Esta pieza de 50 minutos se basa en el uso de la cámara a dos niveles. Es decir, por un lado vemos cómo se graba algo en directo con una cámara y simultáneamente vemos como esta grabación se proyecta en una pantalla. La distancia entre la realidad que se graba y lo que representa produce un intenso efecto cómico. El Big Art Group utilizaba una estrategia similar en su Flicker FTR, dentro del festival Inn Motion 2005.
Mediante esta técnica, muñecas y coches de juguete se convierten en los actores de una serie de escenas que parodian el género de novela negra de kiosko. No hay una estructura narrativa articulada, sino una repetición de la misma escena (la escena del crimen) con distinas variantes, aunque la víctima siempre es una mujer.
Por supuesto no es una obra que pueda presumir de profundidad ideológica ni de complejidad conceptual, pero tiene una realización trabajada, ahonda en un recurso interesante y proporciona constantes toques de humor. Se trata de un divertimento innovador y muy apreciable. Quizás el único mensaje inquietante que se desprende de la pieza proviene de esa obsesión por asesinar a la rubia hermosa una y otra vez, como hemos visto en tantas películas y novelas negras, una ficción que tiene una réplica penosa y deslucida en la realidad, como leemos todos los días en los periódicos.
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