Esta pieza de Marco Regueiro emplea movimiento, texto, objetos y otros recursos en función de sus necesidades. Es decir, ni sigue estereotipos de género ni apuesta por un batiburrillo gratuito de lenguajes. Y es que esta segunda posibilidad, ahora que los lenguajes híbridos están de moda, no resulta infrecuente en las nuevas producciones.
Además de este uso razonado de los elementos, Regueiro ha sabido organizar el todo sabiamente y la estructura de la obra es sólida y está bien hilada. Hay un buen trabajo de cuerpo y de voz y la presencia escénica del intérprete es poderosa. En especial, la escena de voz del principio resulta impactante. La sobriedad de la escenificación también es de alabar, así como la inteligente iluminación de Anna Rovira.
En artes escénicas el peso significante del texto eclipsa a veces el resto de signos. Sin embargo aquí se hace un uso hábil y comedido de esta herramienta gracias a la ambivalencia y el nivel metafórico de lo que se profiere. Aunque algunos fragmentos resultan muy bellos, también hay que decir que otros pasajes desprenden cierta altisonancia.
Este carácter ambivalente del texto se echa algo en falta en algunos elementos de la puesta en escena. Todo remite de forma tan neta al mundo de la caza que, por un segundo, estamos tentados de creer que la pieza gira realmente alrededor de este tema. El texto del programa nos proporciona un contexto más amplio para profundizar en una lectura poliédrica que, aunque se percibe en un primer visionado de la obra, queda algo difusa.
Finalmente, resulta curioso que esta pieza rigurosa, imaginativa, personal y bien armada se clasifique como «nuevas escenas». No me cabe duda de que para algunos éste parecerá todavía un trabajo novedoso. Sin embargo está entroncado en una tradición de raíces robustas. A mí me parece incluso un lenguaje contemporáneo en plena madurez. En este sentido, «Blackout/Samba» está más cerca de lo clásico que de la pieza que tantea con un nuevo código. Resulta paradójico que este lenguaje esté alcanzando su cénit sin que el gran público le haya prestado atención apenas. Así es como poco a poco hay clásicos que, en vez de integrarse en el canon, se borran de la historia amnésica de las artes escénicas de este país.
Hola,
Hace algun tiempo que leo lo que escribes, y me identifico.
Me gustaria invitarte a ver «Azul como uma Laranja», obra mia e de Cecilia Colacrai que estrena este sabado en el Ateneu de Nou Barris, a las 22h.
Bueno, espero verte.
saludos,
Joao Costa Lima
Realmente crees que esta creación es buena? Rezuma frivolidad por los cuatro costados, no en su planteamiento inicial pero si en su resultado final. El trabajo físico es mediocre e incapaz de convocar emoción alguna, en la voz se queda a medias y la danza es un sinfín de repeticiones borrosas faltas de sentido más allá de algunos gestos acertados. Todo empieza y nada se desarrolla. Y si bien algunas de las imágenes están bien halladas su inconclusión hace que queden olvidadas fácilmente. Me ha parecido ruido y aburrimiento. Buenas ideas venidas a menos. Al final me encontré contando las grietas del techo del Adriantic… en fin, de morro también vive el hombre.
Como queda reflejado en mi texto, hay ciertos elementos que me parecen más acertados que otros en «Blackout/samba». Pero, desde luego, jamás insinuaría que fuese una propuesta «de morro». Por otro lado, que no esté de acuerdo contigo en este aspecto no significa que no valore tu opinión. Al revés. Como aparece en mi perfil, no creo que las cosas sean «buenas» o «malas» en valor absoluto. Lo que me parece realmente interesante es comprender por qué yo leo algo de una manera y otras subjetividades lo aprecian de forma distinta. Por este motivo te ruego que desarrolles un poco más tu comentario y que justifiques con más argumentos tu valoración. Así le darás más peso a la misma y permitirás que los otros lectores del blog se formen una opinión propia. Quizás incluso se animen a participar en la discusión.
Un millón de gracias 🙂