-La pieza de danza de Anna Rubirola i María Montseny.
Me pareció una propuesta muy fragmentada, muchas cosas sin relación metidas dentro de una misma pieza. De los fragmentos, alguno me pareció interesante.
El ritmo también confuso: arrancar, parar, arrancar…
-La actuación de Mariona Segarra (voz y sampler).
El concierto de Mariona me pareció fantástico. Muy hipnótico. Un gran ejemplo de lo mucho que se puede conseguir utilizando pocos recursos.
-El discurso de Fátima Miranda.
El discurso de Fátima Miranda no me gustó nada de nada. La percibí como una especie de predicadora del “ que guay que soy, lo que hago es lo más alternativo que te puedes encontrar. Yo soy el ejemplo a seguir”.
-La proyección de vídeos.
Respecto a la proyección de los vídeos, me quedo con el de las imágenes congelas ( no recuerdo el título y el autor, lo siento). Me gustó ver las personas como maniquís, las historias que se generaban sin presencia del movimiento, la importancia del detalle…
Vicent G.
-Sobre el coordinador del festival Nits d´aielo y art
Como otros campañer@s han comentado, el discurso adoctrinador, soporífero y pesado que nos impuso el director o coordinador del festival, cuyo nombre no recuerdo, en fin, el señor de la barba blanca, sobraba. Tanto es así, que en algunos momentos llegó a encabronarme de tal manera que a punto estuve de iniciar una improvisada performance, convertirle a él en una Nubila Wahlheim y “desgallinarlo” en vivo y en directo. Si no lo hice, fue por la desafortunada ausencia de actriz que llevo dentro y el respeto que siento hacia las mujeres de la limpieza, que se hubieran visto obligadas después a limpiar y rascar el suelo para hacer desaparecer la sangre putrefacta del delito mezclada con plumas de un pelaje humano.
No me gusta que me aleccionen con argumentos obvios –qué la música experimental y la cultura en general necesitan más ayuda administrativa y que están muy marginada- y considero poco acertado, es más, un error, que me expliquen una obra, espectáculo, intervención, etc., antes de verla, pues de alguna manera te condiciona. Prefiero ir virgen al teatro, que no al matrimonio, e interpretar o valorar lo que veo, oigo y siento, desde la experiencia, aunque, y ahí creo que radica la magia del arte, esa experiencia no coincida o tenga nada que ver con la de otras personas.
-La pieza de danza de Anna Rubirola i María Montseny.
Me pareció una buena idea que el espacio escénico fuera el hall del centro Octubre, aunque sacar el baile del teatro tiene el hándicap de que el espectador se distraiga en cualquier momento con lo que sucede en su entorno más allá del espectáculo –el niño que lloraba a mares; la cucharilla de café que removía el travieso azúcar de una taza; el tocahuevos que estaba en primera fila sentado en una mesa y que respondió a una llamada de móvil sin complejo ninguno; los viandantes que pasaban por la calle y que acercaban sus narices al el cristal para ver qué es lo que estaba pasando dentro; la expresión y cara de extrañeza que ponía el guardia de seguridad que custodiaba la entrada al piso de arriba, de donde surgían de vez en cuando unos efusivos aplausos; la pareja que se hacía fotos mientras las bailarinas actuaban, etc.
Respecto a la pieza de danza, me pareció una propuesta arriesgada y original. Una danza díscola de huesos que transita a través de un juego naíf e imaginativo. En mi opinión, Anna Rubirola i María Montseny son dos grandes bailarinas que experimentan e investigan con la danza. Las posibilidades del cuerpo se vuelven infinitas y una se da cuenta de lo acartonados que estamos. No obstante, encontré varios vacios en la pieza y silencios sin justificar que fueron llenados gracias a la polifacética actividad de los espectadores que ya he citado en el párrafo de arriba.
– La actuación de Mariona Segarra (voz y sampler).
Como principiante en este tipo de actuaciones en las que la voz es protagonista, debo confesar que me quedé maravillada y muy sorprendida con esta actuación. Mariona Segarra lleva una orquesta de voces, gemidos, melodías, sonidos, gritos, sinfonías, músicas, pegada a la garganta. Ella dirige la batuta de todos sus instrumentos con gran seguridad. Una mujer orquesta. Fascinante. El gran poema de Jaime Gil de Biedma, “Que la vida iba en serio/ uno lo empieza a comprender más tarde” (Poemas póstumos, 1968), lo bordó con ternura y desgarro, y fue, en mi opinión, uno de los momentos clímax del recital a mil voces. En cuanto a los balidos, a mi parecer, las canciones con una sola voz sobraban, ya que resultaba mucho más interesante y estimulante perderse por el laberinto musical que de la orquesta de Segarra.
Marta Borcha
Sobre la pieza de danza de Anna Rubirola i María Montseny.
Despertó mi interés en cuanto a ciertas imágenes visuales que me sugería, creo que no llegué a comprender del todo el sentido de la pieza, ocurre a menudo que con la danza hay momentos en los que no encuentro el hilo del discurso, y en este caso en concreto me perdí algunas conexiones sobre todo llegando hacia el final.
También me gustaron sus toques de humor y escenas más performáticas que bailadas. A lo largo del desarrollo de la coreografía me pareció refrescante el hecho de que no estuviese marcada la clásica secuencia de dúo, solo, solo, dúo… al menos no de forma tan evidente como acostumbro a ver, así como la asincronía creada gracias a la oposición de registro de movimientos de las dos bailarinas.
Lo que me pareció bastante cutre fue el lugar y sobre todo el momento donde la organización decidió programar esta pieza, en medio del hall del Octubre y de otros eventos diferentes con su bullicio correspondiente, a veces estaba más pendiente de la gente que salía de otras salas que de lo que ocurría frente a mí.
Sobre el trabajo de Mariona Segarra
Me pareció una voz maravillosa, muy cálida y su trabajo con el sampler técnicamente muy bueno.
Me llamó la atención el toque de la iluminación, que proyectaba la silueta de la intérprete varias veces y con diferentes intensidades sobre el fondo. Este detalle, en su sencillez estaba cargado de contenido y muy acorde con las superposiciones de la voz de Mariona que estábamos escuchando.
Aunque es cierto que esta pieza no me llegó tan adentro como podría haberlo hecho en otro momento, me fuí satisfecha de escucharla.
En cuanto al discurso del coordinador del festival, Lloreç Barber, lamenté realmente el volver a escucharlo, puesto que lo repitió al comienzo cada una de las dos actuaciones de ese día y en otra ocasión dos o tres días antes. A mí también me parecen palabras inútiles, al menos en éste tipo de foros, lo único que puedo pensar y pensé al escucharle fué: está muy quemado…
Cris