Escribo crítica porque me parece que las artes escénicas contemporáneas a menudo pasan totalmente desapercibidas o bien se leen desde lugares alejados de su planteamiento. No ha sido el caso para esta obra. «Paso doble» se ha recibido en la prensa con entusiasmo y me parece muy bien. Es una pieza espléndida. Sin embargo me hace gracia el fenómeno sociológico. ¿Por qué el público que aplaudía emocionado se muestra tan reticente a la hora de apreciar propuestas que se rigen por principios similares? Todos sabemos la respuesta. Aquí hay un factor «fama».
Mi única pega para «Paso doble» es el espacio sonoro. La música es una herramienta muy potente para marcar un ritmo, para transportar al público hacia una dinámica determinada. Sin embargo, si este espacio sonoro se aleja de la realidad de la obra juega en contra de la identificación y adquiere una dimensión efectista. El sonido «quema» la pieza, porque cobra más relevancia que la performance en sí. Me pasó lo mismo en «A taula!» de Xavi Bobés o bien en la pieza de Ariadna Estalella en el festival LP.
Como siempre invito a todo el mundo a expresar su propia opinión y rebatir, apoyar, contradecir o ampliar todo lo que afirmo con sus propios argumentos. ¡Muchas gracias!