«No es lo mismo variación que cambio. No es lo mismo poner en duda que destruir. La destrucción es necesaria. Hogueras. Fuegos muy íntimos, muy adentro, venas. Hilos rojos ardiendo. No hay que salir a las calles. Hay que dinamitarse el esófago. Hay que ponerse barricadas en el cerebro, bombardear los rincones enquistados. Cagar, vomitar, amarse, amarse, aferrarse al sistema nervioso y amarlo, desearlo, amarlo, amarlo, amarlo. No es una cuestión de discursos es una cuestión de entrañas, una cuestión de vida y muerte, y lo que está entremedio. Yo no quiero hablar con el craneo. Quiero hablar con el cerebro sangrante.»