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Si a la función de esta tarde hubieran acudido los Hermanos Tonetti y un sufrido Inspector de Seguridad e Higiene en el Trabajo, seguro que los primero habrían huido despavoridos y el segundo habría prohibido el espectáculo: es impensable que unos niños se suban a un trapecio… si una red protectora.
Además ver como se esforzaban los pobres en llevar delante la función te hacía pensar que mejor empleado estaría lo que se han gastado en traerlos becándolos en la ancestral -no se si continuará existiendo- «Ciudad de los Muchachos» donde se les enseñaba el difícil arte circense, a la par de buen@s ciudadan@s.
Ay, Ludovico Pío, cuánta acidez! Pero algo de razón no te falta. Tenemos una atracción hacia todo lo ancestral, no-moderno, tribal… Y sí, afortunadamente en nuestra parte de civilización no dejan trabajar a los niños así, ni utilizar animales. Sin embargo, hay una alegría en esa manera de vivir (o en lo que nos muestran) que atrapa, que dan ganas de irte con ellos, no? Bueno, el malabarista cómico, impagable. Y ese ya estaba crecidito. Laura
creo que a todos nos impactó ver a los niños, pero claro, también tenemos que recordar a esos actores/ actrices que dicen con orgullo – a modo de denominación de origen- venir de una «familia de actores» haber crecido entre bambalinas,.. cuando escuchamos esto ¿nos deja la misma sensación? ¿leemos todo desde el mismo marco de referencias?
Me he pasado la primera mitad del espectáculo sufriendo por los niños y sobre todo por las niñas. El número del cómico con las pelotas me ha parecido muy bueno,el de los balones y el alambre estuvieron bien. Merecía la pena verlo pero los mismos números en otro contexto que no fuera el gitano romanes se acercaría bastante al circo Gran Fele. Bueno, el número de la cabra y el de los libros tampoco ha estado mal del todo. Por qué no traer estos circos en la feria de Julio o en Navidad?
En el mundo del espectáculo los niños trabajan en todos los lugares del mundo, incluido el nuestro. Antes muerta que sencilla, ay que sencilla, ay que sencilla. Sobre las condiciones de trabajo también se pueden decir muchas cosas. Yo también vi con cierta tensión sus acrobacias aún sin depurar a más de un metro del suelo y sin red. El espectáculo es auténtico, la familia también. La fusión del circo gitano tradicional con equilibristas y funambulistas de hoy es una mezcla que tiene un poco de todo pero que resulta divertida. El sentido del humor y la alegría contagian al espectador. Ayer a la salida muchos manifestaron que les había agradado, lo escucharemos en el audio que grabamos y que colgaremos aquí. Pero también es cierto que algunas sonrisas irónicas (no grabadas)y algunos gestos delataban pensamientos adversos. Hay quien no puede quitar el filtro que matiza su visión. Sin embargo, en espectáculos como éste, es aconsejable hacerlo para no sufrir innecesariamente. Y hasta compareció Mariana (la cabra), fiel a mis recuerdos.
Este espectáculo me pareció auténtico, un circo gitano rumano sin maquillaje ni artificios, real como la vida misma, que te sumerge en una cultura y una forma de vivir en la que la familia es el centro del universo. Me pareció inadmisible que los niños se subieran al trapecio sin una red protectora asumiendo riesgos innecesarios, me produjo mucha inquietud y no estuve tranquila hasta que terminaron. Me resultó encantador que la familia al completo con bebés, niños y ancianos, saliera a escena y se sentara en sillas, frente al público, pasando a ser espectadores de nuestras miradas y gestos. Su presencia, sin duda, animaba toda la acción. Los músicos me parecieron magistrales y el alma del circo: melodías festivas, vitales, entusiastas. La maestra de ceremonias y cantante, cuyos dientes de oro brillaban con los focos, lloraba y reía cuando cantaba. El payaso malabarista me pareció genial, un verdadero clown, del mismo modo que la funambulista que desafiaba a la cuerda de alambre. El ambiente de caos, confusión, la improvisación en algunos momentos del espectáculo y la falta de profesionalidad de algunos artistas me produjeron cierta tristeza alegre. Mezcla de humor, decadencia, alegría, nostalgia,arte. El reflejo de un pueblo nómada. Un sarao en toda regla. Una fiesta para el espíritu. La cultura gitana en todo su esplendor. ¡Salud y libertad!
Me pareció muy fresco, sin grandes medios pero muy efectivo. El único «pero» que encuentro es la actuación de artistas que no pertenecían, a primera vista, a la família. Me hizo dudar un poco de la autenticidad de la propuesta.
Parece que el entusiasmo y la iniciativa se va despertando en el grupo. Mi felicitación a Lorenzo y a Maica por el archivo sonoro. gracias y que continúe!
Auténtico,peculiar,divertido.
mano
Si a la función de esta tarde hubieran acudido los Hermanos Tonetti y un sufrido Inspector de Seguridad e Higiene en el Trabajo, seguro que los primero habrían huido despavoridos y el segundo habría prohibido el espectáculo: es impensable que unos niños se suban a un trapecio… si una red protectora.
