TEATRON.TINTA: La Historia de un país

Ambrossius Bosschaert, 1614.

A este que escribe le gusta reservarse una novela para el verano. En 2012 la elección fue El mapa y el territorio, de Michel Houellebecq. En una isla me sometí a su prosa y al perverso juego autobiográfico de Míchel (a mí me gusta pronunciarlo como el futbolista).

Como no sabéis quien soy, spoiler: El autor se incluye en la novela como uno de los personajes principales, enredado en la trama hasta relatar su propio asesinato. Hay un Houellebecq autor de la novela y un Houellebecq personaje que vive (y muere) en ella. 

Algo similar sucede con el volumen que inaugura la editorial, no sólo porque el editor se edite, sino porque también se escribe, se relata y se inventa.

TEATRON.TINTA #1 reúne la primera temporada de MASTER, que escribe en su blog el Maestro Ramos, también conocido como Rubén y alma mater de TEATRON. Una serie de relatos componen el poliedro de un personaje ­­­­del que piensas: “sé que existe, y vaya tela”. Contado desde otros nombres y apellidos -especificados lugar y fecha en que son entrevistados- MASTER va apareciendo, se va armando; se construye desde el configurado espejo de los otros.

Parece que contarse en otra voz sirve para contarnos a nosotros más de cerca. Los retrovisores yanquis llevan escrito aquello de Objects in mirror are closer tan they appear. Y, a un tiempo, esa distancia inexacta sirve para dar cuenta, precisamente, de lo que pasa en ella: el contexto. MASTER retrata una generación, un enclave, un clima. Entonces el autorretrato funciona como parte por el todo. Eso es estrategia y eso es lo que mola.

Es una lectura rápida, salpicada de anécdotas y elementos ficcionales, un juego inteligente de humor soterrado. Spoiler: al final encontramos un Bonus Track: una entrevista al propio Rubén que, preocupado, también cuenta lo suyo sobre MASTER, y es como Míchel aparecido en su novela.

Al segundo párrafo se te olvida que la tipo es roja, el formato es perfecto para llevar encima (un “de bolsillo” real) y se palpa el cariño y el esmero en su fabricación. MASTER presenta además un juego formal al maquetar las fotos (las grapas rojas son conmovedoras), para que quede bien claro que eso no es un blog, que en todo caso es un blog solidificado, un fémur.

La estructura narrativa maridó perfecta con la lectura que tenía en marcha: la novela de este verano, que es Los detectives salvajes, de Roberto Bolaño. Digo es porque aún no la he terminado. A este paso me ahorro la del año que viene.

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La forma en que se cuentan en la parte central del libro las idas y venidas de Ulises Lima y Arturo Belano es idéntica a la de MASTER. También Bolaño se cuenta desde un buen número de personajes (porque uno sólo sale en las fotos que le hacen otros), convocados en sus páginas para elaborar un tejido tupidísimo de anécdotas y reflexiones.

Una de ellas me viene al pelo para introducir el segundo título:

Iñaki Echavarne, bar Giardinetto, calle Granada del Penedés, Barcelona, julio de 1994. Durante un tiempo la Crítica acompaña a la Obra, luego la Crítica se desvanece y son los Lectores quienes la acompañan. El viaje puede ser largo o corto. Luego los Lectores mueren uno por uno y la Obra sigue sola, aunque otra Crítica y otros Lectores poco a poco vayan acompañándose a su singladura. Luego la Crítica muere otra vez y los Lectores mueren otra vez y sobre esa huella de huesos sigue la Obra su viaje hacia la soledad.

La obra escénica tiene, por así decirlo, la longevidad de la mosca de la fruta. Pasa rápido, sucede. Te-perdiste-una-guapa-te-la-perdiste-para-siempre-Te-jodes-haber-venido. Es lo que tiene.

Aún así lo documentamos. Para verlo luego, para pasárselo a un colega, para estudiarlo. Como al partido de fútbol o como al bicho que pasa.

En La imagen mariposa, Didi-Huberman se pregunta “¿cuál sería la mariposa conocida en su integridad sino la sometida al éter y definitivamente clavada en su panel de corcho? Está claro que esa integridad es ilusoria, puesto que le falta nada menos que la vida.” La obra es en el momento y dura lo que una mecha.

Pero:

La extracción de elementos de la obra (en este caso el texto) y su formateo es otra cosa. Aquí es donde entra la editorial como agente del bien: para otorgar un tiempo diferente al texto dramático.

El tiempo sostenido, el tiempo quesequiera, el fuck you al tempus fugit, al time flies que es traducible por el tiempo vuela, pero también por moscas de tiempo, la mosca que pasa, las del verano, la imagen mariposa. Y es que no es meterla en éter: es transformarla en un cuarto estadio que hemos convenido en llamar libro. Es: darle otro tiempo y otro cuerpo al texto. Otro cuerpo más longevo. Bodegón en inglés es still-life.

