Junio es el último mes de la primera edición del ciclo Todo lo que me gusta es ilegal, inmoral o engorda en el Nyamnyam. ¿Habrá segunda edición? Es posible. El invitado del último mes es Marc Vives. Él mismo presenta sus sesiones como la continuación de cierta investigación entorno a lugares para la festividad. Con más detalle: Un grupo de personas se reúnen en un espacio de Poblenou para celebrar, con el salvoconducto de la comida, el hecho de estar juntas. Ese pacto se renueva de manera semanal, la espera ocupa el tiempo entre las celebraciones. Un calendario marcado de hitos. Marc nos espera cada jueves al mediodía en el portal del Nyamnyam mientras esperamos a que vengan todos los que han confirmado su asistencia. Pero cuando llegan no subimos al Nyamnyam. Marc nos lleva de paseo por Poblenou y, por el camino, nos cuenta de qué va todo esto. Vamos a visitar lugares en los que Marc ha estado de fiesta o, como mínimo, se lo ha pasado bien. El primer día nos hace caminar imprimiendo un ritmo infernal que obliga a que el grupo se estire como un pelotón de ciclismo cuando alguien protagoniza una escapada. La primera parada, después de una caminata de quince o veinte minutos, es la casa de un amigo suyo donde Marc ha acabado muchas noches de fiesta.
La casa realmente parece un lugar propicio para lo lúdico. Tiene hasta una máquina de marcianitos, de esas de bar, que el amigo de Marc se ofrece a enchufar a la corriente para que pueda escoger entre los cientos de juegos que tiene cargados. Pero no me da tiempo. Marc pone un par de singles del grupo barcelonés de rock progresivo Máquina! y nos dice que hay que irse.
De nuevo en la calle, Marc nos cuenta algo sobre la historia del grupo. Marc dice no recordar muy bien los datos que recopila por ahí. Estos recorridos que ha preparado para el Nyamnyam le deberían servir, entre otras cosas, para fijar en su memoria algunos hitos al relacionarlos con los espacios que visitamos. Pero durante estas sesiones repite algunas veces que quizá su relato no esté siendo muy fiel a los hechos. A mí me pasa lo mismo. Y como no tomo notas para escribir estas notas, quizá me invente algunas cosas y, no es que no sea fiel a los hechos, sino que quizá ni siquiera sea fiel a lo que contó Marc. Aceptemos esto y continuemos adelante sin echar la vista atrás. Pero antes os diré que recuerdo que Marc habló de que Máquina! fue un grupo por el que pasaron tantos músicos que, más que un grupo, era como una especie de marca bajo la cual no sabías nunca qué te ibas a encontrar. Pensé en Black Tulip. Luego pensé: mejor no hablar de este tema. Ahora pienso en otros colectivos que relaciono con Marc Vives. Algunos muy conocidos como su dúo artístico con David Bestué (ahí es cuando le conocí, como muchos, por su inconmensurable Acciones en casa) pero otros no tan conocidos como el interesante blog Por la vena que, durante sus inicios, me alimentó bastante. Pero sigamos. Mientras yo pensaba todo esto (es mentira, la mitad de todo esto lo he pensado ahora mientras estaba revisando lo que he escrito, en realidad lo estoy escribiendo al final), llegamos al Casino de l’Aliança de Poblenou. Por lo visto, allí Máquina! dio un sonado concierto en los 70. En el Casino nos espera su presidente, que nos hace de guía en una visita por cada una de sus salas. Cuando nos despedimos de él, nos sentamos en los bancos de la plaza de la Rambla de Poblenou y el equipo del Nyamnyam nos entrega unos suculentos bocadillos de ternera y unas cervezas. De postre, orchata de El Tío Ché, que está allí mismo, acompañada de fartons.
El siguiente jueves nueva excursión a pata. Esta vez la primera parada es el entrañable Hi Jauh USB?, un local en el que Marc estuvo de fiesta el fin de semana anterior, en un concierto. Un miembro de la asociación cultural que lleva el local nos cuenta un poco sobre el sitio, que llevan entre unos cuantos grupos de música que ensayan ahí. No enseña dónde ensayan y el estudio de grabación que allí tienen. Algunos sábados organizan conciertos por la tarde.
Descubrimos que Los Ganglios (gente de reconocido buen gusto) son amigos de la gente del Hi Jauh USB? y ensayan ahí. Ya en mi casa he descubierto más cosas: De la conjunción Ganglios/HiJauhUSB? han salido grandes cosas y grandes cosas están por salir. De todos modos, hay que tener claro que lo más grande que haya salido y probablemente vaya a salir es Die Katapult. ¿Y a qué suenan? Pues a mí me recuerdan al grupo más alemán del sur de los Pirineos. Y no, no son ninguno de esa tropa interminable de grupos “kraut” que han aparecido en los últimos 2 o 3 años. A mí me recuerdan a Hidrogenesse, ahí es nada.
