VIDEO/CARTA 7. CRISTINA BLANCO. AZAR Y VIDEO-VIGILANCIA

Los vídeos de Ok GO son geniales. Es un grupo de música que jamás habría tenido tantos seguidores de no ser por sus videos. Lo de menos es su música y ellos lo saben y por eso se los trabajan tanto. Creo que resumen muchas de las cuestiones de nuestro diálogo sobre el papel de la performance contemporanea en la red, las corrientes artísticas nacidas en youtube, el acercamiento a otras disciplinas, la no especialización, la sublimación de lo amateur y el error.

Pero es mi último video y quiero enviartelo porque me parece una maravilla, es una pieza donde todas las imágenes proceden de cámaras de seguridad con IP’s abiertas, que han sido encontradas en internet por Txalo Toloza, artista escénico y audiovisual. Este video forma parte de su último trabajo, Trópico, que acaba de exponer en la galería Tienda Derecha en Barcelona. Al verlo me hizo reflexionar mucho… ¡Mucho no!, me dió toda una vuelta a la cabeza sobre el hecho de hacer algo artístico con material encontrado al azar en la red (él busca links de cámaras de vigilancia con IP’s abiertas en la red y lo que esas cámaras le muestran es siempre sorpresa). Y sobre todo, el hecho de saber que estamos siendo grabados constantemente cuando y dónde menos te lo esperas. Creo además, que su elección y mirada sobre las imágenes es muy bella.

¡Ha sido un placer video-dialogar contigo! Espero tu último video respuesta y te mando un abrazo enorme. Cris.

VIDEO/CARTA 3. FÉLIX PÉREZ-HITA. CAMINOS DE DESEO


Magníficos vídeos!!! João. Obrigado. ¡Qué graciosos son, inevitablemente! En parte por lo que tú dices en tu carta. Lo que envías me recuerda a algunos dibujos y gags de Raymond Pettibon y de otro dibujante español: Miguel Brieva.

Sí, tienes razón, se trataría de no hacer uso de las cosas que nos venden de la manera que los vendedores quieren que las usemos. Lo mismo ha sucedido, en algún sentido, con las nuevas tecnologías de las que hablamos: aunque muchos inventos nazcan para fines militares o de control social (o de simple consumo), esos instrumentos acaban siendo utilizados contra el poder que los vendía. La gente anónima ha demostrado una inventiva maravillosa con muchas de estas herramientas. Efectivamente: “Fomos nós que humanizamos o enlatado”. (Aunque quizá, en muchos casos, se está perdiendo mucho inevitablemente por el camino, cosas que quizá haya que volver a recuperarlas).

Hay un versito de Isabel Escudero que dice.

Que no, juguete,
que a ese juego
no juego yo.

Algo parecido proponía Jean Dubuffet al tocar un violín como si fuera un tambor o un tambor como si fuera un piano. Esto de la gente anónima haciendo algo distinto de lo que está mandado desde arriba, me recuerda un fenómeno en el que me fijé hace algunos años: lo que llaman caminitos de deseo (DESIRE PATHS).
CAMINO DE DESEO: Término usado en arquitectura de paisaje para describir un sendero, dentro de zona urbanizada, que no está diseñado, sino que más bien ha sido trazado gradual y casualmente por la erosión del paso de la gente que busca el camino más corto entre dos puntos.

Es un caso de urbanismo colectivo, no sólo anónimo, sino inconsciente. También es un fenómeno internacional, o global, como decimos ahora. Estoy seguro de que ustedes tienen muchos por ahí. Georgie R. Administrador del grupo de flickr (donde yo “descubrí” esos senderitos que todos hemos visto desde pequeños) hace una observación importante: “La clave del caminito de deseo no es sólo que sea un sendero que haya hecho una persona o un grupo, sino que esté hecho contra la voluntad de alguna autoridad que querría que fuéramos por otro camino menos conveniente.”

Me parece buen ejemplo para otros fenómenos análogos (los estudios de mercado, la arquitectura autoritaria de las grandes superficies, las pesquisas en Internet, que también van dejando un rastro, etc.). Y no me extiendo más. A ver que le sugiere a ustedes esto que a mí me interesa desde hace tiempo.

Buen día y salud le desea,

Félix

PS:
Parece ser que en una de las últimas ampliaciones del campus del MIT, construyeron los edificios y el césped entre ellos, pero esperaron unos meses a que el paso natural de la gente trazara los caminos y, solo entonces, acabaron de poner el asfalto en sobre ellos.