Mientras muchos grupos como Colectivo 96 grados en «Dar patadas…» apuestan por la naturalidad y abandonan las convenciones teatrales, en esta pieza Paloma Calle revisita estas convenciones de manera sorprendente.
El todo se basa en dos personajes con una relación de amor y odio que al final de la obra parecen haberse intercambiado los papeles. Podemos pensar aquí en «La Señorita Julia» de Strindberg o en «Las criadas» de Genet, sólo que apenas hay narrativa: tan sólo unos breves textos dispersos a lo largo de la pieza y acciones.
Con varios focos casi cenitales que crean un ambiente ultradramático, el conjunto suscita ironía y al mismo tiempo desconcierto: las sombras de las actrices se deslizan expresionistas sobre las paredes y tienen algo inquietante, pero también totalmente ficticio. Para mí, esta posición extraña entre dos polos que se contradicen es lo que más me interesa de la pieza. Hay un exceso de ficción que por momentos destila algo de verdad, ¿qué diantres es esa bizarra mezcla que sin embargo parece intencionada y calibrada? Abandono el teatro pensativo…
Como siempre invito a todo el mundo a expresar su propia opinión y rebatir, apoyar, contradecir o ampliar todo lo que afirmo con sus propios argumentos. ¡Muchas gracias!