Romper el molde: poco pan y pésimo circo

hogueras

Para repensar es necesario -en un principio- haber pensado y aquí hace mucho tiempo que no se piensa nada, simplemente se repiten moldes. Se asumen situaciones sin cuestionarlas o sin tener el suficiente poder para ponerlas en cuarentena. Muchas de las acciones que se llevan a cabo son sencillamente -y por desgracia- inocuas. El sistema las deglute y las vuelve invisibles: las tacha de raras, de rebotadas, en definitiva, de minoritarias. En esta democracia póstuma y esquelética en la que vivimos las minorías no importan; la mayoría se convierte en un arma arrojadiza para silenciar todo lo demás, los márgenes. Y sin margen no hay centro. La mayoría silenciosa tiene el poder de acallar. Pero, ¿qué diantres es la mayoría silenciosa?, ¿el que calla otorga o nos obligan, para poder disfrutar de algunas migajas, a permanecer callados? ¿Se alimentan con nuestro miedo?

Brecht hablaba de tomar posición. La mayoría silenciosa es el paradigma de la no toma de posición, del conformismo, del ande yo caliente. Nos han robado la capacidad de mirar el mundo con perspectiva. Han achatado nuestra mirada, y por lo tanto, nuestro modo de pensar, de re-pensar y re-inventarse. La fórmula: si tú no quieres el trabajo, no pasa nada, tengo a mil personas esperando en el pasillo que serían capaces de hacerlo; es una soga que se mece por encima de nuestras cabezas.

No será posible un cambio profundo hasta que no se rompan los moldes. Tenemos que ser capaces de adaptar la sociedad a nuestros deseos, no a los deseos de otros que jamás tendrán en cuenta los nuestros. El trabajo debería ser simbiosis: por ti y por mí. No todo por ti y nada por mí. Y vuelvo, perdonen ustedes, al ejemplo de los empresarios teatrales y la multiprogramación, pues me parece clarificador.

Parece ser que el único que es empresario es aquel que posee una sala, por eso hay gente que piensa que es lícito que hagan todo lo posible para obtener beneficios (cuantos más mejor). Liz Perales recogía el guante de nuestro artículo anterior, éste, y nos respondía sin citarnos: acá. Para que un empresario sobreviva puede llevarse por delante a todas las compañías: que también son empresas, que también dan trabajo (más que la mayoría de salas de pequeño formato), que ponen sus ahorros en sus producciones, que tienen gastos y se las ven canutas para recuperarlos. En definitiva, son la fuerza motriz de trabajo. Las compañías (actores, dramaturgos, directores, técnicos, etc.) son los cimientos básicos del teatro. El multiprogramador se aprovecha vilmente, con un sistema de porcentajes calculado por él para que casi nunca le devenga un resultado negativo, del trabajo de los demás. Ni siquiera tiene que encargarse de la difusión: las cuentas les cuadran simplemente con que vengan los contactos y familiares de las compañías. Por eso solo programan durante dos o tres días. Si va mal, ellos no pierden. Si va bien, si la compañía tiene su público (el público de la compañía, no el público de la sala: pues a la sala se la suda generar público y por eso no define, en la mayoría de las casos, una línea de programación), te dan otros dos días. Y así sucesivamente. La compañía nunca estará, con este sistema, en igualdad de condiciones. El empresario piensa que tiene miles de compañías esperando a las puertas de su despacho para ocupar el lugar que otros no quieren. Es la pescadilla que se muerde la cola. Es necesario reclamar y fundar un sistema de comercio justo en el mundo del teatro. Es más importante el campesino que siembra el café que la multinacional que lo pone en el supermercado. Deben convivir, al menos, en igualdad de condiciones. Tomar posición. Tener nuevas perspectivas. Nuevos puntos de fuga. Los porcentajes de taquilla son, en la mayor parte de los casos, inaceptables. Esclavistas, incluso. Proxenetas. Repito enlace, leer esto.

Nota: García May dedica su última columna a las multisalas, aquí.

clh_agosto_2011_10

Fotografía de Angelo Piero Di Lioni

Pongamos otro ejemplo. Las instituciones públicas. Para llegar al mando de determinadas instituciones hay que pasar por unos aros (los mismos desde hace tiempo, viejunos, sometidos al poder reinante) que imposibilitan un nueva reestructuración. Alguien con 30 años que quiera ser director del CDN a los 50 años sabe lo que tiene que hacer para posibilitar su deseo: tiene que repetir el modelo que le precede y deber favores que le atan de pies y manos. He escuchado que determinados directores de estas instituciones ya tenían claro que lo que ansiaban en su vida era ocupar estos puestos desde que estaban estudiando en la escuela y para eso, claro está, tienes que encaminar tu vida hacia tu objetivo. No pueden sacar demasiado los pies del tiesto. Y cuando llegan, aunque su intención sea buena, el margen de maniobra es mínimo pues han ido firmando, de forma metafórica, demasiados contratos.

