Como un presagio maldito de un Sófocles lúcido y visionario, el Carme Teatre se convierte hoy en una tragedia. En una Antígona que lucha por mantener su integridad ética, su lealtad al teatro y a sus espectadores, aún sabiendo que la muerte le espera detrás del telón. Su realojo como sala de exhibición teatral debe cumplirse. Debe llevarse a cabo ya que, del mismo modo que el resto de los afectados del barrio, el Carme Teatre es un ser vivo. Es cierto que nada en él se asemeja a los grandes y pomposos teatros, y que su programación se aleja de los productos comerciales que se extienden por la escena teatral española, pero justamente ahí radica su mayor virtud. A día de hoy, su existencia es un verdadero lujo. Se trata de una sala alternativa que da cobijo a una serie de espectáculos teatrales y de danza que expresan el arte en su estado más puro, sin grandes producciones ni despliegues mediáticos, simplemente arte. Y todo ello con un precio asequible para el gran público, el precio de la entrada oscila entre 7 y 9 euros, lo que sin duda facilita el acercamiento al teatro a muchos ciudadanos.
La continuación de la actividad de esta sala es necesaria por el bien de la cultura y la salud teatral de nuestra ciudad, y por el respeto ganado y extendido de un proyecto que se inició hace ya casi dos décadas y que se ha consolidado como un referente dentro del panorama teatral valenciano.
La necedad es el mayor de los males, ya lo dijo Creonte. La prudencia es la primera condición para la felicidad; y es menester, en todo a lo que los (dioses) poderosos se refiere, no cometer impiedad; pues las insolentes bravatas que castigan a los soberbios con atroces desgracias, les enseñan a ser prudentes en la vejez. Esperemos que, como en Antígona, triunfe la coherencia y el sentido común más allá de la muerte, más allá del Plan RIVA.
Marta Borcha
Muchas gracias por vuestro apoyo.
CARME TEATRE