VIDEO/CARTA 2. BRUNO GALINDO. UN SONIDO: LA VOZ HUMANA

Prezado Arnaldo,

Mil gracias por las palabras y por los vídeos. Me ayudan a conocer tu trabajo, que sigo con enorme interés desde esos tiempos de NOME. E inspiran el mío, que en cuestión de poética experimental arranca a finales de los 90, con unas sesiones de textjockey -discojockey de texto- en las que jugaba la palabra oral-literaria en un nuevo contexto audiovisual (aquí te dejo un ejemplo de aquellos juegos, que incluye, por cierto, algunos poemas tuyos; minuto 17:20).

Viendo las piezas de Augusto de Campos y Décio Pignatari que me enviaste (gracias, después descubrí otras, como el genial Beba Coca Cola de, ¡1957!) se pueden descubrir ciertas estrategias poéticas que tienen mucho que ver con las que manejamos ahora. Creo que a ambos nos ha interesado sacar a la palabra poética de su ortodoxia -el poeta, serio y superior, sentado recitando ante un público enmudecido, casi asustado- e investigar nuevas posibilidades de encuentro entre el texto (poético o no) y otras artes.

En tu email sugieres el desafío del poeta debe hacer un uso ‘procedente’ de los recursos, escapando del adorno. Es cierto: muchos recursos fáciles. Y pocas respuestas interesantes. Hace poco leí un ensayo de arte llamado Vacío y plenitud (un libro sobre el pintor chino Shitao, 1642-1707) que explica cómo la gran pintura china clásica incorporó, a través de la caligrafía, el texto poético al lienzo. Me dejó pensativo: en realidad llevamos siglos superponiendo texto e imagen. ¿Cual será la mejor interpretación actual de eso mismo, con los materiales y las tecnologías que manejamos ahora?

Tal vez nos haga falta escribirnos otro email más antes de dar con la clave. Mientras tanto, más como parte de la pregunta que de la respuesta, te envío un vídeo muy rudimentario de una acción poética llamada Conversaciones telefónicas de 1973. El argumento: el artista, Isidoro Valcárcel Medina, llama por teléfono a una persona desconocida para comunicarle su nuevo teléfono. El recurso plástico -esto es lo que más me gusta, tal vez como recurso escénico; me recuerda, no sé por qué, al uso de lectores electrónicos de leds que hiciste en los conciertos del tour Um som-: el registro de la voz humana.