No suena igual «se acabó el tiempo de la lágrima» sin el acento y la sonoridad de las palabras italianas. Me sorprendieron. A través de lo que son y lo que hacen me transmitieron alegría. Todo tenía connotaciones de otra época y con fuerza. Aún así, el discurso me resultó largo y su entusiasmo no me provocó un aplauso efusivo. Pero todo estaba buenísimo y fue muy grato.