“It’s the economy, stupid” (Bill Clinton)
Esto no es en absoluto lo más importante, pero ya que estamos, vamos a resumir el 2014 poniéndonos en su terreno:
Unos 100 billetes de avión, algo así como 150 horas esperando en las zonas comerciales de aeropuertos, más de 20 largos trayectos en coches alquilados con unas 50 paradas en gasolineras o estaciones de servicio, 50 billetes de tren con sus respectivos vagones restaurante por un total de más de 100 horas sobre raíles y 2 trayectos de media hora en watertaxi. Más de 70 habitaciones de hotel ocupadas con toallas tiradas por el suelo, más de 1.000 desayunos, comidas y cenas on tour. Muchas lavanderías. Algo así como 15 discotecas, 40 bares de copas y unos 350 gin tonics consumidos, más de 1 kilo de paracetamol comprado en farmacias de decenas de ciudades. Tropecientos taxis a altas horas de la madrugada. Más de 25 festivales, teatros o centros de creación internacionales llenados de contenidos y muchos, muchos miles de euros en cachés traídos de fuera e inyectados directamente en la economía española (estamos vaciando las arcas de medio mundo, euro a euro).
Y nosotros no somos más que una de tantas compañías huyendo del erial, moviéndose, trabajando, invirtiendo, añadiendo valor. La cultura es el tercer motor de Europa. Los creadores, su gasolina.
Y los muy imbéciles nos están ahogando, se la están cargando.
2014 ha sido el año en que la situación laboral en España para los teatreros ha tocado límites insultantes, el año en que la desfachatez de los políticos retrógrados y conservadores que nos gobiernan desde Madrid y Barcelona han acabado de poner en jaque el sistema teatral con su ideologizado plan de desahucio de la cultura (míralos cómo sonríen como hienas satisfechas), el año en que las estructuras teatrales públicas han acabado de dar la espalda a la creación contemporánea poniendo por delante los intereses de sus huertecillos y entrando en el juego de las administraciones, el año en que muchos de nosotros empezamos a decir basta y a organizarnos para dar una respuesta, el año en que llegamos al límite y cogimos impulso para contraatacar.
2015, prepárate. Porque vas a ser el puto año de la revancha.