Una pieza puede proporcionar placer de muchas maneras distintas. A veces es necesario realizar un sesudo análisis, mientras que otras veces no hace falta reflexión alguna. Éste es el caso de «Phantom story». Al acabar miré los espectadores a mi alrededor: todos teníamos una sonrisa de oreja a oreja fijada en el rostro. Y es que esta miniatura está llena de sensibilidad, de filigranas, de ingenio, de poesía. La satisfacción emana también de la proximidad del pequeño formato, de la magia del teatro de sombras, del dominio de los recursos narrativos, de la presencia tranquila de Nicola, de la parsimonia con la que se frota las manos en las transiciones.
Me alegra ver que hay creadores que recuperan la narrativa y hacen buen uso de ella. «Phantom story» empieza con Nicola haciendo hipótesis sobre el papel que podrían jugar en su historia las siluetas de cartón que tiene sobre la mesa. Más tarde se explica el incidente de una mujer a la que arrestaron erróneamente por una supuesta conexión con el terrorista Carlos (el Chacal). Carlos también aparece y sirve de excusa para reflexionar sobre el fenómeno del terrorismo y sobre nuestro papel como espectadores pasivos en nuestra sociedad mediatizada. Desde el punto de vista narrativo lo mejor es la apertura de la trama. Surgen varias historias relacionadas entre sí, pero no hay una estructura dramática convencional. Esta construcción particular resulta muy interesante.
Que no necesitemos reflexionar para gozar de la obra no quiere decir que esta pieza no dé que pensar. La sensibilidad y la delicadeza de las imágenes de «Phantom Story» contrasta con las fuertes implicaciones políticas que se derivan de la obra. Este texto está ilustrado con un vídeo de youtube donde se entrevista a un terrorista. Como se intuye en estas imágenes, todo es una cuestión de dialéctica.
¿Dónde estabáis vosotros cuando el lobo se comió al hijo del cordero?
no he visto la pieza pero este texto es maravilloso ya solo por la percepción que abre, al leerlo y dan ganas de ir corriendo a ver esta pieza, de ahí se me abre el pensamiento de que hay críticos que hacen obra con sus críticas.
muchos de los grandes artístas especialmente a partir de los años 70 fueron críticos de arte, aunque nunca conocí con peluca… Erick Dyckeart artista frances y filósofo trabaja sobre la impostura del artista y se disfraza para parecer uno de ellos en realidad hace arte desde la crítica al arte…
Me perdí un poco con el inglés y me dio rabia pero, vamos, esta mujer es maravillosa. Un documental político hecho con papelitos recortados, sombras, susurros y distancias cortas, muy cortas. Menos es más. Mucho más. A Vila-Matas lo confundieron una vez con el terrorista Carlos, en París. O eso dice.