Algo que no sólo sucede, de hecho, en las escénicas.

No hace mucho visitaba Los Países, una exposición de Pedro G. Romero en Casa sin Fin, y nos preguntábamos porqué no formatear la expo en libro, algo que felizmente han hecho en coedición con Periférica. Podríamos hablar también de los artistas que toman la publicación como formato de archivo o como cuerpo alternativo a la exposición. Otro día.

A mí, que acabo de llegar a esto de las escénicas, me viene de perilla (la de un tal Sergi) que existan los Pliegos, por ejemplo. Y más lejos, son los lectores futuros quienes están en disposición de interpretar las obras, cuando quienes las vimos vayamos muriendo uno a uno, como dice Bolaño (que está muerto).

Entonces:

TEATRON.TINTA#2 recoge el texto de Pablo Gisbert para El Conde de Torrefiel que los madrileños vimos montado hace algo menos de un año en Pradillo: ESCENAS PARA UNA CONVERSACIÓN DESPUÉS DEL VISIONADO DE UNA PELÍCULA DE MICHAEL HANEKE.

Debo decir que disfruté la pieza. Y que el motivo principal, lo siento por la polla de Mallols, fue la calidad del texto. Cualitativamente es similar al de MASTER, va de la anécdota autobiográfica al paisaje generacional, cargado de un sentido del humor que despierta esa risa interna y sorda –de nuevo ese humor soterrado- que yo agradezco cada vez más. Pablo es un macarra que hila fino.

Hay una sugerencia bonita en el texto, y es la huella de haber sido trabajado con la obra, en su proceso. Por eso hay párrafos y alguna historia que se descuelgan del formato, que son texto para escena. Sin embargo, los relatos resuenan entre sí de tal manera que redondean el conjunto y se suturan esas páginas que bailan.

Paisaje generacional. Barcelona. Master, El Conde.

Teatron. Catalunya. España. Mapa y Territorio.

Pedro G. Romero:
Los países son sus paisajes.
Entonces, ¿los países son sus paisajes?
Sí, sus paisajes.
¿Los países?
Sí.
¿Los paisajes?
Sí.
Entonces, el problema no son los países, el problema son los paisajes.

En el debate sobre cómo se reparten el panorama escénico las salas, las comunidades (autónomas, emocionales, libres y escénicas), quienes crean y quienes lo programan… cabe pensar que son los paisajes y no los países lo que nos jugamos, y que sólo ahí tenemos potestad absoluta y gobierno de lo que hacemos sólo porque queremos y pensamos que es lo suyo nuestro. TEATRON es una posición respecto a las escénicas. “Ser de TEATRON” es formar parte de un país, se llame Sinapia o como sea. Y desde ahí generar los paisajes (que son siempre una construcción) que dén cuenta de lo que queremos que pase, y quien quiera que venga a verlo.

 Mapa de Sinapia. Miguel Ángel Avilés, 2001.

Este paso editorial declara de nuevo la intención de fortalecer la identidad de un territorio escénico. De hacer más gordos algunos puntos en el mapa, de desenterrar un blog o de legar teatro. “Sal de nuevo que la peña aplaude”.

Veremos si entra en sus planes acompañar a Continta Me Tienes en la apuesta por el ensayo. Si aparecen colecciones, qué discurso va hilando con los títulos, a dónde llega su distribución, si respondemos con los 4 euritos.

La chica-bodegón-a-lo-Bosschaert del cartel de lo nuevo de El Conde viene con el 2666 de Bolaño entre las manos. En Madrid les esperamos un poco antes, borrachos de ganas. Que no sólo me gustó el texto, iremos a verlo con todo el cuerpo.

Yo, por mi parte, sigo con Los detectives salvajes.

Como Arturo Belano al final no sea negro vaya chasco…

­­

P.D. Queremos a CALOR y NOVIOS en Madrid. Queremos una presentación en condiciones.

Repito: estamos impacientes.

Una Mosca

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Hay quien se pone unas gafas de sol por tener más carisma y sintomático misterio

Se ha hablado mucho en Teatron estos días sobre la necesidad de descentralizar y colectivizar las narraciones (por ejemplo, aquí). Poco a poco lo vamos consiguiendo, le joda a quien le joda. Pero también, desde hace unos meses, desde algunos think tanks se está configurando una realidad escénica que merece la pena ser cuestionada. Dibujemos una cara más al poliedro. La portada de la semana pasada de El cultural de El mundo da qué pensar. El titular reza así: “El off madrileño asalta la cartelera. Big bang en las salas alternativas”. En verano fue el Babelia de El País, con un extenso reportaje sobre lo que bautizaron como “El teatro de la resistencia”, y hace un mes un panfleto publicitario en ABC.es que retrataba “Diez salas alternativas de Madrid”.

