Hoy he leído muchos textos. No he leído para ser inteligente si no que he leído para ser movido y seguir siendo movido. Algunos textos eran largos, otros eran cortos, otros no eran textos en sí (¿Cómo contar el texto del árbol de cien años? ¿Y el texto de las piedras que se mueven? ¿Y el texto de las cosas?). Me gusta pensar que el texto es una trayectoría como otra. Una trayectoría que passa, que ocurre y que puede volver a ocurrir dependiendo de si nos ha gustado el camino, si nos ha creado curiosidades o si nos ha ofrecido palabras o posiciones que nos soportan, etc.
Con Carme hablábamos mucho del rizoma. Hablamos bastante de la importancia de dejar que las relaciones aparezcan por sí solas. Dejar que lo que pienso, y lo que habito, sea tan abierto hasta que el mismísimo pasado encuentre su lugar. Y esté bien. Con ello. Ademàs, esa visibilidad da espacio a lo invisible, a lo que no està, a los fantasmas, a todo aquello que acarrea el mismo estar aquí «con-esto». Nos movemos con «las cosas«. Lo que nos rodea. Nos movemos porque pensamos. Pensamos porque nos movemos. Nos movemos porque hemos sido movidos. Lo que nos mueve no son siempre las personas. De hecho, últimamente las personas me mueven porque són movidas por las cosas. Las cosas, los sustantivos, siguen estando aquí.
(Hoy he leído extractos del libro «The Sex Appeal of the Inorganic» y me he puesto francamente cachondo. Él habla de «las cosas».
El pasado no es una reafirmación de lo sabido, ni una excusa para no activarnos. El pasado simplemente és aquello que me deja ser presente. Es distinto trabajar con lo que ya existe en mí que buscar lo que existe en mí en los otros. Es todo un tema de apropiación que me parece importante darle visibilidad ya que, me temo, muy a menudo (ATENCIÓN: esto que digo es muy automático. Es pensar en voz alta. Totalmente cuestionable.), que se confunde «el ser-vago» con «el ser-analítico». Dicha refelxión se me disparó cuando, leyendo a Lepecki, esta frase me encontró: «… an unbearable choreographic demand of always being in permanent state of franctic agitation, of producing and reproducing without creating.» (Lepecki, «Teleplastic Abduction«, 2013). Producir y reproducir sin creación. Esto me dejó muy loco y sigo dandóle vueltas a esto del producir y reproducir sin creación. Engendrar y engendrar otra vez sin afecto. Es curioso ver como las dos palabras vienen de la misma raíz etimológica: engendrar. De todas formas, creación acarrea afecto y producir siempre engendra su mismo producto. Siempre se engendra a sí mismo. Ingeniare, «hacer, nacer, crear».
Me pregunto si és posible dejar de dar homenajes a los maestros y empezar a darnos homenajes a nuestra pròpia manera de entender el mundo. Las referencias son buenas para generar activaciones pero no para anclar su potencialidad. ¿Y si lo que he aprendido en estos años es lo que me ayuda a seguir? ¿Y si lo ya existente es precisamente lo más interesante para mí? ¿Y si «todo lo ya creado» se ha vuelto tan disfuso y tan pervertido que és importante para mi discernir lo creado y lo inventado? ¿Y si no sé leer y en lugar de tener un cuerpo sin órganos tengo un cuerpo con michelines? ¿Y si dejo de poner palabras a mis pensamientos y genero acciones? ¿Y si me preocupan más las éticas que los actos que se representan? ¿Y si dejo de dar inteligencia al público y permito a la gente estar con su intelecto?
Hoy me ha leído un texto que me ha parecido canela fina. Y aquí va un trozo de él:
«(iv) In this pleasing culture, we are so kind to accept missions that are given to us but are not ours. Problems the political world cannot solve are put on our shoulders to deal with. Racism, social discrimination, failing education systems, intolerance…
Of course the arts have to deal with these issues, but we will never be able to solve these fundamental problems. And we don’t have to.
We should have the courage to refuse these missions.
(v) Also, in this pleasing culture, we constantly adapt to who is addressing us. We answer in the different languages, in the different logics of our counterparts. Mistake again.
To the politicians we speak with political arguments, to subsidisers and sponsors we speak with financial, economic arguments and of huge audiences. To audiences we speak with entertaining arguments, with the press we speak with superlatives and exclusivity arguments. And with colleagues, we confirm each other.
We must urgently find our artistic language and artistic arguments again.
Because everything of value is defenceless.
Audience numbers are important, good management is essential, good marketing and communication are obviously needed, financial management goes without discussion.
But the real argument to defend the arts is what happens in the heads and hearts of people who attend a theatre show. And this we cannot measure, we cannot prove.
The arts are elusive.
Y, en un momento de este texto, pregunta: «Cual és la posición del artista?» Joder, la PO-SI-CIÓN del artista.¿ Qué posición? ¿La que el mismo sistema empuja a que tenga? ¿O la posición de mi diálogo continuo entre mi práctica, mi supervivéncia y las relaciones (con cosas, persona incluídas) que voy generando? Me parece que la posición del artista,en el caso de que DEBA tener una posición, es la de la conversar. Conversar como un acto de girar juntos. Conversar como acto de generosidad. Conversar como acto de colaboración. Conversar como aprendizaje. Conversar como des-humanización de la individualidad. Conversar como un poema, un puzzle, un paseo o una tortilla de patatas de la mejor chef. La posición, en el caso de que deba existir, es un estado de diàlogo en movimiento. Y esta frase, en lugar de ser un «statement«, és una frase que empieza y termina para que lo tuyo empiece.
