Impresionado por la obra poética de Catulo, propongo homenaje utilizando alguno de sus textos. Como muestra os copio algunas traducciones de sus poemas de Antonio Ramírez de Verger.
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Hasta tal punto ha cambiado mi alma, Lesbia, por tu culpa
y de tal manera se ha perdido por su misma lealtad,
que ya no puede quererte por muy virtuosa que seas,
ni dejar de desearte por mucho mal que me hagas
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Odio y amo. ¿Por qué es así, me preguntas?
No lo sé, pero siento que es así y me atormento.
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Por favor, mi dulce Ipsitila,
mi delicia, mi encanto,
invítame a tu casa en la siesta.
Si lo haces, procura que
nadie eche el cerrojo de la puerta
ni a ti se te ocurra salir fuera.
Quédate en casa y disponte a
echar nueve polvos seguidos.
Y, si aceptas, invítame ya:
en la cama estoy recién comido, y lleno
atravieso boca arriba la túnica y el manto.
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Aquél me parece igual a un dios,
aquél, si es posible, superior a los dioses,
quien sentado frente a ti sin cesar te
contempla y oye
tu dulce sonrisa; ello trastorna, desgraciado
de mí, todos mis sentidos: en cuanto te
miro, Lesbia, mi garganta queda sin voz,
mi lengua se paraliza, sutil llama
recorre mis miembros, los dos oídos me
zumban con su propio tintineo y una doble noche
cubre mis ojos.
El ocio, Catulo, no te conviene,
con el ocio te apasionas y excitas demasiado:
el ocio arruinó antes a reyes y
ciudades florecientes.