Y esto tiene lugar bajo la mirada de unos medios de comunicación (no todos) cómplices y complacientes. Hay que recuperar el pensamiento, romper el bucle (pese a la inercia), sacar los pies del tiesto. Crean cauces de visibilidad, acercar las propuestas al público (a pesar de todo), hablar, hablar mucho, no callar, fundar escuelas del espectador, organizarse de nuevo, dotar de herramientas al público para que no se le dirija la mirada. Para que la dirija él. Aunque vuelva al principio. Pero volverá él mismo, no dirigido (entre comillas). Que las escuelas teatrales no obvien lo que ha ocurrido en los escenarios desde hace 40 años (aunque esté todo inventado, aunque todo se repita). Formas de mirar y formas de hacer más críticas. Desliar la madeja. El sistema se oculta para que nuestras balas no encuentren la diana. Crean dianas secundarias. Hay que encontrar el centro. Nosotros también somos parte de esas dianas. Quizá haya que apuntar también hacia nosotros mismos. Fundir el molde y crear, con la misma materia, un molde nuevo.

Otro Perro Paco

facebooktwitter

Ante todo mucha calma

la-calma-magica_03

1. La calma mágica. Alfredo Sanzol. Centro Dramático Nacional.

1.1. En la sala pequeña del Teatro Valle-Inclán -la Francisco Nieva- la entrada cuesta 24€.

1.2. En La calma mágica se entrelazan varias historias enmarcadas en una alucinación provocada por la ingesta de hongos alucinógenos. Un hongo tras otro. Y como es una alucinación: vale casi todo.

1.2.1. La mejor historia es la que motiva el montaje. El padre de Alfredo Sanzol ha muerto y escribe esta obra como homenaje para saldar cuentas. El último texto, en el que se cae -de alguna manera- la máscara de la ficción, y el autor se desnuda y nos muestra: miedo, rabia, incertidumbre y errores, es el más interesante del montaje. El “autor” habla con su padre muerto. Uno se va del teatro con la sensación de que la obra funcionaría mejor explorando, hasta sus últimas consecuencias, esa vía.

1.2.2. Las demás historias son, resumiendo: un chico va a hacer una entrevista de trabajo, le dan de comer hongos alucinógenos, se queda dormido en la oficina y le graban un vídeo roncando encima del ordenador, el chico se obsesiona con los que tengan o hayan visto el vídeo: quiere que lo borren; acabará entrando -varias veces- en casa del autor del vídeo por la noche, por la ventana, para robarle el teléfono. (¡Están de moda  las obras de teatro de temática internet/privacidad/etcétera!) Comen más hongos alucinógenos. El chico se enamora de una trabajadora del hombre que grabó el vídeo, que es su jefe, empiezan una relación; a la vez el jefe de la chica y la chica se lían y el jefe de la chica y la jefa del chico también se lían: constelaciones amorosas propias de una comedia disparatada. Comen más hongos alucinógenos. La jefa del chico (proveedora de los hongos) y el jefe de la chica (cazador empedernido) se van a cazar por ahí y la mujer coge gusto a eso de matar animales, sobra decir que los primeros animales los mata por error: que la escopeta se dispara sola. Comen más hongos alucinógenos: hasta los conejos hablan. El chico y la chica se van a vivir a África, tienen de mascota un elefante (un elefante rosa como el de la borrachera de Dumbo), sus antiguos jefes van de vacaciones a África, a cazar, y acaban por matar a su elefante. Tensión. Vuelve a resurgir el vídeo grabado con el teléfono móvil: el chico está obsesionado. Quiere matarlos. Al final se lían, de nuevo, la chica con su jefe. Comen más hongos alucinógenos. Y final. Más o menos.

DSC_1345

1.2.3. Digresión. El público del CDN. Delante de mí se sentaron unas chicas que habían ido a ver esa obra porque: no querían ir a un musical y en su tiempo libre no querían ver miserias. Se lo pasaron pipa. Se partieron el culo en dos. A la salida les parecía que había sido una obra muy extraña, particular e interesante. Después se fueron a cenar y seguirían hablando del montaje: eso es bueno. También había señoras que esperaron a que se fuesen las luces de sala para meter la mano en el bolso y sacar su caramelito. Y amigos de los actores. Pasa hasta en las mejores familias. Es el público mayoritario que va al teatro pagando su entrada. ¡Ojo! Sin público no hay teatro, sin teatro no hay público.

