La entrevista.

LA ENTREVISTA.

 

Mi entrevista fue a las 6 de la tarde en la Casa del Teatro, calle Vallarta 31-A, en el bellísimo barrio de Coyoacán. Cuando llegue, llovía muy fuerte y estaba empapado pero no me importo porque traía mi ropa de trabajo y podía cambiarme. Yo me esperaba encontrarme una escuela de gobierno, de estas típicas del funcionalísimo mexicano, una escuela de dos plantas con patio central, y no era realmente una casa, una residencia colonial preciosa, justo a lado de la casa de la Malinche y frente al parque de la Conchita, el zaguán  estaba abierto, lo primero que vi fue el patio que se encontraba lleno de grava, estaban de obras, justo a un lado la secretaría, con poca gente y con una iluminación muy calida, como si dentro estuviera la chimenea encendida y la gente se protegiera del frío, me dirigí ahí y llamé a la puerta. Me recibió un hombre de unos cuarenta años, que vestía un chándal de color azul claro, con una sudadera de color blanco y rayas oscuras, calzaba unas Adidas blancas de piel y usaba gafas de pasta negra. Le dí mis fotos y mis papeles, me dijo que lo siguiera, cruzamos el patio y entramos a la casa, subimos unas escaleras y me llevo a un salón improvisado, allí se encontraban dos chicas que también se presentaban a la prueba. Me puse mi ropa de trabajo y empezamos la sesión.