Pongamos que cualquiera de nosotros tiene un primo o una prima que ni se acuerda de la última vez que fue al teatro, o que le suena que le llevaron a ver con el colegio “La venganza de Don Mendo” o algo así, pero nunca sabe a qué teatro porque seguramente ahora tiene nombre de helado o de aseguradora. Pongamos que charlando con nuestra prima o nuestro primo surge el tema del teatro y tal, porque nos quiere y sabe que nos gusta y eso, y dice:

Joder, ¿hay que ver cómo está el patio? Llevo un tiempo leyendo por ahí que el teatro va de puta madre. Y luego lo del teatro alternativo. La de salas alternativas que no paran en Madrid de hacer teatro alternativo. ¿Estarás contento? ¿no?

¿Alternativas? ¿alternativas a qué? ¿alternativas a qué tipo de tradición escénica? ¿alternativas a los dinosaurios públicos? ¿alternativas a los teatritos privados? ¿alternativas a las grandes cagadas privadas? ¿alternativas a las alternativas de siempre? ¿alternativas para qué público? ¿alternativas para qué tipo de creadores? ¿alternativas a qué industria escénica?

Que quede claro, mola que se haya generado este movimiento escénico en Madrid. Parafraseando a Perogrullo, cuantas más salas de teatro abran, mejor; cuanta más gente esté haciendo teatro, mejor; cuanto más público vaya al teatro, mejor; cuantas más posibilidades existan en el campo escénico, mejor que mejor.

El problema es, por decirlo rápidamente, la apropiación de un universo lingüístico. Palabras como vanguardia, experimentación, etc., no sé si pertenecen al mismo universo que Microteatro por dinero, La casa de la portera, etc. Por supuesto que cada sala es un mundo, y habría que hacer un análisis pormenorizado de ellas. Pero como decía antes, se está gestando una narración que parece haber conformado una realidad escénica compartida masivamente, en la que Madrid está lleno de salas alternativas como Nave 73, Sala Mirador, Sol de York… en donde se hace un teatro alternativo que, a lo mejor en esto sí que tienen razón, lo está petando en taquilla. Pero el tipo o los tipos de propuestas escénicas de dichas salas en poco se distinguen de aquellas que se programan en las anquilosadas salas públicas y privadas que sirven de negativo al definirlas y categorizarlas. El lenguaje es perverso. Una de las primeras compañías del actual director del CDN se llamaba “Producciones Marginales”. En los artículos mencionados se pueden leer cosas como:

“Un abigarrado circuito de espacios de pequeño formato que se suma a otros emblemáticos del off madrileño: Cuarta Pared, Triángulo, Alfil, Pradillo…”

“Autores y directores han encontrado su hueco en espacios de vanguardia”

“Sobre sus tablas se encuentra la esperanza de renovación del teatro en la capital”

“Son un laboratorio perfecto en el que experimentar con nuevos lenguajes escénicos”

 “La explosión está aquí y todo el mundo la aplaude”

Esto es lo que el público recibe, y consecuentemente es lo que busca cuando va allí, y lo que seguro termina encontrando. Ojalá fuera como lo cuentan, de verdad, pero no creo que así sea. Por dibujar una cara más al poliedro. Por cuestionar toda esta narrativa… No me creo lo que me cuentan. Y estoy convencido de que esta historia hace un flaco favor a las artes escénicas.

Lo repito, estupendo que abran salas, estupendo que los creadores encuentren un espacio en el que desarrollarse, estupendo que el público de teatro aumente… pero llamemos a las cosas por su nombre. Si al decir tobogán estoy diciendo tiburón, o si al decir esponja estoy diciendo tenedor, tenemos un problema. Confunde. ¿Alternativas? NO en cuanto a innovación y renovación de lenguajes escénicos… o sí, lo cual será preocupante a medio plazo. SÍ, vale, alternativas en cuanto a otra forma de entender la industria escénica, de la que habría que aprender algo.

Por ejemplo, han utilizado y evidenciado el deseo latente que existía en el público de encontrar algo nuevo. Atención, la gente está ávida de experiencias vivas. Aprovechémoslo. Dejemos de lamernos las heridas. Sabemos que el público se hace.  Blablablá. Pues a por él. A por el público y a por sus gustos. En Barcelona ya pueden celebrar la tercera temporada de la Secció Irregular del Mercat de les Flors. En Madrid Teatro Pradillo es una prueba más de que hay esperanza y mucho trabajo por hacer. Los problemas de este tipo de propuestas son otros. Tu Perra, promiscua colaboradora en Perro Paco nos hablaba de ello en su último post. Es verdad que en este país existe un techo para dichos contextos escénicos. “¿Y qué vais a hacer con ese techo?”, preguntaría nuestro primo o prima. A lo que tendríamos que responder: reventarlo a hostias. A ver qué pasa.

Un Perro Paco

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