1.3. El universo de Sanzol es particular, reconocible, con imágenes propias. Sabe manejar bien los ritmos y trabaja bien con los actores. Dicen que escribe los textos a partir de improvisaciones con el equipo. Eso está bien. Se nota. Crea algo orgánico. Aunque a veces los textos pasen de un sitio a otro, en saltos cuánticos, y se pierdan cosas que están bien y que podrían estar algo más cerradas. Es una opción. Lo que no es necesario es justificarlo, en este montaje, con un atracón continuado de hongos alucinógenos. El público reconoce el código y puede seguir la obra sin necesidad de que se le recuerde que están comiendo hongos y que todo es así porque todo puede ser (o no) una alucinación del chico que ha perdido a su padre. Personaje alter-ego de Sanzol. Sanzol intenta ser cómico y profundo. Se le dan mejor los sketches que las tramas. A veces le sale muy bien, otras veces le cuesta algo más. Tal vez hace algunas concesiones con el patio de butacas que no son necesarias, pero que tal vez consigan que la obra gusté más al público. Volvemos al punto anterior.

1.4. Los actores, todos vascos (creo) -el montaje obra es una coproducción de CDN y Tanttaka Teatroa-: bastante bien. El trabajo de Iñaki Rikarte hace que el montaje funcione. ¡Bravo!

1.4.1. A veces la obra funciona, otras funciona peor. A mí me pareció que por momentos el espectáculo se hacía algo espeso y algo largo. ¿Sobran 30 minutos?

1.5. El espacio escénico es atractivo, inútil y desaprovechado. Una alemana construida en madera: en el último texto la madera se ilumina por detrás, dejando ver todas sus vetas, tiñendo el espacio de rojo. Me gustó. Pero los actores solo utilizan el lado izquierdo del espacio porque en el derecho hay unas estanterías llenas de achiperres que no sirven para nada. Solo para ocultar la cabeza de elefante y que no se pierdan el efecto sorpresa: algo tontorrón pues la obra se promociona con la cabeza de elefante y las estanterías, por mucho que lo intenten, no son capaces de esconder al elefante. Pobre actriz que se pasa la obra ahí escondida. Muchas cosas ornamentales: no aportan nada, no sirven para nada (ni siquiera son atractivas ni como objetos ni visualmente). Lo mismo pasa con el cartel de Monfragüe y con la caja de luz de una orca saliendo de las aguas. La sobriedad minimalista de espacio rota por un montón de gilipolleces.

1.6. Estoy en contra de las críticas que ven todo como una maravilla que pasará a la historia. ¿Dónde demonios están los espectadores que disfrutan con la obra, se dejan llevar, pero a la vez son capaces de distanciarse?, ¿nos conformamos con lo que sea siempre y cuando conozcamos quien firma?

1.6.1. Lo reconozco: me atrae el trabajo de Sanzol. Pero éste, a mi modo de ver, no es su trabajo más redondo.

1.7. Conclusión: empacho de hongos alucinógenos.

1.7.1. Los 24€ de entrada a la sala pequeña del Valle Inclán sientan como una puñalada en el corazón, para ser más exactos, en el bolsillo de la camisa donde suelo llevar la cartera.

