“Como van las cosas por Galicia?”-nos pregunta un amigo y distribuidor afincado en Alicante- “Yo he tenido que cerrar la oficina de Madrid y me he venido para el pueblo de mi mujer, hemos abierto una sala pequeña en el bajo de casa”. Las cosas en Galicia no son muy diferentes a las del resto de la península, pensamos de entrada, pero luego, nos damos cuenta de que igual sí, a lo mejor Galicia is different.
Quizás no contamos con la tradición teatral de los franceses, ni Santiago es Berlín… pero la gente hace frente a la que está cayendo como en todas partes. Aúnque quizás la administración aquí es un poco different y cuando cierra una puerta nos abre una ventana, eso sí, en el noveno piso.
Así, en caída libre, sálvese quien pueda.
Lo que se lleva, o lo que se puede llevar, es tener una compañía con nosotros mismos. Nosotros mismos para producir, nosotros mismos para crear, nosotros mismos para vender y claro, nosotros mismos para autoexplotarnos, eso sí, con dignidad y elegancia. Y es que más de la mitad de las empresas culturales gallegas no tienen asalariados. Y eso que las empresas teatrales representan el 25,9% de la actividad empresarial cultural gallega, según el último informe del Consello da Cultura Galega. Vamos a pararnos en lo de “empresa cultural”, ya que a pesar de que no tenemos más remedio que aceptar la onda de las Industrias Culturales, podemos y debemos expresar nuestras reticencias a entrar en el juego de comerciar con arte sin más guías que la oferta y la demanda. Obviamente las compañías gallegas deseamos y creamos nuestros espectáculos para que el público asista y le dé sentido con su presencia a nuestra creación. Queremos público, queremos llegar a más espectadores, espectadores potenciales, que están sentados viendo la tele sin saber que lo que hacemos les puede mover, remover e incluso conmover. Pero claro, eso no puede significar que el Estado se desvincule de los creadores dejándolos a la merced de las taquillas y de criterios de creación estrictamente comerciales. Nunca podemos dejar de insistir en esto, que es bien sabido, pero que siempre está a punto de olvidarse en un lejano cajón de la organización liberal. El arte y el entretenimiento son dos cosas bien diferentes en el sentido de que mientras el segundo necesita apoyos, el primero nace andando, como los hijos de las yeguas. Si en la época de las vacas gordas no se aprovechó para subir el precio de las entradas al teatro, ahora la gente no se habituará a pagar entradas que financien completamente el espectáculo.
Pero volvamos a casa.
En Galicia llueve más que en Alicante, por eso abrir una pequeña sala requiere cierto acondicionamiento. Pero, ¿quién se atreve a abrir un espacio cuando casi no puede pagar el alquiler de su casa? Pues algunos valientes como los que abrieron Extramuros Espazo de Colisións Artísticas, o La Casa Tomada, O Liceo Mutante, etc. Nuevas fórmulas de gestión para tiempos salvajes… Malabarismos para atraer al público a la sala. Pero, ¿hasta cuándo podrán resistir? El futuro es incierto. También la Rede Galega de Salas, de organización institucional abre nuevas puertas: la Sala Gurugú, A Sala Ingrávida, A sala de Talía. ¡Bienvenidas sean!
Si damos un pequeño salto más allá de los Pirineos descubrimos que el IVA de las entradas al teatro en Francia es del 5,5% y para más envidia, no sé si sana, las “primeras” 140 representaciones de un espectáculo tienen un IVA superreducido del 2,1%. Fue allí donde vimos, anonadados, -hace ya casi 10 años-, a un grupo de adolescentes haciendo cola un domingo por la tarde en el teatro para ver un Moliérè. Exactamente como aquí… ¡No todo iban a ser malas noticias del norte! 🙁
Por suerte también nacen nuevas compañías, o agrupaciones de personas sin personalidad jurídica propia, pero ahí están, creando y ayudando a que el teatro gallego siga hacia adelante en su evolución. Darwin estaría muy orgulloso de todos nosotros. De muchos de los veteranos también.
La así llamada crisis, ha traído mucha unión en la profesión con el nacimiento de asociaciones y plataformas de defensa de las artes escénicas que fueron fundamentales para aguantar las paredes de la casa del teatro en medio del terremoto. Y quien dice teatro hoy en día dice danza, dice nuevo circo, y todo con la boca llena. Y es que en Galicia hay mucho talento y grandísimos creadores. Creadores que van más allá en la búsqueda de lenguajes escénicos, allá donde las fronteras entre disciplinas y estilos se desdibujan con la fuerza de las ciclogénesis que nos acompañan durante el largo e incubador invierno. Quien no siempre está a la altura quizás sean las instituciones.
