Es Navidad. Mis padres van al Alcampo. Yo les acompaño. Para llegar allí, tenemos que cruzar el Mataro Park. El colmo de un Alcampo es estar dentro de otro centro comercial. Es como lo más deprimente dentro de lo ya deprimente. Entramos. Vemos juguetes de puto color rosa para niñas y juguetes de puto color azul para niños. Pienso en la igualdad de genero y en todas esas «pajas» de igualdad. Pienso en lo que esta a punto de pasar en el Parlamente Europeo. Propongo a mi madre comprarle un puzzle de Minnie para mi sobrino. Mi madre no lo hace. Hay gente en Alcampo. Mucha gente. Toda esta gente, nunca irá a ver teatro. (Y si. Voy a generalizar porqué hay que hacerlo. Eso es general (coño)). Dentro de esta muchedumbre de juguetes y de padres intentando ser buenos padres en Alcampo, pienso: «Este sitio lo pone fácil, a huevo. Lo ponen todo en un sitio, la gente va y gasta con soltura y creyendo que tienen un estado civil que les permite estar allí. La gente no sabe encontrar lo que quiere y esperan que, un sitio que tenga muchas cosas, les dé todo aquello que buscan.» Me deprimo. Veo que el libro más vendido en Alcampo son las memorias, o lo que sea, de Belén Esteban. La gente sonríe. Escogemos un puzzle de Toy Story para mi sobrino, de la familia Disney para mi sobrina y del FC Barcelona/Fachalona para mi otro sobrino. Me siento como visitando otro mundo. Pienso en «Brave New World» u otras distopías.
Mi madre va al lavabo. Yo espero. Veo gente pasar. Hombres cogiendo a sus mujeres por los hombros y, literalmente, guiándolas en el camino. Veo que me siento lejos. Pienso en registrarme en otro país. Pienso en que dar soporte a esto es como una perdida de tiempo importante. Veo que «estesitiodóndevivimos» esta dividido por demasiadas capas y superficialidades que no lograré entender en los próximos años. Salimos del sitio. Me siento mal. Y sólo. Y superficial. Pienso en la diferencia, en la necesidad de oposición…y pienso que no hay nada a lo que oponerse. No hay oposición. No existe. No hay palabras. No hay opinión.
Considero mi posición. Considero el hecho de que me sienta tan distante. Odio mi distancia y odio mi manera de creer que las cosas como las veo son lo correcto. Odio mi situación y la de los otrxs. Tener la razón dejo de ser importante en el momento en que creí que la tenía. Pienso en artistas que se vuelven marcas y en la rapidez con la que muchos han sustituido la moda por el arte. Le pregunto a mi padre cómo podríamos conseguir un abaratamiento de placas solares. Nos preguntamos si sería posible hacer quebrar a ENDESA. La pregunta me retumba. Mi padre dice que volvemos a la época de Franco. Yo pienso que a lo mejor volvemos a ella pero que muchos no se van a enterar porque estarán comprando o lejos de aquí.
Llego a casa. Artistas promocionándose.
Los pensamientos después de esto son todavía más confusos.
Música.