1.8. Ante todo mucha calma.

Otro Perro Paco

facebooktwitter

Carta de un joven imbécil al nuevo director del Teatro Español

de la FuenteHola Juan Carlos Pérez de la Fuente soy tan joven que no sé nada de tu dirección hace años del CDN ni de tu carrera y soy tan imbécil que voy a escribir todo así hoy veía una película de Jean Rouch en el que un hombre calvo le reprochaba a un chaval que la juventud no detuviera la guerra de Argelia y el joven que se estaba quedando calvo le respondía que por qué hostias pensaba que la juventud siempre está disponible será que es cuando sientes más rabia y todo eso te revuelves y haces crees en la acción aunque sea escribir una carta además ahora tenemos tiempo libre lo primero es que no entiendo que alguien dirija dos teatros públicos en una misma vida ni que le dejen la miel del poder y la economía de favores José María Aznar presidente de la Tercera República Española supongo que pensarás que puedes volver a hacerlo bien no entiendo que no pienses que hay que dejar correr el aire nuevos aires sangre nueva aunque claro que he oído hablar de tu dirección del CDN que programaste a Arrabal y a Sastre que eres de derechas me da igual es lo de menos Ana Botella es tu jefa cómo lo llevas me meto en la wikipedia y veo tus montajes como director y si hago una media de los años de las obras me asusto porque no llega a Pina Bausch así que no lo hago qué digo Pina Bausch la media no llega a la transición puta transición española ilusión democrática burros y zanahorias no somos gilipollas no tanto hablando de democracia es la primera vez que abren el proceso de selección para la dirección del Teatro Español no sonaba mal pero luego escuchas los nombres que lo componen y joder estamos locos ya están los de las butacas calientes los de la declamación tomando decisiones España siglo XIX lo peor es que ni siquiera elegían era un comité asesor no somos gilipollas no tanto al final en este país en esta ciudad gobierna el dedazo sería elegante que se hiciera público cómo te eligieron Juan Carlos cómo se tomó la decisión la oligofrénica de Ana Botella no pudo ser no tiene puta idea de nada sería elegante que se hiciera público quién tomó la decisión los otros candidatos tampoco ni de coña por favor Gerardo Vera sobre todo Gerardo Vera no me jodas Gerardo Vera cualquier joven imbécil recuerda su vergonzosa dirección de CDN pensar que Sánchez-Cabezudo era la esperanza se agradece su video a veces dudo de la nueva hornada no hay ósmosis entre el teatrito en mayúsculas y otros códigos ya sabemos lo que pasa cuando los que follan son familia sospecho que el mecanismo por el que se relevan las generaciones escénicas en este país consiste en que la generación que ha agarrado el poder por los huevos crea un nicho de mediocridad a su alrededor y sólo permite que la siguiente entre a formar parte de su corralito si hace voto de mediocridad nadie puede quitarles lo bailado porque nunca han bailado alguien hablará alguna día del daño de momento ha quedado claro que el teatro alternativo es un trampolín al teatro no-alternativo fin de la historia el muro era un bastidor se sale por la izquierda y se entra por la derecha no hace mutis ni Perry Mason ninguna de las últimas direcciones de los teatros públicos alivia la rabia la bola de mierda es inmensa mejor no hablar de Natalio Grueso tu predecesor la presunción de inocencia es un derecho burgués dijo no sé quién y el tipo se va tan ancho sin dar explicaciones somos gilipollas mejor no habar de Mario Gas mejor no hablar de Ernesto Caballero somos gilipollas vuelvo contigo Juan Carlos me he leído tu programa y sólo tengo dudas tu lema es preservar y consolidar y visto lo visto no sé qué quieres preservar y consolidar limpia fija y da esplendor el Teatro Español es un cementerio lo han convertido en un cementerio como los diccionarios y las enciclopedias será difícil elegir quién dará vida a los clásicos con la panda asidua de arqueólogos y jardineros que anda suelta el público ya no distingue entre Gran Vía y Santa Ana les da igual donde ir a tomarse el vino de después el verdadero reto es el compromiso con los nuevos lenguajes escénicos los otros o lo que sea si nos los dejáis entrar romperán el dique cuidado Matadero ha perdido el poco atractivo que le quedaba ya sólo ofrece tercios a dos euros Grueso el imputado incapaz nos ha echado del Manzanares en tu programa sólo aparecen palabras del maldito Fringe riesgo innovación si de verdad que apuestas por la vanguardia escénica no la sigas explotando o se volverá en tu contra espero que lo de las tertulias sobre Teatro y toros sea una broma como lo de atraer a turistas y a empresarios que vienen a Madrid y hacer teatro para adolescentes tienes buen sentido del humor Juan Carlos y te deseo una dirección tranquila del Teatro Español esperamos tu programación pero tienes que saber que los perros y demás fauna también anda suelta y que si sientes el aliento en la nuca es porque de nuevo ocupas un cargo público y que no va a desaparecer porque nos gusta cuidar lo que es nuestro estás invitado a escribir una carta a un joven imbécil para despedirme te pongo la cumbia de Félix Rodríguez de la Fuente que no sé si es tu primo pero por lo menos nos echamos un baile que falta nos hace.

Un joven imbécil

facebooktwitter

¿Quién recibe a quién?

Aviso para el lector: estas líneas son una pedrada a nosotros. Que cada cual analice la cantidad de golpe que le corresponde.

pedrada

Ahora que empezamos a enterarnos de las programaciones para la próxima temporada, la del CDN (analizada por Pablo Caruana en su blog de TEATRON) o la de los Teatros del Canal. Y ahora que sabemos que Pérez de la Fuente será el nuevo director del Teatro Español de Madrid (aquí su proyecto de dirección), y que se tiene que tragar la programación de Natalio, el amigo de Vargas Llosa, hasta enero, me viene a la cabeza una pregunta: ¿quién recibe a quién?, y como consecuencia, ¿quién elige a quién?

