SI TODO LO PUDIÉRAMOS APRENDER ASÍ
‘Derretiré con un cerillo la nieve de un volcán’, compañía Lagartijas tiradas al sol.
El escenario tiene plantas a los lados, detrás y encima. Guirnaldas de hojas de colores que caen y tiestos con crotones, zebrina péndulas, aralias, cedros limón, palmera de areca… La luz es cálida y el toque verdoso de la vegetación le da un aire selvático al espacio escénico. Cuando el espectador entra, se encuentra una mesa con tres actores, un micrófono, una pantalla grande al fondo, cuatro o cinco sillas y utillaje diverso. Después de anunciar que la obra empieza y recordar que se desconecten los teléfonos móviles, los actores descorren un telón que ocupaba la parte central del proscenio y el del bigote y la chica se cuelgan un cartel que identifica los personajes que interpretaran.
La primera escena es una conversación entre un entrevistador del CDHN –comisión nacional de derechos humanos– y una mujer mayor, América, madre de Natalia Valdéz, maestra desaparecida quince días atrás. El otro actor se calza el cartel de José, hermano de Natalia, para continuar contando, desde otro punto de vista, la vida de la desaparecida. Éste es uno de los dos ejes narrativos de la obra: la biografía agitada de Natalia Valdéz, maestra activista que no se amedrenta frente las presiones sindicales o patriarcales, totalmente independiente y un poco temeraria –o quizás simplemente consecuente.
Natalia hacía años que estaba escribiendo la historia del PRI, Partido Revolucionario Institucional, el partido que gobernó México 71 años seguidos. Después de los dos primeros sexenios del PAN, Partido de Acción Nacional, hoy vuelve a gobernar el PRI. Así pues, Natalia estaba investigando el partido del poder hegemónico del siglo veinte mexicano. Y éste es el segundo eje narrativo de la obra: la historia del PRI.
Para llevar a cabo este proyecto partimos de la idea de que parte de lo que somos es el cuento que nos contamos de lo que somos.
Los actores hacen mil y uno papeles –de aquí la necesidad de los carteles– para contarnos la evolución del PRI y las peripecias de Natalia, apoyándose en material audiovisual informativo –datas, fotos fijas, pequeñas introducciones– aunque a veces escalofriante –videos del asesinato de Colosio, presidenciable priista, a manos de una facción opuesta a la suya en el seno del partido, o de la matanza de los indígenas campesinos de Aguasblancas.
Los dos ejes narrativos, muy bien entrelazados, configuran con exactitud el mapa de los mecanismos que despliega el poder para perpetuarse; es una visita guiada de sus mutaciones para adaptarse a los nuevos tiempos, a cualquier circunstancia, para reinventarse y seguir convenciendo, engañando, estafando o agotando a la población. México siempre ha estado un país convulso, de volcanes y terremotos y mil culturas en colisión, y el PRI ha conseguido ser el funámbulo más persistente y macizo de los últimos 80 años. El siglo veinte es el siglo de la confluencia de todas las historias nacionales aisladas hacia un relato común, homogéneo y devastador: el de la mercantilización de la vida. Se exportan y asimilan las estrategias de dominación, transnacionales, y se afinan las tácticas de control para hacerlas menos evidentes y más efectivas. El representante en México de esta nueva manera de ejercer el poder es el PRI, que en esta obra queda muy bien retratado: el título de la pieza es Derretiré con un cerillo la nieve de un volcán, desengañada pero épica frase que dijo un candidato independiente de Oaxaca antes de meterse un tiro porque el PRI le había robado el cargo de manera fraudulenta.
Durante toda la representación hay un elemente omnipresente: el agua. El agua para reforzar una escena catártica; el agua de rumor de fondo, incansable, cual gota malaya impertérrita y ajena a los aferes humanos; el agua que purifica y hace crecer; el agua que escasea en el DF por su malversación; el agua del llanto y el duelo… A los contados recursos escénicos –rótulos, plantas, agua, proyecciones– se les saca el máximo partido; hay una clara subyugación de la estética –aunque haya momentos francamente bonitos y emocionantes– a la narración; la lírica, muy bien mesurada, solo adereza y puntúa, no abruma ni distrae: el objetivo de la pieza es otro. Derretiré con un cerillo la nieve de un volcán es teatro-documental, una lección de historia puesta en escena. Tengo que decir que como espectador, este género, tan bien trabajado, es una grata sorpresa: todo un goce. Conjuga a la perfección la voluntad didáctica exhaustiva con un punto de vista ideológico posicionado pero nada tendencioso ni maniqueo –casi no hay interpretaciones ni opiniones sobre los hechos– y una dramaturgia efectiva, a veces impactante. Los textos que aparecen al principio y al final de la obra están muy bien escritos y sobretodo los últimos son devastadores: colocan un espejo delante de las miserias, sueños y esperanzas de los espectadores, que solo podemos intentar asumir y encajar el golpe de la pedrada de la realidad: por suerte y por desgracia, no parará nunca de llover sobre mojado.
También queremos recordar que las conquistas democráticas no han sido una concesión bondadosa o gratuita del régimen, sino un hecho político ganado con la sangre y el sudor de centenares de jóvenes y adultos mexicanos. En tanto valoremos y cuidemos estas conquistas, su sacrificio no habrá sido en vano. Recordar que nadie, nunca más, debe hacer un llamado a la confianza incondicional.
Función del sábado 16 de noviembre en el teatro Foro Sor Juana Inés de la Cruz, UNAM, México DF.
Martí Sales
* Los textos en cursiva son extractos del programa de mano. Además de la obra, a la salida está disponible el libro de la Natalia Valdéz “La revolución institucional”, sobre la historia del PRI, muy bien editado, que complementa la pieza.
