El domingo 13 de marzo voy a ver «Young people, old voices» de Raimund Hoghe al Mercat de les Flors. Al principio del segundo acto los intérpretes lanzan multitud de aviones de papel que dibujan trayectorias imprevisibles en el aire. Cuando acaba la función, recojo uno de estos aviones, que ha quedado en el suelo frente al linóleo, y me lo llevo: un souvenir.