«While we were holding it together» de Ivana Müller
La noche del sábado en el Mercat fue doblemente redonda ya que, si «The rehearsal» de Cuqui Jerez constituía un ejercicio sin mácula, «While we were holding it together» era otro artefacto sin impurezas.
Como ya expliqué en mi previa, se ha escrito mucho sobre esta pieza de Ivana Müller. Aquí encontraréis de nuevo un conjunto de textos que analizan acertadamente casi cada aspeto de la obra. Estos artículos tratan de la implicación del espectador para completar con su imaginación los juegos que se le proponen, de la vuelta de tuerca al arcaico género del tableau vivant, de las sutiles narrativas que entrecruzan huyendo de modelos narrativos cerrados, del papel del movimiento ya sea con el maravilloso solo de ojos acompañado del ruido de un partido de tenis o con el temblor de los intérpretes, de la empatía que suscitan los actores debido al calvario que Müller les inflige, de la importancia del sonido, de la capacidad de explorar conceptos filosóficos sin caer en la pesadez y con notables toques de humor….
En definitiva, siento que puedo añadir muy poco a lo que ya se ha dicho, así que me limitaré a señalar algunos rasgos que me sedujeron especialmente. Para empezar, me parece que hay dos escenas que sobresalen por encima de las demás. En primer lugar, la escena donde los actores siguen hablando a oscuras, donde se enfatiza que somos nosotros los que proyectamos con nuestra mente lo que se nos dice y que, en el fondo, los actores inmóviles que tenemos delante son parcialmente prescindibles. Esto se debe a que la palabra tiene un enorme poder evocador. Es un fenómeno conocido como hipotiposis. Aunque en principio esta figura retórica se refiere tan sólo a las descripciones tan vívidas que nos permiten ver una escena en nuestra mente, en realidad basta con una sola palabra para provocar este efecto. Si digo tan sólo «perro», es probable que visualicéis un especimen de este animal en vuestro interior. Los significantes (las palabras) están estrechamente ligadas a los significados (la realidad que refieren) y desencadenan en nuestro interior una cierta experiencia sensorial: imágenes, gustos, olores…
Sin embargo, no todas las palabras consiguen provocar experiencias sensoriales del mismo calibre. Ahí es donde entra la habilidad del escritor. Los buenos escritores son capaces de recrear la realidad con su destreza a la hora de combinar adjetivos y frases. La literatura de calidad es una forma muy sofisticada de realidad virtual. Desde este punto de vista y por motivos diferentes, «While we were holding it together» tiene un parentesco lejano con otras piezas del LP’09 como «Common ground», «Flatland», «The Movie», «The rehearsal» y «Todos los buenos espías tienen mi edad».
La segunda escena que me fascina es cuando los actores desaparecen y se siguen oyendo sus voces mientras contemplamos el vacío. Para mí, es la culminación del espectáculo y un hito de la abstracción. Finalmente, me gustaría que alguien transcribiese el texto y lo publicase. El teatro de texto está atrapado en un loop conservador del que precisa que le rescaten. Quizás si circulasen piezas como ésta por las librerías y bibliotecas los dramaturgos entenderían que es posible otra forma de escribir teatro. Lo decía en una entrada anterior: esta obra es ante todo una pieza de texto.
«While we were holding it together» sólo tenía un problema descomunal: estar programada después de «The rehearsal» (cuyo texto, por cierto, también debería publicarse). Y es que, cuanto más pienso en esta pieza de Cuqui Jerez, más me gusta. «Soñé que estaba en un after en Ibiza»… ¡Qué tías!
De nuevo invito a todo el mundo a expresar su propia opinión y rebatir, apoyar, contradecir o ampliar todo lo que afirmo con sus propios argumentos. ¡Muchas gracias!
Ver The rehearsal + While we were holding it together en la misma noche me parece demasiado para el cuerpo. Pero no era la única opción: podías ir el sábado a ver una y el domingo la otra.
Otra obra impresionante más en este festival, al que creo que hay que empezar a felicitar por la cantidad de propuestas interesantes que nos ha traído. Por ahí me dicen que es que estoy muy positivo pero yo creo que más bien estaba un poco hambriento del tipo de piezas que he podido ver esta semana y que me da la impresión de que hace meses que no podía ver en Barcelona. Y las echo de menos, ¡por Dios!
vi este espectáculo hace casi un año y tuve la sensación de haberlo visto cien veces antes. como si la Nouvelle Danse hubiera adquirido un grado de «clasicismo» que permitiera, apenas 15 años después de los primeros shows de jerôme bel, haberse convertido en algo académico. a diferencia de the real fiction de cuqui jerez que aportaba una gran ironía respecto del mismo lenguaje que ella había aprendido de los maestros, ivana müller hace de «buena alumna» y nos ofrece una pieza clásica de Nouvelle Danse sin añadir más ingredientes que los que vienen en el libro de recetas.
aún así es una pieza muy interesante, como quien va a ver un buen ballet. si se aprecian los estilemas del género es un placer ver la dosifición y combinación de los elementos en manos de una alquimista.
no dejo de tener una sensación muy escolar del desarrollo de esta obra, como si estuvieran dándome una sobreexplicación muy masticada. Mi viaje imaginativo y participativo se quedó en apariencia, pues todo me resultaba demasiado demasiado conducido e imaginadamente dado.