A Liang Liang le hace mucha gracia descubrir que Master tiene cuarenta años. Liang Liang es una jovenzuela descarada, nacida en Girona y acostumbrada a compartir pupitre desde niña con chavales negros que hablan en catalán. O pakis o chinos, como ella. Un negro charnego no es ya una gran sorpresa para los de su generación. Pero que Master tuviese esa edad no se lo imaginaba para nada. Para Master tampoco es una sorpresa encontrarse con gente que le echa menos años de los que tiene. Lo que no está acostumbrado es a liarse con jovencitas de la edad de Liang Liang. Aunque Liang Liang insista en no confesar su verdadera edad Master está seguro de que no pasa de los veinticinco. Eso quiere decir que cuando lo del 15M Liang Liang tenía veintidós años, no más. Master la envidia por eso. En la cama, abrazada a Master, Liang Liang le cuenta que lo de las acampadas le pilló en París, visitando a una amiga. Al principio su amiga y ella iban todos los días a la Bastilla a juntarse con el grupo de gente que apoyaba a los españoles. Pero solo aguantaron unos días, luego no pudieron resistirlo más y bajaron en tren hasta Barcelona. Los primeros días fueron una fiesta. Menos mal que decidieron volverse a Barcelona. Si no, cuando luego la cosa se puso chunga no hubiesen podido entrar en España. Liang Liang le cuenta a Master el miedo que pasó el día que los mossos intentaron desalojar la plaza. A ella casi se la llevan. Si no llega a ser por un iaioflauta se la llevan fijo. Ella era de las optimistas pero nunca imaginó que la cosa pudiera acabar así. Toda aquella gente acorralando a los mossos, rodeando el Parlament, el Congreso ardiendo… Al principio Liang Liang no se podía creer los tuits que decían que el presidente de la Generalitat había huido del país en helicóptero, lo de que el ejército se había negado a disparar contra los manifestantes en Madrid, la dimisión del Gobierno, el exilio de la familia real, lo del cierre de las fronteras y todo eso. Luego vino lo del proceso constituyente, la salida del euro, la milagrosa decisión del gobierno yanqui de no intervenir, demasiado preocupado por salvar los muebles en Europa con la megacrisis provocada por la salida de España del euro, la ultraderecha desbocada, el fantasma de la resurrección de la guerra fría, la alianza chino-rusa, todo lo que Master conoce tan bien como ella, la típica conversación incrédula y emocionada que, desde entonces, millones de personas han mantenido ya cientos de veces cada una. Desde que la República ibérica se ha convertido en lo que al principio llamaban la Suecia del sur (ahora ya no, porque Suecia está hecha una pena), esto no hay quien se lo crea. De hecho mucha gente aún sigue sin dar crédito. No es el caso de Master. Él sabe perfectamente que todo esto no es producto de ninguna casualidad, por supuesto. Pero Master deja hablar a Liang Liang, su voz es la mejor música para él, mientras acaricia su pelo, encantado. Tiene todo el tiempo del mundo.