ENGLISH VERSION
At the end of «Self-Unfinished» by Xavier Leroy, the following conversation takes place at the exit of Teatro Juárez:
a)-I need a beer. I don’t know how people can cope with contemporary performing arts without beer.
b)-Didn’t you like it? I loved it! It was very simple yet so effective… He was taking you from one place to another and he never lost my attention.
c)-I was bored to tears. It’s the same as always. They try to sell something as highly conceptual and in fact it’s a pain in the ass. I saw many people yawning and then they clapped like crazy just because it’s Xavier Leroy and he’s got a reputation.
a)-Come on! Now you are the one who is boring. Performing arts don’t need to be entertaining. We have known this for a while now.
b)-Yes, everything just did fit in. The only thing I am not so sure about is when he kicks the top of the table. That was the only moment where I felt a rupture with the flow of the performance.
c)-Well, I just couldn’t stand it. This general denial, the refusal to dance, the superficial ideas about the nature of the human body… It’s so old fashioned! It pretends to be so clever and it’s so plain…
a)-I wonder what is the problem with you. The violence of your reaction against this performance is rising its value under my eyes by the moment. Why can’t you accept people having a different way of working and following their own research? In my case I wasn’t thrilled but I definitely ackowledge its professionality. It’s serious, personal work. The problem for me is that I have seen many pieces very similar to it… But then this is an old piece, maybe he was one the first people to make such a proposal. Maybe some years ago this piece was more surprising and now it has become quite an established genre.
(C gives A and B the odd look and sashays away. A and B look at each other and they shrug their shoulders).
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I get to the Teatro Macedonio Alcalá after bumping my head onto a shelf and with some ices cubes on my bleeding forefront. Not in the best of moods for being open and available to the performance. I always thought critics should explain how they felt before the show. The emotional context of each person plays such an important role as the lighting or the music…
The first 20 minutes of «Powered by emotion» I absolutely hate it and I want to kick Mårten’s ass. At the same time I’m angry with myself because I don’t know whether it is the performance or it’s me being grumpy. I try to focus on his dancing. No, it’s not me. It’s him. I dislike his dancing. I don’t have any problems with dancers who didn’t follow a conventional training (as a matter of fact I didn’t), but Mårten seems to go for some type of complex dancing that requires a lot of technique or just looks ridiculous[1]. The music is definitely emotional. At least this matches the title of the performance. Some members of the audience leave the room.
Then the music stops, Mårten grabs the microphone and gets to the center of the stage. He sings in an terrible Spanish and in a terrible voice «Chan Chan», mainly known because of the Buenavista Social Club CD. The whole thing is getting worse by the moment. Another group of people leaves the room.
And then Mårten sings another emotional song in his broken Spanish and there is a switch. Suddenly I am really into the performance. I have a good time and I know why. I have seen this mechanism before in plays by Forced Entertainment or Marco Berretini. The whole thing consists in making a really bad joke and maintaining it for a long time. To make such a bet you have to be a performer with a lot of guts, because at the beginning people hate you. After a while it becomes hilarious for most of them, although many never get it and they leave the room angrily. And indeed, some more people leave the room and some audience members even boo the following songs. At the end he just stands quiet while we listen to the initial music for some time.
I recognize the mechanism behind the performance and I appreciate it, although maybe I would have wished for a more elaborated structure.
This is an open text. You are welcome to contradict, tinge or agree by adding your own opinions under the text in my site: http//www.tea-tron.com/quimpujol By Quim Pujol: critique with a wig
VERSIÓN EN ESPAÑOL
Al final de «Self-Unfinished» de Xavier Leroy, se desarrolla la siguiente conversación a la salida del Teatro Juárez:
a)-Necesito una cerveza. No sé como la gente puede soportar las artes escénicas contemporáneas sin cerveza.
b)-¿No te gustó? ¡A mí me encantó! Era muy simple y sin embargo tan efectivo… Te transportaba de un sitio a otro sin cesar y mi atención no decayó ni un segundo.
c)-Yo me he muerto de aburrimiento. Siempre es lo mismo. Intentan venderte algo como extremadamente conceptual y de hecho es un coñazo. Vi a mucha gente bostezando y luego aplaudieron como locos sólo porque es Xavier Leroy y tiene mucho renombre.
a)-¡Venga ya! Tú sí que me aburres. Las artes escénicas no tienen porque ser entretenidas. Es algo que hace rato que sabemos.