El título de esto, que bien podría dar para una serie de artículos, se centra en su primera -y posiblemente única- entrega, en qué puertas están abiertas o cuales están cerradas, cómo se cierran y para quién se abren, qué esperan y qué esperanza pueden tener los que quieren meter en el teatro su hocico. Un amigo mío, tan bromista como borracho, solía decir: para hablar conmigo hay que pedir audiencia; y en el teatro, si pedimos audiencia para hablar con alguien, ¿se nos concede?

Quizá todos aquellos que comienzan y depositan su ilusión en el mundo de las artes escénicas deban depositar más empeño en hacer nuevas amistades, bien conectadas, con su parcelita con vistas y piscina de poder, que en realizar un trabajo riguroso, digno, necesario o como ustedes lo quieran llamar. Véase la ironía. ¿Qué es lo más importante? ¿Quién lee (los) dossieres?, ¿qué programador va a ver espectáculos sin conocer, sin tener ni idea, de sus creadores?, ¿de qué vale las direcciones abiertas del CDN, por ejemplo (y pregunto porque en verdad no sé si cumplen alguna función)?, ¿hasta qué punto nos dejamos sorprender con alguien a quién no conocemos?, ¿hasta qué punto le damos un voto de confianza y por qué no damos votos de confianza a nadie? Hay gente que se deja el pescuezo intentando hacer su trabajo y, a pesar de tener propuestas que no desmerecen de algunas que son cabeza de cartel, no lo consiguen. ¿Por qué?

201212167navarro-dentro

Hay creadores que utilizan para hacer teatro los codos más que la cabeza. Teatro: nido de víboras. Cuando hay poco pan y muchas manos, las manos, en vez de preocuparse por el pan, se preocupan por guerrear con otras manos. Una guerra sucia, falsamente cordial, con las cartas sin levantar. El pan, al final, enmohece. La guerra de los que hablan de la paz es peor que el sopapo limpio. Seamos políticamente incorrectos: mostremos nuestras cartas. Se nos hincha el pecho con palabras como comunidad y somos muy poco comunitarios.

La frase hecha cría fama y échate a dormir, unida a la de los amigos de mis amigos son mis amigos, son los pilares básicos a la hora de hacer programaciones en los diferentes espacios escénicos, ya sean públicos, ya sean privados, ya reciban subvenciones, ya no las reciban. Y sé que esto es una generalidad. Yo mismo me he topado con gente que hace su trabajo como se tiene que hacer su trabajo: con amor a este oficio, con empeño, con las cosas claras. De ahí la aclaración al principio de estas líneas.

Esa otra frase: quien no tiene padrino no se confirma, es una sentencia que no siempre habla de buena salud y buenas prácticas. Podríamos hacer una guía de las malas prácticas en las artes escénicas (se aceptan sugerencias). Por ejemplo, es curiosa la cantidad de estirpes teatrales que pululan por España donde los hijos se convierten en peleles puestos a dedo por sus padres sin ni siquiera saber hacer la O con un canuto. Por suerte no todos los árboles genealógicos teatreros son así.

Hace algún mes leía una noticia/experimento que se llevó a cabo en el mundo editorial y que bien nos puede servir para ilustrar esto de lo que estamos hablando. Alguien cogió un libro de gran éxito editorial, le cambio simplemente el título y lo envío a agentes literarios y editoriales para que estudiasen su posible publicación. Entre las editoriales a las que se envió el manuscrito se incluía la editorial que lo había publicado. Pues bien, de las cientos de editoriales y agentes a las que se envió el libro (un éxito de ventas, crítica y público), tan sólo un agente se interesó en él, un agente que luego desestimó la idea de representar dicho manuscrito. Ni siquiera la editorial que había publicado el libro con gran éxito reconoció el manuscrito. Bien es verdad que para leer todas las propuestas que se reciben hace falta gente y para esto hace falta dinero: pescadilla que se muerde la cola; pero lo poco que hay ¿se reparte como debería ser repartido? Quienes tienen ese trabajo, ¿lo hacen bien? ¿Qué nos estamos perdiendo? Pedimos códigos de buenas prácticas a la instituciones, pero ¿existen códigos de buenas prácticas en nuestro día a día? Y esto no quiere decir que todo el mundo que tenga una propuesta/ocurrencia sea digna de llegar al escenario. ¡Acabáramos! No todo el mundo vale para Ministro, que decía otro amigo.

