BAILARINA (2014) Teaser. Versión en español from Sonia Gómez on Vimeo.
Tenía ganas de ver a Sonia Gómez de nuevo. No sé si lo pensé entonces, cuando fui a verla el sábado al TNT, o lo pienso ahora mientras escribo, pero en en algún momento me acordé de lo que decía Jaime Conde Salazar en la intervención que hizo en el Nyamnyam por invitación de El conde de Torrefiel, hace unos meses. Hablaba de la actitud con la que vamos a ver lo que sea. Bueno, lo que sea no porque comparaba la actitud que tenemos cuando nos ponemos a ver porno con la actitud con la que nos sentamos a ver una pieza, un espectáculo, una película, lo que sea. Lo que sea menos porno, porque la actitud que tenemos cuando nos ponemos a ver porno está clara: vamos a corrernos. En cambio, cuando vamos a ver lo que sea no siempre. Pero Jaime venía a decir que mejor nos iría, a todos, si fuésemos con esa actitud. Lo que quiero decir es que a Sonia Gómez fui a verla con ganas. Presentaba por primera vez Bailarina. Unos días antes vi el vídeo que he puesto al principio, un vídeo sin apenas sonido, muy austero, realizado en colaboración con Txalo Toloza-Fernández, con quien lleva años trabajando. Esta vez Txalo no está en escena ni tampoco sus vídeos, como otras veces. En lo último que vi de Sonia ni siquiera Sonia estaba en escena. Ahora Sonia está sola, en un espacio rectangular, en una habitación antigua, en la sede de Els amics de les arts de Terrassa, rodeada del público. Poco público, veinte o treinta personas como máximo, no deja pasar a más. La mayoría del tiempo ni siquiera suena música. Sólo ella, algunos objetos mínimos, algunos prácticamente invisibles, su voz y un equipo de música que ella misma manipula. Algo íntimo, de cámara. No hay luces. Algo muy desnudo. Iba a decir frágil pero, además de que me parece que esa palabra es un viejo cliché que no he pensado yo por mí mismo, es que me viene a la cabeza otra palabra muy diferente. Fuerte. Sonia está fuerte. Andas como un pingüino. Te mueves de manera interesante. Encuentras algunas posiciones cómodas. Mientras Sonia va soltando frases como éstas, espaciadas en el tiempo, se mueve muy cerca del público y realiza acciones muy mínimas la mayor parte del tiempo. Muy contenida. Después de una secuencia relativamente corta, las frases se repiten y, poco a poco, algunas se enriquecen, pero siempre vuelven a su formulación esencial. Como la música electrónica de club que siempre ha acompañado el trabajo de Sonia. Llevas un banco de madera de pino de la tienda AOO SL. Mueves las piernas poco a poco y tendría que sonar el tema Omega de la cantante sueca Molly Nilsson. Es un placer seguir la composición coreográfica. Bailarina es un espectáculo pequeño, dedicado al público, comparto con ellos lo que he aprendido o no después de tantos años actuando. Y al mismo tiempo abandonarse a la contemplación y perder el hilo. Sonia nos sitúa de tal manera que vemos al resto del público. Las caras de estupefacción de una adolescente y la que parece su madre (quizá atraídas equívocamente por el título de la pieza y la figura de una bailarina de clásico que aparece en el programa) contrastan con el aspecto adusto de un señor que debe superar los 90 años y que no tengo claro si es el William Burroughs de Terrassa o lo está pasando mal (pero no, al final descubro que no lo pasó mal, que seguramente está más cerca de Burroughs que de la niña adolescente aterrada, lo que me lleva a otras reflexiones sobre -ya está bien, dejemos ese tipo de temas a un lado, que ya cansa). Hace ya mucho tiempo que voy a ver a Sonia Gómez cada vez que estrena algo nuevo. Cuando hace tanto tiempo que sigues el trabajo de alguien con placer e interés, puede que un día te entusiasme y otro te decepcione pero no es lo mismo que si acabas de aterrizar. Es como si cada vez fuese un nuevo movimiento de una obra muy larga. O un episodio de una serie interminable. Sólo que lo vives en tiempo real. Vamos creciendo juntos. No puedo evitar ver esta pieza dentro de esa perspectiva. Cuando vi la trilogía Egomotion (Yo estoy en este mundo porque tiene que haber de todo, Yo no soy nadie, pero me cago en tu puta madre y Yo no hablo inglés, pero a veces me lo paso bien) nunca imaginé que vería a Sonia haciendo algo así. Me alegro de que, después de tanto tiempo, sigamos vivos. Me alegro de que Bailarina sea tan emocionante, tan Sonia Gómez sin, aparentemente ya, pretenderlo y, a la vez, tan inesperado. Me alegro de que aún me siga sorprendiendo. No sé qué más decir para que entendáis todo lo que me gustaría decir. Sólo espero que os hagáis una idea.
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