En el Hi Jauh USB? nos sirven un excelente vermú mientras nos detenemos en la contemplación de algunos detalles de la decoración como este Poblenou es el nuevo Baix Llobregat que casi nos convence. Volveremos por aquí pronto, seguro.
A la salida, Marc nos cuenta que todo esto parte de otro de los hitos que maneja en su personal investigación. El caso es que por aquí cerca había una fábrica enorme que se llamaba Can Culleres, fundada a principio del siglo XX y que no cerró hasta los ochenta. Esta fábrica, que ocupaba varias manzanas y de la que ahora no queda en pie más que un trocito de nada abandonado, dio trabajo a muchísima gente del barrio y, por lo visto, no debía tratar mal del todo a sus trabajadores, para lo que se llevaba en aquella época. En los cincuenta la fábrica levantó un edificio de viviendas para trabajadores que ocupaba toda una manzana de la calle Pallars. Ese edificio, de los arquitectos Oriol Bohigas y Josep Martorell, recibió el premio FAD de 1959. Para celebrarlo, Can Culleres invitó a vermú al barrio. Por lo visto, esta fiesta fue un hecho señalado. Algunos de los viejos del lugar aún lo recuerdan. De ahí el vermú al que nos invitó Marc en homenaje a ese hito festivo del barrio. Luego nos invitó a acercarnos al edificio de viviendas y, para acabar, nos adentramos en un parque que se encuentra en los terrenos donde se levantaba la fábrica. Ahí, en unos bancos al sol, degustamos una fideuà con la misma carne de ternera del bocadillo del jueves anterior (una carne que estuvo cocinándose diez horas en el horno, a fuego lento), regada con vino del Montsant, ante la mirada atónita de la gente que cruzaba el parque. Bien mirado, quizá compusiésemos una estampa algo extraña.
Algunos de los monólogos de Marc Vives, irreproducibles, que tuvieron lugar en las comidas, y que se adentraban en historias y anécdotas personales, fueron de lo más interesante. Marc intentó convencernos de que no estaban preparados sino que sus relatos surgían debido a la atención que le prestábamos por el hecho de que él era el protagonista de estas sesiones. Eso dijo él. No puedo contrastarlo y, como no me atrevo a reproducirlos, os invito a los interesados a que no os volváis a perder ninguna historia de las que monta Marc. Nunca se sabe.
Pero esto no se ha acabado todavía. En la tercera sesión Marc nos invitó a pillar el autobús hasta el Parc Central de Poblenou, diseñado por Jean Nouvel, que se encuentra enfrente de Hangar. Durante el trayecto pasamos delante de la cooperativa La Flor de Maig, una cooperativa de consumo histórica fundada en 1890. La cooperativa tenía una granja en Cerdanyola del Vallès para proveer a sus miembros de alimentos a buen precio y no depender de los proveedores locales. Según la historia que nos contó Marc, esta cooperativa se fue al garete por cierta especulación relacionada con el precio del suelo, pero ha dejado huella en el barrio. Un barrio que, digámoslo ya, tiene un pasado anarquista muy importante. Una vez en nuestro destino, el moderno parque del arquitecto de la fálica torre Agbar, Marc nos contó cómo, para la inauguración de este parque, el ayuntamiento de la ciudad montó una gran fiesta en la que tocaron Los Sírex. Marc se detuvo en este detalle: un grupo como Los Sírex, ¿qué propone el ayuntamiento escogiendo a Los Sírex? Y creo que habló de Máquina! de nuevo, como grupo experimental que era, y contrapuso el modelo de fiestas organizadas por el ayuntamiento (que se nos ha impuesto) con el modelo de autogestión de la cooperativa La Flor de Maig o las fiestas de Bilbao, que los propios vecinos gestionan y en las que el ayuntamiento tiene el trato de no meterse. En esa fiesta de inauguración del parque en el que nos encontrábamos hubo paella popular de esas gigantes (o eso dice Marc) y, como el parque está al lado de Hangar, lugar donde Marc dijo recordar haber pasado algunos buenos momentos trabajando en alguno de sus espacios, Marc nos invitó a comernos la paella que Iñaki Álvarez acababa de preparar para nosotros en uno de sus patios. Cosa que hicimos con gusto. Paella David contra paella Goliat. Y quedamos invitados para la noche del próximo lunes, traca final de las sesiones de Marc Vives y del ciclo Todo lo que me gusta es ilegal, inmoral o engorda, coincidiendo con la verbena de San Juan, fiesta señalada en esta ciudad. Esto ha sido todo, amigos. Aunque yo creo que habrá más.
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