El caso: no es que las puertas sean pesadas y cuesten de abrir, sino que a veces son muros impenetrables que habrá que romper a martillazos. Leía hace algunos días una columna de Ignacio García May en El Cultural, que terminaba con la siguiente frase de Denise Scott Brown y Robert Venturi (la frase es del mundo de la arquitectura aplicada al mundo del teatro): “¿Por qué siguen creyendo los arquitectos que, cuando ‘las masas ‘se ‘eduquen’, querrán lo mismo que ellos?” La frase encierra dentro de sí una verdad y pone su punto de mira en el snobismo de unos cuantos teatreros. Pero tampoco hay que obviar que no todos tienen las mismas oportunidades, que el espectador no puede elegir platos que estén fuera de la carta y que quién diseña el menú tiene una responsabilidad que no es baladí; y que en muchas ocasiones se pasa por el forro de los huevos. Habría que diseñar algo así como una ética del programador/gestor que esté por encima de enchufismos (y sé que hablo, en cierto sentido, de una utopía) y, en el caso del teatro financiado con dinero público, de ciertos valores económicos. Siempre teniendo en cuenta la importancia que tiene la economía en un sector como el del teatro. La culpa no siempre está en el Ministerio de Cultura (que también): hay compañías, revistas, gestores (ni mucho menos todos)… que han cometido verdaderas tropelías con el dinero de las subvenciones recibidas. No nos engañemos. En todos los sitios cuecen habas. Para regenerarnos (es época de regeneración: se necesita aire nuevo para acabar con tanto anquilosamiento) regeneremos el sector desde dentro, en primer lugar. Una parte del enemigo del teatro está dentro del teatro. El gusano está también dentro de la manzana. No demos balonazos al aire. Démonos balonazos a nosotros mismos y afinemos bien la puntería para lo demás.

carpocapsa-pomonella-01

Basta ya de que se nos llene la boca de palabras como compromiso, responsabilidad, buenas prácticas, etc. y luego seamos los lobos que están desangrando al teatro. Los caníbales. No se puede estar en misa y repicando. Tal vez esto sea por eso de las máscaras y tal y cual.

Ya decía mi madre aquello de la paja en el ojo ajeno y la viga, y también decía: un día te irás a echar mano a una oreja y no te llegarás a la otra. Pues eso. Tal vez necesitamos un FíltralaRecogiendo la frase citada por García May, y para terminar (aunque me deje muchas cosas) quizás los primeros que deban educarse sean los teatreros, profesión acostumbrada a todo de tipo de chanchullos más que cuestionables (como otras, es cierto); seguro que luego haría menos falta eso de educar a los demás.

Otro Perro Paco

facebooktwitter

La carta de Rodrigo y el problema francés. Me siento como una mierda.

Yo me siento como una mierda, tú te sientes como una mierda, él se siente…

Cruda, vuelta y vuelta, a punto, chamuscada. Fot. Christophe Raynaud Delage. Fotografía Christophe Raynaud Delage

Los intermitentes franceses llevan calentitos los últimos meses pensando que les van a quitar la intermitencia. Pueden leer las noticias aquí y acá. Resumiendo: el Estado está en banquita rota, la derecha nacionalista asciende y la Francia no sabe qué hacer. Bueno sí, piensa en quitar la intermitencia a ver si saca cuartos de debajo de las piedras. Los intermitentes no están contentos y han ido a la huelga.

Rodrigo García, enfant terrible del teatro español, hijo predilecto en Francia y ahora director del CDN de Montpellier escribió un mail público que todavía está en la portada de la web del teatro. Ahora lean -y piensen-: la carta de Rodrigo y la contestación a la carta de Franck Ferrara.

CARTA DE RODRIGO GARCÍA A LOS ACTORES, TÉCNICOS Y TODO EL EQUIPO (16 PERSONAS) QUE PARTICIPAN EN LA OBRA GÓLGOTA PICNIC

Queridos amigos,

Como podéis ver, este mail ha sido escrito a las 3 de la mañana del cinco de junio y no porque he estado de fiesta, simplemente no conseguía dormir.
Las representaciones deGólgota Picnic han sido anuladas.

Esto se parece a lo que algunos de nosotros vivimos en 2003, teníamos funciones previstas en Avignon y al final nos quedamos en casa porque el festival fue anulado por el boicot de los intermitentes del espectáculo que reivindicaban sus derechos.

Hoy, once años después, el mismo hecho tiene lugar. Los intermitentes mantienen un combate contra el Estado francés y preparan huelgas para protestar porque han tocado sus derechos.

