Habíamos hecho nuestro examen de realismo norteamericano bajo la dirección del Maestro Tavira en el foro de la Casa del Teatro. Y los dos teníamos una buena sensación, compramos unas caguamas y nos fuimos a casa de Aleksei, brindar por el examen, al otro día les tocaba a los otros compañeros, y nosotros dos teníamos un día libre, y la noche se presentaba como un lugar de reposo, ligero, pero a la vez lleno de alegría y orgullo, salir de ese examen con un estado de animo positivo era muy satisfactorio, era lo mas de lo mas. Destapamos una caguama para cada uno, y sacamos nuestros cigarros, yo como siempre mis faros y el sus Marlboro. Aleksei, hablo de un trazo que le requería mucha exactitud y le costaba mucho trabajo, yo me escuchaba en sus palabras, porque el Maestro Tavira cuando te dirige te marca tus movimientos y quiere que los hagas exactamente como el te los pide, ni más ni menos, si quiere que des un golpe en la mesa con el puño cerrado tiene que ser así y no sustituirlo con una golpe en la mesa con la palma abierta, además te pide que tus operaciones mentales las hagas y que no las supongas, y es que eso es evidente porque como bien dice: sí las suponen no suceden. Después encendimos un toque de mota y seguimos bebiendo, hablando de teatro y del examen, pero ahora el tema era la famosa bifrontalidad, porque hay cosas que el personaje no sabe y el actor tiene que saberlo todo. Como cuando tienes una indicación técnica y ala vez tienes que estar dentro de la ficción. A mí esos retos me encantan, cuando el personaje esta abriéndose y se desagarra por que en ese momento le han dado una noticia fuertísima y como actor tienes que dejar que eso te suceda, permitírtelo y a la vez no salirte de la luz, hablar a cierto volumen porque el espectador de la ultima fila te tiene que escuchar. Hay una anécdota en el taller de teatro de Moscú, cuando Stalinislavky les puso un ejercicio a su compañía, el ejercicio trataba de que un personaje X llegaba a su casa y recibía una carta en donde anunciaba la muerte de su Padre, se dice que a un actor le dio un paro cardiaco en pleno ejercicio y nadie le creyó. El teatro es real, sucede en tiempo real, pero el actor hace un chip en su mente, esta también en la ficción, es como jugar a estar en el estado de vigilia y a la vez en el estado de ensoñación, un juego un poco peligroso, porque si no lo tienes claro puedes confundirte y estar en el sitio equivocado. Cosa que me sucede con actores que vienen de otras escuelas, siento que actúan cuando no tendrían que hacerlo, creo que hay que actuar en un escenario y no en una cena, por ejemplo. Benedetti lo tiene muy claro, en uno de sus poemas menciona que el desencanto y el mayor de los desencantos es ver al actor que hace de Hamlet en la fila de la panadería. Aquí el desencanto visto como algo positivo.
Aleksei se había dejado el bigote y se había cortado el pelo, yo me tuve que dejar el pelo un poco mas largo porque mi personaje usaba un tupe al estilo Elvis, las dos obras eran de Arthur Miller y las dos eran de época, una era de la posguerra y la mía era de los años sesenta, de toda esa gente que tuvo que emigrar de su país a los Estados Unidos porque había trabajo. Seguimos fumando y tomando hasta que ya no podíamos seguir hablando del examen, hasta que nuestra conversación se agoto y el efecto del alcohol hizo que cerráramos nuestros ojos y nos quedáramos dormidos, esa noche recuerdo que no soñé, recuerdo profundo y oscuro el sueño, y me fui a la casa de mi madre, para contarle que me había ido bien en mi examen y que estaba muy contento, no sé porque tenía la necesidad imperiosa de compartirlo con ella.