ellos dos aparecen con la calma que les da el conocerse, el saberse uno al otro. Cerquita uno de ellos se medio deshace por partes, el otro escucha y le coge el pie, los pies, o a veces le da la espalda; es como si ordenase y obedeciera, es como recoger las migas de pan que el otro deja. Al llegar a un punto ruedan, uno pone su boca suavemente en diferentes partes del cuerpo del otro, el otro que no es tonto, se da cuenta y se las ofrece, le ofrece su sexo, su dedo meñique.
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