¿Como generamos movimiento de opiniones (como Lisa Nelson diría) en lugar de estado de opiniones? Diego Agulló, en el Festival «¿Que Puede un Cuerpo? sosteniendo la pregunta», me contaba que había preparado su ponencia sólo con preguntas. Lito Walkey, coreografa afincada en Berlín, ofreció un taller en el que defendía las preguntas como una forma de activación. Y, es cierto, las preguntas son las que mueven el mundo. Porque, a partir de las preguntas, hemos creado, la hemos cagado, hemos definido, hemos creado teorías, pràcticas, movimientos y afectos que no se pueden nombrar. Las preguntas generan movimiento. El movimiento surge a partir de la busqueda. Todo aquello que surge a partir del estándard de todo aquello que ya sabemos no es movimiento, es automatismo. Y los automatismos son peligrosos. Tengo miedo de todos ellos y cada día debo preguntarme cómo estoy, cómo veo, cómo me relaciono con cada aspecto de los contextos en los que me encuentro. Es complicado y muy paradójico. La cago por todos lados. Pero és importante dar valor a estos automatismos, a estos lenguajes, a estas cosas «dadas-por-supuestas» y todos los apparatus (Agamben, 2009)que hemos aceptado sin-querer-queriendo-pertenecer.
Ranciére habla de la diferéncia entre política y policía. En «Ten Thesis on Politics» (2001) comparte que la política re-define los espacios y que la polícia simplemente busca que no se vean estos espacios: «Sigan andando, aquí no hay nada que ver«. Desde mi punto de vista, la política tal y como la conocemos se ha vuelto en polícia y, por oposicón, la noción de política ha desaparecido. Los contextos escénicos son relevantes para dar visibilidad a estos aspectos y podría ser relevante dar más peso al espacio político (como generador y re-definidor de espacios). ¿Qué espacios pueden sostener esos dominios? ¿Deben los artistas generar relaciones estáticas con estos espacios? ¿Cómo se conversa con el receptor dentro de estas prácticas de lo político? ¿Cómo dejar de representar el ideal de artista multidisciplinar-sinetiqueta-teatral-quenecesitacomer-superviviente y que se comparte en los festivales y los teatros a partir de las mismas herramientas que critica?
Me he enterado que el ejército de los Estados Unidos ha invertido una gran cantidad de dinero en encontrar un remedio para que la gente duerma menos. Pretende ser, como siempre, un invento para que los miliatres duerman menos y estén más preparados para el combate en cualquier momento. Evidentemente, és una manera de afrontar la disminución de militares en el Ejercito. De todas formas, ese invento, se sabe, que será una posible fuente de ingresos, ya que la gente, cada vez más, quiere trabajar, quiere producir y «le gustaría no tener sueno para poder seguir trabajando». Si solo pienso que Internet apareció a raíz de una estrategia militar, no me puedo ni imaginar el medicamento sin-dormir. Esta investigación, y la idea del 24/7 (Jonathan Crary, 2013) , encara y plantea los límites y los parámetros de la sobre-producción i la sobre-demanda invisible a la que nos encontramos. Esta claro, que el 24/7 és el Apocalipsis del Capitalismo. Gastar todo el rato, a todas horas, sin parar. Producir y reproducir. A piñón fijo.
Rubén habla del aburrimiento un poco. Supongo que me doy el permiso de aburrirme como revolución. De dormir como revolución. El trabajo de Deborah Hay se ha vuelto más y más relavante, en parte, por ese aspecto del aburrimiento y por su linealidad en el trabajo. Deborah Hay, que acaba de estrenar una pieza con el Cullberg Ballet, plantea la observación como un eje central en su trabajo. En una de las entrevistas que le hicieron en Estocolmo, digo algó así como que a ella lo que le interesa es ver lo que ven los intérpretes, ver lo que los ojos ven y como se posicionan en el mundo a partir de su mirada. La última parte de esta frase es más mía que suya. Y la mirada, no la entendemos como el ojo que ve y se posiciona, si no como la mirada que toca (Alva Noë, Action in Perception, 2004) «El sol no solo ilumina si no que de manera inseparable calienta», Icaro.
Esta frase de Ícaro la leí en un texto maravilloso de Marina Garcés dentro de «Un mundo común«. Y acabaré con ella este pequeño secuestro que me he generado a mi mismo. En una charla sobre el compromiso, decía «El compromís no és un problema d’ opcions si no de posicions i asumir-ne les conseqüéncies, és descobrir i descobrir-se en el món. Des d’aquesta posició, el que veiem s’altera.» (Marina Garcés, CCCB, 2013, https://vimeo.com/60445641 ). Todo me lleva al compromiso. Compromiso. ¿Desde dónde? Y no enteder ese dónde como la posición estàtica del yo, si no como la intra-posición con la que me relaciono con todo lo que veo y lo que ven las cosas de mí. Dejar de entender el YO como un conquistador (Laura Llevadot, Identitat i diferència, 2015) y dejar que el YO o ESTE sea el medio por dónde ocurren todas las cosas que son cosas, incluído lo que me pase a mí.