A menudo los musicales son relamidos y horteras, y las puestas en escena suelen desarrollar un efectismo de tres al cuarto. Por eso «Ruddigore» es una grata sorpresa. Se trata de una obra de Gilbert & Sullivan que no se representa a menudo y que, como su nombre indica, es «gore». No se trata de una hitoria de amor a lo Walt Disney, sino de sangre y vísceras.
Aunque algunos efectos cómicos están un pelo forzados para mi gusto (demasiados movimientos de cadera), la puesta en escena es sobria, de buen gusto y llena de imaginación. La caracterización de los personajes resulta excelente. Finalmente, los actores trabajan como si fuesen un solo cuerpo, algo que se echa a faltar en la mayoría de espectáculos y que dice mucho de la compañía y también de la dirección de la obra. Ojalá todos los musicales fuesen así.
Rudiggore Teatre Versus 3 de enero 2008
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