Sin duda lo más difícil en cualquier arte es crear una obra arriesgada, inteligente, compleja, y encima que guste a cualquier persona que no siga el discurso en cuestión. Isabella’s room es una de esas obras. Si no te gusta el teatro, ves a verla. Si jamás has entendido la danza contemporánea, no te la pierdas.
Esta obra tiene varios pilares. Uno de ellos es la genial Viviane de Muynck, una actriz que ya participó en anteriores montajes del director y que, con su sola presencia, capta la atención del público en todo momento y despierta una enorme simpatía. Otra de las grandes bazas de esta obra es la combinación de la narrativa con una propuesta innovadora. Como lo oís, esta pieza demuestra que se puede hipnotizar al público con tan sólo explicar una historia, y que se puede hacer con un lenguaje fresco y sin caer en delirios belbelianos.
La obra comienza de forma inesperada, con las luces de la sala encendidas, y la compañía al completo desembarca de golpe sobre el escenario. Jan Lauwers en persona presenta la acción. Ante los ojos del público varios personajes explican la historia de Isabella con una escenografía de lujo. Se trata de la colección de arte africano del difunto padre del director. Entre monólogos o diálogos hay intercaladas pequeñas escenas de danza, entre las que sobresale la que interpretan los padres de Isabella al inicio y al final de la obra. Resulta deslumbrante también la interpretación de Benoît Gob como borracho. Es cierto que a la propuesta coreográfica le falta coherencia, pero no importa. La danza ilustra bien la historia y, por otra parte, los intérpretes se divierten y eso se contagia a la platea. También es cierto que a veces la narración recurre a elementos poéticos que rozan lo ñoño, pero la dimensión mitológica de la historia lo compensa con creces. Al principio del espectáculo Isabella tiene una imagen equivocada de su progenitor y al final de la obra descubre quién era su padre en realidad. Puro Edipo.
Sólo las historias tan sencillas son así de contundentes, porque todo el mundo puede reconocerse sobre el escenario. Todo en esta obra parece fácil, simple, accesible y sin embargo está cargado de sutilezas y dobles sentidos. Por esta razón es un gran espectáculo para todos los públicos, de esos que pueden convertir a un espectador ocasional en un apasionado del teatro para toda la vida.
Isabella’s room. Dir. Jan Lauwers. Teatre Lliure. 19.10.2005.
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