Luisa dijo bai-bai, y marchó hacia Oriente en busca de David el gnomo, maestro zen del Bricolaje, para que le enseñara el arte de la paciencia, que ya es autoputada, tener que ser paciente después del último Traspiés… aquel enorme tropezón donde se pegó de morros con el suelo y viendo la habitación desenfocada, dijo, ¡ya está!, esta es la última.
Cerró la puerta tras de sí , se dirigió rumbo al primer bosque que encontrase,
respiró hondo y pensó :
si no fuera por la panza me dedicaría a la danza.