Javier Corcobado en «Agrio Beso»
Vi este «Agrio Beso» cuando se estrenó en el Apolo hace un par de años y es una excelente decisión para clausurar el festival porque, aunque destila algo oscuro y vitriólico, también tiene algo muy festivo.
Después de un breve texto, «Agrio Beso» comenzaba por aquel entonces con un explosivo Javier Corcobado cantando «Cien mil caballitos de anís«, una canción que, si se repite, resonará en vuestra cabeza durante semanas. A pesar de las redes P2P, debo confesar que no conseguí descargarme la canción en ningún sitio ni descubrí en qué disco de Corcobado podía encontrarla, algo que aún lamento. ¿Alguien me ayuda?
Por otro lado, me despierta cierta curiosidad averiguar cómo habrá evolucionado con el tiempo el espectáculo original. En la última «Nit salvatge» tuve la sensación de que Juan tenía un lenguaje más maduro y personal que por aquel entonces. Sin duda eso, junto con el rodaje, habrá hecho crecer el espectáculo.
«Agrio Beso» se enmarca dentro de una dramaturgia que en algún momento apodé la «escuela lorraine» (ver este artículo y esta otra crítica), una determinada alternancia entre acciones y monólogos o diálogos. Es un tipo de teatro que se suele identificar con Rodrigo García, aunque algunos de mis mayores afirman que esta forma teatral nació en Madrid con Carlos Marquerie. Aquí asistimos a una peculiar variación bajo forma de concierto de la mano de Corcobado.
Además de algunas imágenes, canciones y textos muy poéticos, «Agrio Beso» es un espectáculo para todos aquellos que pensamos que ignorar la muerte resulta aún más deprimente y patético que la muerte en sí. Por otro lado, ¿quién no ha pensado jamás en afilarse una cuchilla en la muñeca? Licántropos, aves oscuras, almas góticas e hijos de la noche, aunque el 21 de marzo empiece la primavera, no está mal recordar que el invierno siempre acecha.
«Agrio beso«, de Juan Navarro y Javier Corcobado, 21 de marzo a las 21h, Mercat de les flors, 10 euros.
Te puedo cantar Cien mil caballitos de anís como el primer día y yo tampoco no la he vuelto a oír ni sé cómo conseguirla: habrá que preguntárselo a Juan Navarro. Agrio beso en el Apolo fue la bomba y no conocía apenas a Corcobado. Presentarlo en el Apolo fue un acieto. Me gustó mucho el clima que se consiguió, un poco concierto, un poco teatro, un poco celebración religiosa dulciniana (ver http://es.wikipedia.org/wiki/Dulcino ). A ver si lo consiguen otra vez en el Mercat.