b)-Si, además todo encajaba a la perfección. La única cosa que no me convenció fue cuando hizo volar la superficie de la mesa. Fue el único momento donde sentí una ruptura con el flujo de la performance.
c)-Bueno, a mí me puso de los nervios. Esta negación general, el rechazo a la danza, las ideas superficiales alrededor del cuerpo humano… ¡Está tan pasado de moda! Pretende ser tan inteligente y en realidad es tan plano…
a)-Me pregunto cuál es el problema contigo. La violencia de tu reacción contra la performance está aumentando su valor a mis ojos por momentos. ¿Por qué no puedes aceptar que haya gente que trabaje de forma diferente y que siga su propia línea de investigación? En mi caso no me entusiasmó, pero desde luego reconozco su profesionalidad. Es un trabajo serio y personal. El problema para mí es que he visto muchas piezas similares… Pero luego hay que tener en cuenta que esta pieza ya tiene bastantes años, quizás fue uno de los primeros en hacer una propuesta de este tipo. Quizás hace unos años esta pieza resultaba más sorprendente y ahora se ha convertido en un género bastante establecido.
(C mira mal a A y B y se marcha airado. A y B se miran el uno al otro y se encogen de hombros).
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Llego al Teatro Macedonio Alcalá después de golpearme la cabeza contra un alfeizar y con unos cubitos de hielo en la frente. No estoy en el estado de ánimo más adecuado para asistir a la performance. Siempre he creído que los críticos deberían explicar cómo se sienten antes de la función. El contexto emocional de cada persona juega un papel tan importante como la iluminación o la música…
Los primeros 20 minutos de «Powered by emotion» no me gustan en absoluto y fantaseo con patearle el culo a Mårten. Al mismo tiempo me enfado conmigo mismo porque no sé si es cosa de la performance o soy yo que estoy de mal humor. Intento centrarme en su danza. No, no soy yo. Es él. No me gusta cómo baila. No tengo ningún tipo de problema con los bailarines que no siguieron una formación convencional (de hecho yo no la tengo), pero Mårten parece apostar por un tipo de danza compleja que requiere mucha técnica o parece ridícula[2]. La música es emotiva, al menos eso encaja con el titulo de la performance. Algunos espectadores se marchan de la sala.
A continuación la música se detiene, Mårten coge el micrófono y se sitúa en el centro del escenario. Canta con un español horrible y una voz aún peor «Chan Chan», conocida sobre todo por el CD de Buenavista Social Club. El conjunto va a peor por momentos. Otro grupo de personas abandona la sala.
Luego Mårten canta otra emotiva canción en su pobre español y algo en mí hace «click». De repente la performance me interesa genuinamente. Me lo paso bien y sé por qué. He visto este mecanismo escénico antes en piezas de Forced Entertainment o Marco Berretini. El todo consiste en hacer un chiste muy malo y mantenerlo durante mucho tiempo. Para hacer algo así debes ser un performer con muchas agallas, porque al principio la gente te odia. Después de un rato la performance se vuelve hilarante para la mayoría, aunque aún así siempre hay quien no lo pilla y se marcha indignado. En efecto, algunas personas más abandonan la sala y algunos espectadores incluso abuchean al performer mientras canta las siguientes canciones. En la última escena, Mårten se queda quieto mientras escuchamos la música del inicio de nuevo.
Reconozco el mecanismo detrás de la performance y lo aprecio, aunque quizás hubiese agradecido una estructura algo más elaborada.
Éste es un texto abierto. Como siempre, invito a todo el mundo a contradecir, matizar, o coincidir conmigo añadiendo vuestros comentarios bajo el texto en mi Web: http//www.tea-tron.com/quimpujol Por Quim Pujol: crítico con peluca
[1] Later on I discover that it is Mårten’s version of the choreography by Steve Paxton on the Goldberg Variations. Spångberg has a whole conceptual development that allows other layers of reading. However, as in this case the piece was not previously contextualized, I would be falsifying my experience as an audience member if I included Mårten’s own thinking.
[2] Más tarde descubro que se trata de una versión de Mårten de la coreografía de Steve Paxton sobre las Variaciones Goldberg. Spångberg tiene todo un desarrollo conceptual que permite otras capas de lectura. Sin embargo, como en este caso la pieza no se contextualizaba previamente, estaría falsificando mi experiencia como espectador si incluyese los pensamientos de Mårten.