En Galicia hasta hace pocos años, para formarnos, teníamos que irnos a Barcelona y a Madrid -la mayoría-, otros dábamos el salto al corazón de Europa y los más intrépidos cruzaban el charco. Esto ha hecho que con el paso del tiempo y el retorno del emigrante cultural, nuestro panorama creador sea cada vez más rico, variado y de gran calidad. También los hubo que se quedaron aquí, grandes autores y creadores, grandes autodidactas. Menos mal que estaban, sino qué hubiera sido de nuestro teatro… La apertura Escuela Superior de Arte Dramático de Galicia en Vigo hace unos seis años vino a colmatar un vacío vergonzoso que cubrían dignamente otras escuelas privadas y municipales como la de Narón. Ahora quien se quiere especializar fuera puede hacerlo, después de recibir una sólida formación de base.
¿Y el público? ¿Qué piensa la gente que acude a los teatros? No hemos realizado ninguna encuesta con el CIS, pero sabemos por experiencia que las personas que asisten a las salas lo disfrutan, lo necesitan y quieren más porque “es una pena que no haya más de estas cosas”. Queremos una programación estable, variada y de calidad, tanto unos como otros. Para todo tipo de públicos, mayoritarios y minoritarios. Y los minoritarios, salvo honrosas excepciones, quedan en el cajón del programador a la espera de un futuro más propicio, en el mejor de los casos. Nuestra antaño flamante Rede Galega de Teatros e Auditorios, está funcionando en modo supervivencia, con menos teatros adscritos y menos programación, lo que dificulta tanto a la creación como a la conservación de públicos, incluso a la supervivencia de los creadores, por muy buena que sea, fuera o fuese, su programación.
El auge de compañías que crean espectáculos para la infancia con un alto nivel de exigencia tanto a nivel de fondo como de forma, lejos de infantilizar al publico infantil, merece mención aparte. De hecho, en el año 2013, por primera vez en la historia de los Premios María Casares del Teatro Gallego, un espectáculo creado para la infancia, Nuncabunga, de nuestro Elefante Elegante, recibió el galardón de mejor espectáculo. Una fiesta para todos los creadores que creen que el teatro para los más pequeños es igual de Teatro que el de los grandes. Y es que a pesar de todo aún nos quedan algunos prejuicios de los que librarnos.
Hablando de prejuicios, aquí va el último, pero éste no es solo nuestro… Fuera de las grandes capitales del Estado, hay grandes creadores y grandes espectadores, llenos de brisa marina y aire puro. Es una pena que ciertos espectadores acepten pagar entradas más caras por espectáculos de fuera de Galicia como si aquí no tuviésemos que comer o pagar el alquiler o que fuésemos peores artistas. Es una pena que “el espíritu de las provincias” no haya pasado a mejor vida… Qué feo es el complejo de inferioridad, a este podían llevárselo las enormes olas de 10 metros que el océano nos mandó este invierno para enseñarnos su poder y ponernos en nuestro sitio de efímeros mortales, como el Teatro.
Afortunadamente para las compañías las redes sociales funcionan muy bien de altavoz. Arden de información, reivindicación y comunicación horizontal. Pero claro, siempre entre amigos, y la cuestión principal es llegar a donde no nos conocen. Y para eso también deberían estar los medios de comunicación.
Antes, cuando éramos jóvenes (hace tres años) todavía teníamos el apoyo y difusión de gran parte de los medios que ahora yacen. Otros, con mucho esfuerzo, se mantienen vivos online. ¡Gracias! Pues sabemos que no es nada fácil. Hay días en los llueve hasta en Alicante.
Sería fantástico que un día en las amplias explanadas de la Ciudad de la Cultura de Galicia se juntase todo el mundo que cree que pertenece de algún modo al mundo de la cultura. Entonces podríamos ver como aquello se llenaría por un lado de actrices, actores, escritoras, bailarines, tramoyas, acomodadores, iluminadores, directoras, dramaturgos, atrezzistas, músicos… y por la otra ladera del monte Gaiás subirían también las profesoras, los alumnos, médicos, bomberos, carteros, panaderas, universitarios… ¡incluso funcionarios!, todas aquellas personas que normalmente pasan por taquilla, se acomodan en la butaca y se lanzan curiosas rumbo a lo desconocido esperando la primavera. Lástima que cuando broten las flores, será demasiado tarde para traer a Pina.
Iria Pinheiro y María Torres