de Alain Buffard en el Mercat de les Flors, 4 de octubre del 2007
con Vera Mantero, Claudia Triozzi, Miguel Gutiérrez y Vincent Ségal
Estoy buscando un término para obras como «(Not) a love song». Mientras ves la representación no disfrutas de forma plena. El ritmo es lento y hay espacios muertos entre las acciones escénicas. Ciertos pasajes se repiten de forma innecesaria y en ocasiones la obra te causa frustración. Sin embargo sales del teatro contento y no cambiarías por nada esta experiencia.
Estas obras se han dirigido con mano de hierro. Tienes la certeza de que pocas cosas resultan accidentales o se escapan a la voluntad del creador. Por eso cuando sientes cansancio o frustración sabes que así lo ha querido el director. Y la espera vale la pena, porque tras el vacío viene la recompensa. Y tras la recompensa, a menudo, el vacío es un nuevo regalo.
«(Not) a love song» no es excesivamente difícil en este aspecto, aunque sí hay fragmentos dilatados en el tiempo, una cierta constancia en el tono que a veces se hace repetitiva. Pero cuántas más vueltas le doy, menos sé qué me ha gustado y qué no. Y esta es la principal virtud de la propuesta: representa un giro respecto a las obras que vemos habitualmente. Es una apuesta de riesgo.
Aparte de los maravillosos intérpretes y el vestuario deslumbrante, ¿era consciente el director de que este desgarramiento ininterrumpido de las actrices causa una cierta apatía? Si han sido capaces de encontrar juegos escénicos tan brillantes como el número de Vera Mantero cantando «ponme la mano aquí Macorina», el hipnótico baile de Claudia mientras Miguel canta «She’s lost control», la versión de Massenet o aún el arrasador final de «Je ne t’aime pas», ¿por qué otras escenas parecen voluntariamente tediosas? ¿Se trata realmente de un musical? La apuesta al límite con la estética glamourosa, ¿me desagrada o me entusiasma?
Estoy lleno de preguntas y tardaré varios días en llegar a una conclusión: ésta es la mejor recompensa posible.
de Alain Buffard en el Mercat de les Flors, 5 de octubre del 2007
con Vera Mantero, Claudia Triozzi, Miguel Gutiérrez y Vincent Ségal
Asisto a la segunda representación de (Not) a love song. Al final, resulta que la obra es mucho menos difícil de lo que nos pareció (a mí y a otros espectadores) el 4 de octubre. El día siguiente la representación fue mucho más fluida. Es decir, el ritmo no era tan entrecortado ni los espacios muertos resultaban tan largos. Probablemente la presión del estreno hizo que la representación tuviese un carácter más farragoso.
El principal dilema que persiste es la estética. Unos vestidos preciosos, ¡pero qué intoxicación de elegancia con tacones!¡Qué horrible el buen gusto de las marcas de lujo!