«Arco concluyó su pasada edición con la sensación de que había agotado su modelo y que su supervivencia dependía de su capacidad para reinventarse. Una crisis de identidad, por lo demás, que afecta a buena parte de las ferias existentes. En este contexto cambiante, ¿cuál debería ser el modelo barcelonés? También aquí parece existir acuerdo. «No podemos caer en réplicas, ya sean del pasado o fórmulas de éxito que funcionan en otros lugares, sino que debemos apostar por la singularidad de un modelo híbrido que combine el aspecto comercial que toda feria ha de tener con un fuerte componente cultural», apunta Jordi Martí.»
La Vanguardia 27/02/2010