A estas alturas cualquier presentación de Gilles Deleuze resulta dispensable. Su impacto sobre la filosofía ha sido tan fuerte que a menudo los filósofos de nuestra generación se refieren como post-deleuzianos.
A pesar de que sus textos más famosos (“El anti-edipo” y “Mil mesetas”) pueden ser muy crípticos, la mayor parte de sus escritos resultan mucho más accesibles y tienen con frecuencia una estrecha relación con el arte. A menudo se recomienda empezar por “Lógica de la sensación”, el ensayo de Deleuze sobre Francis Bacon, para introducirse poco a poco en el pensamiento deleuziano.
Sin embargo, otra opción es empezar por los famosos “Cours de Vincennes” (“Las clases de Vincennes”), que se ofrecen de forma gratuita en español en esta página Web. En estas clases Deleuze habla de los filósofos que más le influyeron (como Spinoza o Bergson) y nos familiariza con estos autores a la vez que indirectamente nos acerca a su propio pensamiento. En otras de estas clases habla sobre “El anti-edipo” y “Mil mesetas”, lo cual puede servir de introducción a su lectura.
Si bien el concepto del “cuerpo sin órganos”* ha resultado capital para las disciplinas que trabajan con el cuerpo, el pensamiento de Deleuze resulta relevante para todas las formas de arte en general debido a la amplitud y la insistencia de sus análisis sobre el fenómeno artístico (ver por ejemplo la conclusión de “¿Qué es la filosofía?” junto a Felix Guattari).
Ya que la música no está muy representada en Tea-tron, aquí dejamos también el link a una interesante conferencia sobre el tiempo musical en relación a una obra de Pierre Boulez.
*”El cuerpo sin órganos se opone menos a los órganos que a esa organización de los órganos que se llama organismo. Es un cuerpo intenso, intensivo. Está recorrido por una onda que traza en el cuerpo niveles o umbrales según las variaciones de su amplitud. Así pues, el cuerpo no tiene órganos, pero sí umbrales y niveles. De manera que la sensación no es cualitativa ni está cualificada, no tiene más que una realidad intensiva que ya no determina en ella datos representativos, sino variaciones alotrópicas” Gilles Deleuze, “Lógica de la sensación”