en realidad hace mucho tiempo que todo empezó a moverse en esta dirección, viajando hacia vosotros. desde entonces me dedico a prepararme para estar listo cuando nos encontremos.