Basta de mirarse al espejo, de mirar alrededor y pensar que tienes que tener una opinión. Basta de opiniones poco meditadas, de posiciones inflexibles y de la falta de comunicación. Basta de teatros familiares que cobran un 70% de taquilla y de Festivales que se cuelgan medallas que nos les pertenecen, basta de artistas dispuestos a defender su trabajo hasta en la «after talk», de creadores que tienen poco interés a hablar y conocer al público, basta de responsabilidades de otros para no tener que tomar decisiones, basta de mirar la cuenta bancaria y pensar que «podría ser más rico si hago otra cosa», basta de dar la razón como bobos, basta de mentes cansadas, de expectaciones y de resistencia. Basta de pensar en revolución en lugar de evolución, de decir si porque no hay otra opción, de pensar en actuar en lugar de trabajar. Basta de encerrarse en casa y no saber que hacer con tu tiempo si no estas delante del ordenador, de obsesiones por la visibilidad, por existir o por pertenecer. Basta de pensar que la información que tienes es la buena, de etiquetas y posiciones en base de tus intereses. Basta de interesados. Basta de versiones de piezas que no has visto, de críticas a trabajos que no te han importado una mierda, de preguntas que haces en todas partes y de comparar tu trabajo con el de otros. Basta de crear diferencias entre «lo normal/lo anormal», «lo bello/lo feo», «lo emocionante/ lo aburrido», «lo hetero/ lo homo», «el colega/el otro»…. Basta de usar las palabras: emergente, alternativo, rompedor, polémico, establecido, no convencional, emancipar… Basta de lamerse las heridas. Basta de sentirse mal con lo que uno hace. Basta de «migajas», de precariedad, de culpas y proyecciones. Basta de negatividad y de miedo al producto expuesto, de teatros nacionales y de políticas culturales raras. Basta de «derechos adquiridos», de grandes presupuestos para un bolo, de marcas regionales y de etiquetas publicitarias. Basta de conflictos internos en contra del resto del mundo. Basta de esto. B…