No estaba Angélica, que viene a Radicals, pero estuvo Esther. En mi cabeza para siempre su caminar enérgico y el inicio, sus vaivenes sutiles en circulo, ofreciéndose a todos. Luego el discurso.
«Quienquiera que seas, ahora pongo mi mano sobre ti para que te conviertas en mi poema» Walt Whitman
No es Esther una «señora» a lo Yoko Ono. Es una señora. 72 años , dijo. Al principio yo noté al público inquieto, sorprendido. Alguien mayor en el escenario del CCCB sin tatuajes, canta como una almeja. Se necesitan unos minutos para comprender que no se trata de una vieja tarada, tiene una apariencia demasiado normal. Pero poco a poco engulle a todo el mundo. No veo artistas de una edad haciendo este tipo de cosas, no nos han allanado el terreno los artistas de generaciones anteriores. Hubiera estado bien. Claro que los hay , pero poquitos creo. Kazuo Ohno o Maria Dolores Pradera son otro rollo.
Se aplaude a Esther por cautivadora, valiente , única. Las preguntas del público me parecian de grupo de gestalt.
Yo no tenia preguntas para hacerle, yo tenia preguntas para mi:
-¿Como sentiré a esa edad?
-¿Me plantaré delante de 300 personas jóvenes a explicar mis pájaras?
-¿Que pájaras tendré?
-¿Tendré tambien artrosis?
-¿Seguiré todavia apenada por Michael?
-¿Seré una anciana rodeada de gatos en casa?
-¿Participaré en el espectáculo de algun creador emergente?
-¿Habrá muerto Miguel Bosé?
La única pregunta que yo sé perfectamente qué responder era la que le hizo una chica sobre si le apetecia gritar en ese preciso momento.