Comienzan por boicotear el primer festival de primavera-verano del sur de Francia: Las Primaveras y si las cosas no se arreglan seguro continuarán con el Festival de Montpellier Danza y terminarán quizá por obstruir el de Avignon, como en 2003, a menos que el gobierno ceda y negocie.

Yo, en nombre del CDN, he prestado hace ya tiempo la sala grande del teatro a los intermitentes para su primera Asamblea General.

Yo, en nombre del CDN, he firmado hace dos días una carta en apoyo a los intermitentes dirigida al Primer Ministro Emmanuel Valls.

Yo, esta mañana, tenía una reunión en el DRAC con otros 18 directores que forman parte -como yo- de eso que se llama comité de expertos: nos reunimos para debatir sobre compañías regionales que obtendrán subvenciones. Hemos decidido esta mañana no hacer nuestro trabajo y unirnos a la huelga y hemos redactado una carta a favor de los intermitentes.

Yo, esta tarde, he decidido que anulábamos Gólgota Picnic en un gesto de apoyo a los derechos de los trabajadores franceses a los que llamamos “intermitentes del espectáculo”.

Cuando explico, a otros, que uno de los actores de nuestra compañía (Gonzalo Cunill) ha renunciado a un trabajo de varias semanas en España sólo para hacer tres funciones de Gólgota Picnic en Montpellier, no le interesa a nadie.

A nadie le importa saber que otros sufren económicamente por todo esto.

Que se vayan al carajo, los artistas y técnicos españoles, italianos y portugueses de nuestro equipo, ellos que no reciben ninguna ayuda del Estado cuando no trabajan porque no trabajan en Francia, Bélgica o Suiza.

A todo el mundo le importa un bledo. A causa de esta cancelación, todo el equipo de Gólgota Picnic pierde la oportunidad de hacer un trabajo y ganar un salario para vivir con sus familias, a todo el mundo le importa un bledo que vengan de países en crisis donde no hay trabajo.

Los intermitentes franceses defienden sus derechos con un egoísmo pronunciado y no se preocupan de lo que pasa a su alrededor.

Es digno de estudio antropológico; a veces todo tiene un aire tan primitivo, como en Tristes trópicos de C. Lévi-Strauss. También hay que decir que la asamblea de esta tarde ha tenido sus momentos estalinistas, que me han parecido oscuros y patéticos. Y sin embargo, yo estoy con ellos. Los apoyamos.

Además: nadie se ha dado cuenta del gran perdedor: el público, los ciudadanos, sus vecinos, los profesores de sus hijos o los médicos que los curan, es decir, el público que, cuando deja de ser profesor o médico, va al teatro. Que se vayan al carajo. Este verano se quedarán en casa a echar un solitario o irán a pasear al Odysseum, porque no habrá ópera, ni teatro, ni danza.

El debate sociológico y filosófico sobre este tema sería interminable y no quiero comenzar a discutir en este mail que escribo solamente para comunicaros la mala noticia de la cancelación.

Como director de una institución, me he posicionado en uno de los dos campos, el de los intermitentes del espectáculo, que han sido traicionados por el gobierno socialista. Hollande no ha mantenido sus promesas. La ministra de cultura le pasa la patata caliente al ministro de trabajo que se niega a echarse atrás.

Al tomar esta decisión, me siento en el plano personal como una mierda, porque no podemos hacer nuestra obra en junio como estaba previsto (habíamos recibido tantas solicitudes de entradas que habíamos ampliado a una tercera función) y que vosotros, como yo, nos vemos privados de un primer contacto artístico con la ciudad de Montpellier.

Supongo que mi decisión de cancelar la obra y de situarme al lado de los intermitentes no agradará mucho al Ministro de trabajo. Supongo que esta carta, que hemos decidido hacer pública, no agradará mucho a los intermitentes del espectáculo. Muy bien, recibiré bofetadas de ambos lados. Por lo menos he dicho lo que tenía que decir. Creo indispensable decir que la gente que -y es su derecho- tira por los suelos un festival debe tomar conciencia de los “daños colaterales”, porque los hay, y no los menos.

No merece la pena decir que las trescientas personas que estaban en la Asamblea esta tarde me han aplaudido cuando he anunciado que no haría Gólgota. Me he sentido y me siento como una mierda. Porque amo mi trabajo.

Os volveré a escribir pronto para saber si es posible presentar Gólgota Picnic más tarde. Veremos. Porque esta cancelación afecta, y mucho, la economía precaria de nuestro pequeño CDN que tiene la ambición de crecer y modernizarse.

Rodrigo

4MUERTE_Y_RENCARNACION_EN_UN_COW_BOY_copyright-christianberthelotFotografía Christian Berthelot

A los pocos días en varios medios de comunicación apareció una respuesta del actor Franck Ferrara.