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SI TOT HO POGUÉSSIM APRENDRE AIXÍ
‘Derretiré con un cerillo la nieve de un volcán’, companyia Lagartijas tiradas al sol.
L’escenari té plantes als costats, al darrere i a dalt. Garlandes de fulles de coloraines que cauen i testos amb cròtons, zebrina pèndula, cedre llimona, aràlia, palmera d’areca… La llum és càlida i el toc verdós de la verdura dóna un aire selvàtic a l’espai escènic. Quan l’espectador entra troba una taula amb tres actors, un micròfon, una pantalla gran al fons, quatre o cinc cadires i utillatge divers. Després d’anunciar que l’obra comença i avisar que es desconnectin els telèfons mòbils, els actors descorren un teló que ocupava la part central del prosceni i el del bigoti i la noia es pengen un cartell cadascú que identifica els personatges que interpretaran.
La primera escena és una conversa entre un entrevistador del CDHN –comissió nacional de drets humans– i una dona gran, América, la mare de Natalia Valdéz, mestra desapareguda fa quinze dies. L’altre actor es posa el cartell de José, germà de la Natalia, per continuar explicant, des d’un altre punt de vista, la vida de la desapareguda. Aquest és un dels dos eixos narratius de l’obra: la biografia sacsejada de Natalia Valdéz, mestra activista que no s’atura davant de les pressions sindicals o patriarcals, totalment independent i una mica temerària –o potser simplement conseqüent.
La Natalia feia anys que estava escrivint la història del PRI, Partido Revolucionario Institucional, el partit que va governar Mèxic 71 anys seguits. Després dels dos primers sexennis a càrrec del PAN, Partido de Acción Nacional, avui torna a governar el PRI. Així doncs, la Natalia estava investigant el partit del poder hegemònic del segle vint mexicà. I aquest és el segon eix narratiu de l’obra: la història del PRI.
Para llevar a cabo este proyecto partimos de la idea de que parte de lo que somos es el cuento que nos contamos de lo que somos.
Els actors fan mil i un papers –d’aquí la necessitat dels cartells– per explicar-nos l’evolució del PRI i les peripècies de la Natalia, recolzant-se en material audiovisual informatiu –dates, fotos fixes, petites introduccions– de vegades esgarrifós – vídeos de l’assassinat de Colosio, presidenciable priista, a mans d’una facció oposada a la seva dins del propi partit, o de la matança dels indígenes pagesos de Aguasblancas.
Els dos eixos narratius, molt ben travats, configuren amb exactitud el mapa dels mecanismes que desplega el poder per perpetuar-se; és una visita guiada de les seves mutacions per adaptar-se als nous temps, per reinventar-se i seguir convencent, enganyant, estafant o esgotant a la població. Mèxic sempre ha estat un país convuls, de volcans i terratrèmols i mil cultures, i el PRI ha aconseguit ser el funàmbul més persistent i massís de la seva història recent. El segle vint és el segle de la confluència de totes les històries nacionals aïllades cap a un relat comú, homogeni i devastador: el de la mercantilització de la vida. S’exporten i s’assimilen les estratègies de dominació, transnacionals, i s’afinen les tàctiques de control per fer-les menys evidents i més efectives. El representant a Mèxic d’aquesta nova manera d’exercir el poder és el PRI, que en aquesta obra queda molt ben retratat, lluites intestines incloses: el títol de la peça és Derretiré con un cerillo la nieve de un volcán, una frase que va dir un candidat independent d’Oaxaca abans de fotre’s un tret perquè el PRI li havia robat el càrrec de manera fraudulenta.
Durant tota la representació hi ha un element omnipresent: l’aigua. L’aigua per reforçar una escena catàrtica; l’aigua de remor de fons, persistent, una gota malaia impertèrrita i aliena als afers humans; l’aigua que purifica i fa créixer; l’aigua que escasseja al DF per la seva malversació; l’aigua del plor i del dol… Als comptats recursos escènics –rètols, plantes, aigua, projeccions– se’ls treu el màxim de suc; hi ha una clara subjugació de l’estètica –tot i que hi ha moments francament bonics i emocionants– a la narració; la lírica, molt ben mesurada, només amaneix i puntua, no abassega ni distreu: l’objectiu de la peça és un altre. Derretiré con un cerillo la nieve de un volcán és teatre-documental, una lliçó d’història posada en escena. He de dir que com a espectador, aquest gènere, tan ben treballat, és una grata sorpresa i un goig. Conjuga a la perfecció la voluntat didàctica exhaustiva amb un punt de vista ideològic posicionat però gens pretensiós ni maniqueu –gairebé no hi ha interpretacions ni opinions sobre els fets– i una dramatúrgia efectiva i de vegades impactant. Els textos que apareixen al principi i al final de l’obra estan molt ben escrits i sobretot els finals són devastadors: posen un mirall al davant de les misèries, somnis i esperances dels espectadors, que només podem intentar assumir i encaixar el cop de la pedrada de la realitat: per sort i per desgràcia, no pararà mai de ploure sobre mullat.
También queremos recordar que las conquistas democráticas no han sido una concesión bondadosa o gratuita del régimen, sino un hecho político ganado con la sangre y el sudor de centenares de jóvenes y adultos mexicanos. En tanto valoremos y cuidemos estas conquistas, su sacrificio no habrá sido en vano. Recordar que nadie, nunca más, debe hacer un llamado a la confianza incondicional.
Funció del dissabte 16 de novembre al teatre Foro Sor Juana Inés de la Cruz, UNAM, Mèxic DF.
Martí Sales
* Els textos en cursiva són extractes del programa de mà. A més de l’obra, a la sortida hi ha disponible el llibre de la Natalia Valdéz “La revolución institucional” sobre la història del PRI, molt ben editat, que complementa la peça.