Una nave vacía con cuatro tarimas y en cada una de ellas tiene lugar una pequeña escena. Una majestuosa mujer se presenta ataviada con un traje folclórico y un rótulo te invita a lavarle los pies con un trapo húmedo. Es la reina de la performance. En una mesa de operaciones una mujer con bata blanca clava banderas nacionales con un alfiler sobre el cuerpo de una muchacha desnuda. En otra mesa de operaciones una mujer con peluca azul y una camiseta atravesada de cables somete a un individuo a una operación sangrienta. En un atril, Guillermo lee sus textos. Me gusta que el público circule entre las tarimas y el tiempo lento de las acciones que transcurren sobre las mismas. Eso hace recaer el peso de la representación sobre el público. Que piensen un poco.
Al principio de la performance una amiga me dice desanimada y quejosa: «todo es tan transparente».
Y tiene razón: todos los códigos se leen de forma diáfana. Al fin y al cabo, por eso son códigos. La referencia a los indígenas, a las nacionalidades, a la tecnología… Pero a medida que desarrolla su discurso, Guillermo no cesa de añadir capas: desde los chicanos al discurso de la toma de posesión de Obama pasando por el «Y quien es él» de Perales o conceptos filosóficos sobre el cuerpo. Un indígena maya exhibe su danza ritual con zapatos rojos de tacón mientras la Lolita de Kubrick se contonea sus pies. Una boda por papeles en la frontera o bien la amenaza de un tiro en el ano que acabe para siempre con los vaqueritos. Y a medida que se multiplican los referentes, el conjunto se vuelve ciertamente interesante, porque los códigos dejan de ser diáfanos para convertirse en una argamasa identitaria caótica con mil facetas distintas y sus correspondientes intersecciones: una aproximación a la realidad que nos rodea. Ya sé que la foto no cuadra con el tamaño del blog y lo invade todo, pero me gusta tanto que la voy a dejar así.
Como siempre invito a todo el mundo a expresar su propia opinión y rebatir, apoyar, contradecir o ampliar todo lo que afirmo con sus propios argumentos. ¡Muchas gracias!
a ese Macho le perimto, mejor dicho ni le discuto que se salga de la computadora e invada toda la habitacion! Orale cabron, vaya Foton!