Además ver como se esforzaban los pobres en llevar delante la función te hacía pensar que mejor empleado estaría lo que se han gastado en traerlos becándolos en la ancestral -no se si continuará existiendo- «Ciudad de los Muchachos» donde se les enseñaba el difícil arte circense, a la par de buen@s ciudadan@s.
Ay, Ludovico Pío, cuánta acidez! Pero algo de razón no te falta. Tenemos una atracción hacia todo lo ancestral, no-moderno, tribal… Y sí, afortunadamente en nuestra parte de civilización no dejan trabajar a los niños así, ni utilizar animales. Sin embargo, hay una alegría en esa manera de vivir (o en lo que nos muestran) que atrapa, que dan ganas de irte con ellos, no? Bueno, el malabarista cómico, impagable. Y ese ya estaba crecidito.
Laura
creo que a todos nos impactó ver a los niños, pero claro, también tenemos que recordar a esos actores/ actrices que dicen con orgullo – a modo de denominación de origen- venir de una «familia de actores» haber crecido entre bambalinas,.. cuando escuchamos esto ¿nos deja la misma sensación?
¿leemos todo desde el mismo marco de referencias?
Me he pasado la primera mitad del espectáculo sufriendo por los niños y sobre todo por las niñas. El número del cómico con las pelotas me ha parecido muy bueno,el de los balones y el alambre estuvieron bien. Merecía la pena verlo pero los mismos números en otro contexto que no fuera el gitano romanes se acercaría bastante al circo Gran Fele.
Bueno, el número de la cabra y el de los libros tampoco ha estado mal del todo.
Por qué no traer estos circos en la feria de Julio o en Navidad?
marc
En el mundo del espectáculo los niños trabajan en todos los lugares del mundo, incluido el nuestro. Antes muerta que sencilla, ay que sencilla, ay que sencilla. Sobre las condiciones de trabajo también se pueden decir muchas cosas. Yo también vi con cierta tensión sus acrobacias aún sin depurar a más de un metro del suelo y sin red. El espectáculo es auténtico, la familia también. La fusión del circo gitano tradicional con equilibristas y funambulistas de hoy es una mezcla que tiene un poco de todo pero que resulta divertida. El sentido del humor y la alegría contagian al espectador. Ayer a la salida muchos manifestaron que les había agradado, lo escucharemos en el audio que grabamos y que colgaremos aquí. Pero también es cierto que algunas sonrisas irónicas (no grabadas)y algunos gestos delataban pensamientos adversos. Hay quien no puede quitar el filtro que matiza su visión. Sin embargo, en espectáculos como éste, es aconsejable hacerlo para no sufrir innecesariamente.
Y hasta compareció Mariana (la cabra), fiel a mis recuerdos.
Lorenzo
Este espectáculo me pareció auténtico, un circo gitano rumano sin maquillaje ni artificios, real como la vida misma, que te sumerge en una cultura y una forma de vivir en la que la familia es el centro del universo. Me pareció inadmisible que los niños se subieran al trapecio sin una red protectora asumiendo riesgos innecesarios, me produjo mucha inquietud y no estuve tranquila hasta que terminaron.
Me resultó encantador que la familia al completo con bebés, niños y ancianos, saliera a escena y se sentara en sillas, frente al público, pasando a ser espectadores de nuestras miradas y gestos. Su presencia, sin duda, animaba toda la acción. Los músicos me parecieron magistrales y el alma del circo: melodías festivas, vitales, entusiastas. La maestra de ceremonias y cantante, cuyos dientes de oro brillaban con los focos, lloraba y reía cuando cantaba.
El payaso malabarista me pareció genial, un verdadero clown, del mismo modo que la funambulista que desafiaba a la cuerda de alambre.
El ambiente de caos, confusión, la improvisación en algunos momentos del espectáculo y la falta de profesionalidad de algunos artistas me produjeron cierta tristeza alegre. Mezcla de humor, decadencia, alegría, nostalgia,arte. El reflejo de un pueblo nómada. Un sarao en toda regla. Una fiesta para el espíritu. La cultura gitana en todo su esplendor. ¡Salud y libertad!
Marta Borcha
Me pareció muy fresco, sin grandes medios pero muy efectivo.
El único «pero» que encuentro es la actuación de artistas que no pertenecían, a primera vista, a la família. Me hizo dudar un poco de la autenticidad de la propuesta.
Vicent G.
Parece que el entusiasmo y la iniciativa se va despertando en el grupo. Mi felicitación a Lorenzo y a Maica por el archivo sonoro.
gracias y que continúe!
marc
No sé porque dices que algunos artistas no pertenecían a la familia. Quizás no deberías hablar «a primera vista» e informarte un poco más.
¿¿¿¡¡¡Cómo están ustedeeees!!!???
Santiago
beeeeeeeee!
bala