Corrimos por el espacio en círculo, luego nos dieron indicaciones para hacer variantes, después no hizo pararnos de cabeza, cosa que a una de las chicas se le dificulto mucho. Enseguida nos llevo a otro salón con una mesa grande y allí nos dio unos cuestionarios para responder, era el famoso examen psicométrico que yo ya había hecho en el C.C.H. Es un examen de quinientas sesenta seis preguntas estupidas y nos dejo solos. A la media hora, entro por la puerta un hombre de unos sesenta años, blanco y delgado, vestido con un pantalón de mezclilla, portaba un jersey de cuello caja que hacía que se le asomara el cuello de la camisa, calvo y con una prominente barba blanca larga que recuerda a los filósofos alemanes de los años treinta. Era la primera vez que tenía a una persona con esas características físicas tan de cerca, se sentó a lado de mí, nos saludo a los tres, muy serio y nos dio unas hojas de otro examen y  se fue. Yo me quede con una sensación rara, porque el señor me impresiono, inmediatamente me dí cuenta que era el director de la escuela, sin que yo lo supiera adivine que, era el famoso director y pedagogo Luis De Tavira, en su cara y en su cuerpo, estaban impregnadas todos los signos de un hombre de teatro. Pensé en  la historia teatral de México, vez que es algo que tienen las personas que han dedicado toda su vida a una profesión, por ejemplo, la primera vez que vi a un rock star sin que el me dijera quien era, emanaba por su cuerpo, la música y el rock and roll. Así el Maestro Tavira expulsaba de sus poros el arte del teatro en toda su persona. Me dio miedo pensar que fuera el mi maestro, porque creí que era muy estricto,( no me equivoque.) Cuando me llamaron para la entrevista, estaba él y el profe que nos había dado la clase física, los dos me miraban fijamente, sentados detrás de una mesa.  Desde que entre sentí que cualquier movimiento iba a ser utilizado en mi contra, así que trataría de comportarme a la altura de estos dos seres serios. El Maestro Vargas me invito a sentarme frente a ellos. La primera pregunta la hizo el Maestro Tavira: ¿Tú crees que no será un problema venir todos los días a la escuela, sí es que vives tan lejos?  Le conteste que ya estaba acostumbrado. En ese momento me dí cuenta que estábamos controladísimos, porque ese cuestionario que ellos tenían en sus manos yo lo había terminado hace quince minutos y ellos ya lo habían leído. A continuación no recuerdo muy bien las preguntas que me hicieron con exactitud, pero recuerdo que nuestra conversación  desemboco en mis miedos y el mayor miedo que yo tenía era a la oscuridad, Tavira hábilmente concluyo que ese miedo venía de una experiencia negativa entre mi Padre y yo. Cosa que no me resulto exagerada ya que la relación con mi Padre no era buena. Relaciono esto con la confianza y me hablo de que el teatro es un arte colectivo en dónde la confianza es absolutamente incuestionable en el hacer teatral.  Seguramente vio algo en mí, que demostró mi incomodidad y me dijo que no me molestara que estábamos ahí para conocernos, cosa que me asusto más, porque yo ya quería largarme de ahí. Pero siguió cuestionándome, recuerdo que se me hizo un nudo en la garganta, y pensé que no le daría el lujo de verme llorar, recordé a mi Padre cuando me decía que yo no aguantaba cuando se me metía presión y que mi salida era el llanto. Así que lo que hice fue dejar que hablara, me tranquilice y no escuche lo que me dijo, entonces me pidio que presentara la canción que había preparado, me puse de pie y entone la canción de Javier Corcovado, “una gota de miel”. Cuando termine, pensé que no la había hecho mal, Tavira se me acerco, tomo mi cabeza con sus manos y miro mi oreja, me dijo: ¿Tienes problemas en el oído?,  yo le dije que en mi examen de ortofonía, todo había salido bien. Vargas cogío el examen y dijo que efectivamente todo estaba en orden. Tavira se sentó y me ordeno hacer el monologo. Me levante y cogi mi vestuario que había preparado, mientras me vestía vi que a Luis  se le asomaba una pequeña sonrisa de su barba blanca, acción que me hizo pensar en que el señor se estaba divirtiendo, y eso me hizo sentir mejor, porque mi monologo era cómico. Entonces me dio confianza y empecé a interpretarlo. No iba ni a la mitad de mi actuación cuando escuche un :-“Gracias”, del Maestro Tavira. Pensé que no me había dejado demostrar mi talento, me quede como de hielo. ¿Por qué vas tan rápido? Me dijo: Y yo le conteste: -Si quieres le cambio el tono-. Ya que yo pensaba que podía hacerlo de mil maneras diferentes y en tonos totalmente opuestos a lo que yo proponía. Pero me dijo que no, que pensara en que nadie me correteaba y que podría hacerlo mas despacio… En fin… Con lo que había visto ya era suficiente, que me fuera a terminar con mi examen psicométrico, que volvería a llamarme mas tarde. Regrese al salón enfadadísimo, en primera porque había cortado mi monologo, en segunda porque casi me había hecho llorar y en tercera porque yo no tenía mal los oídos, recuerdo que pensé que esa no era una escuela, estaba en obras y los maestros no parecían Maestros, parecían personajes salidos de la antigüedad, de un cuadro del renacimiento, me dije a mi mismo: ¡cómo es posible que el teatro este en manos de gente así¡ ¡Gente que se ríe de mí.¡. La verdad es que no se que me hizo quedarme, porque sabía que no me aceptarían en ese centro de humillación personal. Pero continúe haciendo el examen hasta que me volvieron a llamar. La misma dinámica, me sentaron y espere a ver el veredicto. Tavira tomo la palabra y me dijo:- Hay muchas cosas en ti, que me hacen pensar que es necesario para ti, estar aquí, veo una necesidad portentosa de expresarte a nivel artístico, veo una persona que puede estar aquí, haciendo teatro. Pero hay otras cosas que me hacen pensar que tienes que resolver algunas asignaturas personales, no quiero que después pienses que no es lo que te imaginabas. Parece ser que en tu cabeza tienes una idea muy fija de lo que es el teatro, y eso me preocupa, porque nosotros te vamos a mostrar un manera muy diferente del quehacer teatral y no se si te va  gustar, así que porque no mejor me lo dejas pensar unos días y nos comunicaremos contigo. A mí, me desarmo, porque no sabía si quedarme o irme, no sabía si me querían o me rechazaban, entonces emplee la frase que mas he repetido a lo largo de mí vida actoral: Muy bien, pero si la respuesta es no, por favor también háganmelo saber, para no estarme haciendo ilusiones.. Y me fui.

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