«Solo a ciegas», de Olga Mesa
¿Sirve de algo que te expliquen un poema en vez de leerlo? No. Por eso me abstendré de describir «Solo a ciegas (con lágrimas azules)», porque esta pieza está construida con elementos sutiles, ambientes frágiles, estrategias invisibles. Siempre me ha hecho gracia que la poesía se considere un género cuando para mí es una cualidad. Y esa cualidad está o no está. Muy a menudo escasea donde más se la nombra: yo la percibo ausente en muchos recitales de poesía. Sin embargo, en «Solo en ciegas» me parece clara su presencia.
«En la ‘danza a ciegas’ de Olga Mesa, es el tacto imaginario el único sentido que permite un vínculo directo entre el espectador y el artista», afirma José Sánchez. Esta frase tiene un carácter irracional que resulta adecuado para explicar los mecanismos irracionales que sustentan el espectáculo. Es algo sólo que entendí de forma neta hace relativamente poco cuando fui a ver una pieza corta de Victoria Macarte y no me satisfizo del todo el resultado. Muchas obras se construyen como un cúmulo de escenas donde el propósito es mantener la atención del espectador en el aire. En ese tipo de obras podemos desmenuzar fácilmente la estructura y verbalizar con claridad qué mecanismo sostiene cada fragmento. Pero hay otras piezas donde la conexión con el público surge de una identificación con el intérprete y su concentración. Es como si habitasemos el cuerpo del performer y lo acompañásemos en sus evoluciones en el espacio, en sus pensamientos, en su estado de ánimo. Creo que es por aquí donde va el «Solo a ciegas» de Olga Mesa y que éste es el fenómeno al que José Sánchez alude con el «tacto imaginario». En este otro tipo de producciones resulta extremadamente difícil explicar por qué motivos exactamente funciona el conjunto. Por oposición al arte conceptual, hay un arte visceral.
Por supuesto, estas propuestas son a menudo las más frágiles. Con ellas se dice que «se entra» o no «se entra», todo depende de si la identificación funciona. Según el espectáculo, esta identificación puede darse todo el tiempo, de forma intermitente, o no darse en absoluto. Y suele variar en gran medida con espectadores distintos, aunque los mejores artistas de este género consiguen hacer vibrar la mayor parte de la platea durante la casi totalidad del espectáculo. Aunque la pieza tiene un ritmo pausado, el vídeo que yo he visto parece indicar que con su sensibilidad Olga Mesa logrará ponerse al público en el bolsillo. No en vano todos los que la han visto dicen que tiene una presencia contundente. De nuevo, tengo excelentes expectativas al respecto. Vamos a ver.
«Solo a ciegas (con lágrimas azules)«, Olga Mesa, 12 y 13 de marzo a las 22h, Mercat de les flors, 10 €
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