Me acerqué al CA2M de Móstoles para la presentación de Cris Blanco en el ciclo ACENTO. Pero eso os lo cuento en el siguiente post. De rebote, al llegar al CA2M me encontré con la exposición de Los Torreznos (Rafael Lamata y Jaime Vallaure): Cuatrocientos setenta y tres millones trescientos cincuenta y tres mil ochocientos noventa segundos.
Lo primero que vi, mejor dicho, que oí, fueron sus voces en el hall reclamando atención, al estilo de la megafonía de un aeropuerto. Bueno, de un aeropuerto de los de antes. Quiero decir, no como la terminal 1 del aeropuerto de Barcelona que, como me contaba el otro día Javi Álvarez (que también estuvo la semana anterior en el CA2M en las sesiones de Cine Revelado organizadas por Playtime), es una megafonía que emite un mensaje que se desactiva a sí mismo porque sólo dice algo así como que por esa megafonía no se emitirá ningún mensaje (¡menuda obra conceptual!). Volviendo al hall del CA2M, allí se oían cosas como: ¡Atención! (así, a secas). O: Por favor, no intenten ir deprisa; Por favor, un poco de flexibilidad siempre es bienvenida, gracias; Por favor, caminen más deprisa, gracias. Entre una cosa y otra pasé tiempo en ese hall, diría que siempre escuchando alguna frase nueva. Más tarde pillé el ascensor y allí me topé de nuevo con las voces de Los Torreznos. Esta vez iban diciendo la hora exacta, uno las horas y otro los minutos, sin parar. Un poco después pasé por el lavabo. Allí también me esperaban los Torreznos, esta vez con Los Recuerdos: Me acuerdo de la paella; Me acuerdo de los sujetadores; Me acuerdo de las bragas. Y así todo el rato. De todas formas, yo, ocupado con otras cuestiones, pero sin tiempo para recorrer la zona expositiva, aún seguía preguntándome en qué consistiría la exposición de Los Torreznos. Más tarde me sorprendió que desde recepción me avisaran de que tenía una llamada. Un poco como antes, cuando no teníamos móviles y la gente te llamaba al bar donde esperaban encontrarte. Bastante extrañado de que alguien supiese que yo estaba en el CA2M y utilizase ese raro recurso para contactar conmigo, cogí el teléfono y una voz extrañamente familiar me preguntó, si no recuerdo mal, que cómo estaba y que qué me estaba pareciendo la exposición. ¿Perdón? Mientras reaccionaba, y antes de responder (o sea, al estilo gallego), pregunté que con quién estaba hablando. Era Jaime Vallaure, uno de los Torreznos. Le dije la verdad: que yo no había ido a ver la exposición, que no sabía si había visto la exposición porque hacía rato que me preguntaba si ahí arriba, en alguna sala, había más cosas relacionadas con la exposición o si, de hecho, la exposición era lo que os acabo de contar. Aprovechando que tenía a uno de los Torreznos al teléfono pensé que no podía perder la oportunidad de hacerle una mini-entrevista. Así que comencé a preguntar. Jaime me contó que la exposición era básicamente lo que yo ya había visto (o más bien, oído). A parte de eso, había un libro que podía consultar en el hall (y que se puede comprar o descargar gratuitamente en la web del CA2M), un par de intervenciones en el periódico del CA2M y algunas acciones puntuales. Según me contó, cuando desde el CA2M les llamaron para realizar esta exposición les dijeron que no les podían ofrecer espacio pero sí tiempo. De ahí el formato de la exposición, que ciertamente no ocupa ningún espacio sino que lo invade acústicamente. Me informó de que la misma conversación telefónica que estábamos manteniendo formaba parte de la exposición.
Por lo visto, según me contó él, cada día, varias veces al día, Los Torreznos llaman para intentar hablar con algún visitante. En recepción me dieron más detalles: ante la invitación a hablar por teléfono con los artistas hay gente que se presta sin más, hay gente que rehúye la invitación, hay gente que realmente había venido a ver la exposición y hay gente que simplemente pasaba por allí, buscando los servicios, por ejemplo, que están abiertos libremente al público (quien seguramente debe llevarse una buena sorpresa al toparse con la instalación sonora de Los Recuerdos). Jaime me contó que, a partir de lo que los visitantes les cuentan, Los Torreznos se plantean ir modificando alguna de las instalaciones durante el tiempo que dure la exposición, que se clausura el 18 de mayo. Yo le felicité por el currazo, él me pidió mi dirección de correo electrónico y nos despedimos. Más tarde me envió un par de imágenes con las intervenciones que Los Torreznos han realizado en el periódico del CA2M. Una la dejo aquí abajo (pinchad en ella para ver toda la tira completa) y la otra la encontraréis al final del post.
