Imaginad una alfombra de libros abiertos justamente por la mitad.
Parece un desierto lleno de dunas, o un océano agitado.
No se puede leer ni una palabra.
No se percibe ni una letra.
Estamos lejos.
Entran dos seres.
Pisan las páginas sin pudor.
Se doblan, se arrugan, se rompen.
Se plantan en medio y se disponen a largar.
De sus bocas solo salen babas a destajo sin parar.
Los libros se llenan de saliva.
Saliva en abundancia.
Resbalan.
Caen.
Articulaciones rotas.
Siguen hablando.
Mientras estos dos seres siguen parloteando y babeando en el suelo, entra otro ser y se aposenta encima de sus dos cabezas. Una nalga en cada cabeza.
Y dice:
Soy maleducado por naturaleza
Soy fiel a mi origen orgiástico
Soy fanático de la revolución y de la imaginación.
Me masturbo cada día viendo porno amateur porqué el otro, el profesional, me parece falso y arcaico. El porno amateur es violento y real, a veces incluso me quedo mirando (una mirada completamente analítica) si intuyo que la víctima no tiene conciencia de serlo. Si la víctima no tiene conciencia de ser parte de una ficción, de un juego pactado, me siento testigo de algo real, de la verdadera vida. Me siento testigo de la belleza extrema que florece de la violencia. Eso me provoca asco y repulsión, y a la vez me proporciona momentos de divagación intelectual placenteros.
-Ver otra gente siendo engañada por unos simples doscientos euros, hace que me sienta identificado.
-Verse, por analogía, a uno mismo aceptando un sueldo fijo por dejarse dar por culo rutinariamente.
-Ser consciente de estar inmerso en un juego ficcional para el lucro de otros.
-Soy parte de una película.
Cuando me doy cuenta de esto, se me aparece la virgen y me explota la belleza de la existencia mundana en el hipotálamo. Decido entonces dejar de hacer lo que estaba haciendo para ponerme a pensar. Pensar muy seriamente. Quiero pensar sobre la existencia de ciertas cosas funcionales de nuestras vidas mundanas. Ser parte de la película y no ser consciente del porqué de tu participación es absurdo y necesario. Es mejor, y más sano, participar y no ser consciente de la absurdidad del asunto, para poder disfrutarlo, que participar conociendo las condiciones, las consecuencias y el efecto de las causas.
Entonces se me ocurre que todo el mundo debería llegar a la misma conclusión a la que he llegado yo en mi gran momento de lucidez, y que lo ideal, para darle sentido a mi proyección de futuro, seria abrir una escuela de arte, para sentirme como un gurú abre mentes, y escribir un manifiesto con ciertos puntos a cumplir por obligación. Todos los alumnos deberían firmar y besar el manifiesto (una muestra de amor a la belleza) y aspirar a ser como yo. Yo dejaría de escribir y de producir mierda para poder dedicarme a controlar si firman y besan el manifiesto. Les obligaría a poner mi nombre en su currículum y no les dejaría trabajar ni producir hasta que no tuvieran mi misma revelación intelectual y que en consecuencia fueran lo suficientemente artistas como para entrar en el mercado. De esta forma cada vez habría más artistas mejor cotizados con mi sello produciendo belleza por el mundo, y eso sería un gran reclamo para los futuros alumnos artistas. El estado me tomaría por fin en serio y de esta forma tendría las capacidades, la economía y la protección necesaria para hacer de mi escuela de arte una escuela seria que pudiera ofrecer estudios serios con reconocimientos serios.
Cuando acabo de pensar retomo lo que había dejado a medias y lo acabo.
Esta pieza quedaría inacabada. A partir de aquí: libre albedrio de imaginación al gusto del lector.