Correspondencias alrededor de una obstinada célula del corazón # 6

DIÁLOGOS SOBRE EL COLOR II

Como seguramente era inevitable, en su viaje juntas, La Una y La Otra llegaron a la cuestión de la luz. El color de la muerte tenía que ver con la luz y con cómo ésta se comportaba al encontrarse con los tejidos y fluidos orgánicos. La Una aprendió algo maravilloso: la sangre pesa y está sometida a la gravedad como cualquier otra realidad física. “Hay un principio mecánico que sucede en la sangre y que es el causante del casi inmediato cambio de color entre lo vivo (lo latiente) y lo muerto y que tiene que ver con ese impulso mecánico que proporciona el corazón al latir y que se llama «livor mortis»: la hemoglobina, una proteína roja de la sangre, se precipita bajo la fuerza de la gravedad una vez que el corazón no la impulsa y, como todo en el cuerpo muerto, tiende a yacer, la razón es mecánica es el componente más pesado de la sangre”. Abandonada a su propio peso, sin nada que la ponga en movimiento, la sangre yace con el resto del cuerpo muerto, dentro de las venas. Y eso es lo que hace que la luz cambie y se comporte de otra manera dando paso a otros colores. “Quizá ese color de muerte -comenzó a sospechar La Una- es un color al que le faltan todos los rojos y el rojo de la hemoglobina el color de la vida”.

La Otra necesitó un tiempo para responder porque nunca se había parado a pensar en el cadáver como un objeto físico. Hasta entonces para ella, el cuerpo sin vida había sido algo así como el lugar de la tragedia y la tragedia lo absorbía todo. Pero, a partir de los pensamientos de La Una, La Otra se quedó pegada a lo que pasaba en sus ojos y empezó a formular preguntas encadenadas. “Quizás ese proceso hacia el gris-azul que realiza el cuerpo tras la expiración, es un proceso de pérdida de luz. Si esto fuera así, entonces podríamos pensar que la vida-alma tiene algo que ver con lo lumínico… si es que no es lo mismo!! ¿Será que en lo luminoso se debate lo anímico? ¿o que lo anímico se debate en lo luminoso? ¿Qué es eso de que el cuerpo tenga un color? ¿Cómo un cuerpo de carne puede tener luz? Es un fenómeno de la piel que actúa como superficie reflectante… ¿o es algo más? ”.

Las dos comenzaron a imaginar la hemoglobina precipitándose dentro de las venas. En ese mínimo trayecto hacia la postura yaciente de las células, se producía el fenómeno de gradación lumínica que va del rojo al azul y en el que la carne pasa de la vida a la muerte. Habían encontrado el camino a seguir, el hilito del que tirar.

Manet

Cristo muerto con dos ángeles, de Édouard Manet (1864)
Las manos de Cristo con sus llagas secas, sangre que no corre, hemoglobina precipitada.

Jaime Conde-Salazar

 De Soy una obstinada célula del corazón y no dejaré de contraerme hasta que me muera