A continuación me agencié el libro de la exposición que encontré en la mesita del hall y, cómodamente instalado en el sofá que tienen ahí, lo ojeé un rato. El libro, en castellano e inglés, contiene textos de Los Torreznos, Isidoro Valcárcel Medina, Black Tulip, Tomàs Aragay, Juan Domínguez, Òscar Abril Ascaso, Bartolomé Ferrando y unas cuantas firmas más. Un poco al azar, ojeando el libro, me llamó la atención una conversación entre Los Torreznos y Òscar Abril Ascaso (quien, por cierto, cotilleo, deja el Estruch de Sabadell para irse a la Laboral Centro de Arte de Gijón). La conversación gira alrededor de la performance española de los años ochenta y noventa. Allí descubrí que los componentes de Los Torreznos se conocieron en un taller de Valcárcel Medina y que fundaron los Torreznos hace 15 años (o, lo que es lo mismo, hace cuatrocientos setenta y tres millones trescientos cincuenta y tres mil ochocientos noventa segundos, que es el nombre de la exposición). Pero lo que realmente me atrapó de esa conversación fue el descubrimiento de otra presunta generación silenciada, como diría Un Perro Paco. Y van unas cuantas. Cito a Jaime Vallaure (página 46).
J.V.: (…) Entre el 90 y el 96 había bastante contacto con performers que ya tenían un trabajo fantástico, como Jaume Alcalde o Borja Zabala, pero que han sido barridos totalmente de la memoria colectiva; de la nuestra en el ámbito del arte y de la de todo el mundo en general. A mí eso me da un poco de rabia, ya que rompe la transmisión generacional. Y provoca que te vuelvas a encontrar ahora ante situaciones que ya habían sido tratadas anteriormente, y muchas veces de forma más interesante. Supongo que hace veinticinco años había más libertad y menos expectativa que en estos momentos. Y es cierto lo que dices: creo que hay un rotundo fracaso instalado en esa ausencia de memoria, como si hubiera desaparecido una civilización entera.
¿Quién es esta mano negra que se encarga de barrer ciertos nombres de la memoria colectiva y de encumbrar otros? Dejadme que os diga que a mí esta me parece una buena razón para tomarse la molestia de dejar constancia de lo que hacemos y de lo que pasa a nuestro alrededor. Y, para rematar este apasionante tema que, haciendo honor al título de estas notas, patina ya muy lejos de la exposición de Los Torreznos, dejadme que acabe con otra cita de Jaime en la página siguiente de este interesante libro.
J.V.: Al hilo de lo que dice Rafa, me viene a la cabeza lo que contaba Primo Levi sobre que los supervivientes de los campos de exterminio no fueron los más valientes, ni los más preparados, ni los más fuertes. No. Posiblemente, los que quedaron eran los menos aptos para sobrevivir. En ocasiones, en el ámbito del arte, salvando las distancias, tienes esa sensación. Es decir, el más talentoso, el más inteligente, el más preparado es el que ya no está, no aguanta el pulso. Quedan otros, o quedamos otros que no tenemos todas esas cualidades. Pero hay circunstancias, algunas incluso ajenas o no buscadas directamente, que te permiten seguir adelante sin fijarte en quién se queda por el camino.
Me gusta esta nota. El je me souviens homenaje, el teléfono homenaje a Valcárcel, y los entresacados de Jaime, el ir y venir en la nota entre lo descriptivo, lo reflexivo y lo cotidiano. Un ir tranquilo que llega a tener hasta ramalazo informativo puro. Te envidió el hábito de estas notas, su continuidad que las dotan, como decía, de mesura calma. Siga, siga por favor.
Gracias, Pablo. Todo es ponerse aunque no creas que no me cuesta darles continuidad. Pero ya estoy preparando la siguiente. Voy.
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Menos mal, Borja.
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