CARTA DE FRANCK FERRARA A RODRIGO GARCÍA

Hola Rodrigo,

Te conozco, conozco tu trabajo, te admiro por lo que haces y lo que defiendes en este arte que también es el nuestro. Te ruego que creas en mi amistad y mi sinceridad. Por mi parte, tú no me conoces y no puedes admirarme, pero da igual. Por lo contrario, cuando leí tu carta, me puso contento que te sintieses como una mierda, porque quiere decir que sientes un poco eso que yo siento después de diez años de lucha.

Porque yo también me siento como una mierda. Como una mierda cuando debo aceptar hacer mala figuración a dos horas en coche desde mi casa, sin que te paguen la gasolina. Como una mierda cuando tengo que sonreír para ver si encuentro un papel que nunca encuentro porque siempre es demasiado tarde. Como una mierda cuando doy talleres a chavales que se la sopla y que consideran el teatro como una buena razón para saltarse las clases, aunque yo sepa que comencé en el teatro como ellos. Como una mierda cuando mi familia me pregunta por qué no soy ya una estrella, por qué no salgo en la televisión, porque no hago cine. Como una mierda cuando les respondo que no quiero volverme comercial y que se rían en mi cara mientras me dicen que hoy todo el mundo lo hace. Como una mierda cuando los espectáculos que monto con mis compañeros no hacen gira porque no llegan por aquí o se pasan por allá. Como una mierda cuando llamo diez veces a un director para que acepte leer mi pobre dossier, como una mierda cuando entiendo que le importa un carajo mi trabajo y que cree ser mi padre. Como una mierda cuando comprendo que ese mismo director está cogido por los huevos y que sus subvenciones se ven reducidas año tras año. Como una mierda cuando aplaudía en la huelga con lágrimas en los ojos sabiendo que ese será el único modo de hace avanzar las cosas porque en este país, hoy, sólo las estúpidas demostraciones de fuerza logran cambiar las cosas. Como una mierda cuando he leído tu carta y me he dicho: tiene razón, ¿qué estamos haciendo? Como una mierda delante de gente que habrá leído tu carta y me dirá: “¡No tienes vergüenza, especie de gandul, impedir a la buena gente ir a distraerse al teatro!” ¡Como una mierda, tío! Una pequeña mierda que le importa un carajo a todo el mundo… que actúe, que no actúe… que sea artista o no, intermitente o no…

Pero Rodrigo, lo que hemos hecho hoy, lo que intentamos hacer, es para ti, es para todos tus amigos que volverán a actuar la próxima vez en tu teatro o en otros, es para todos aquellos que pueden decirse artista, técnico u otra actividad en el Arte. Es un oficio, no un pasatiempo, UN PUTO OFICIO, que podamos poner en la mesa delante de la suegra para que se calle la boca, delante de todos los que creen que el teatro son vacaciones, o simplemente escribir “intermitente del espectáculo” en cualquier documento que tenga tu oficio en vez de escribir “parado” porque es lo que somos oficialmente de nuevo, te recuerdo. Ya acabo…

La próxima vez que nos quieras decir algo, ven a hablarnos en vez de enviar una carta y mandarnos a la mierda, nuestras Asambleas Generales son caóticas, pero por lo menos nos expresamos, si tú lo haces mejor, si sabes más, ven y explícanos tu método.

Hace diez años que hacemos dossieres, que estamos ahí, que no soltamos la cuerda, porque sabemos que nuestras propuestas son justas, porque sabemos de lo que hablamos, porque sabemos lo que es anular un espectáculo, ¡ANULAR UN ESPECTÁCULO! Como reventar una fábrica o inmolarse en fuego o tirar por los suelos muchos meses de trabajo. ¿Es arcaico y estúpido? Pero es la única forma de luchar con una política arcaica y estúpida, es la única forma que nos queda después de TODAS LAS TENTATIVAS de diálogos, de encuentros, de propuestas.

La única acción que nos queda, el “Teatro”, para hacernos entender… y sin nosotros, no habrá más teatro… Más teatro libre, independiente, comprometido o caótico como nuestras Asambleas Generales o también tú teatro… El teatro para hacerse entender, para luchar, para intentar mejorar este país que se va al garete, para hacer oír la voz de los parados, los precarios, los temporales. No me enfado contigo, Rodrigo, pero la próxima vez, reflexiona un poco antes de escribir una carta a las 3 de la mañana, mi suegra las lee… Sabes dónde encontrarnos, Rodrigo, hasta pronto.

Franck Ferrara

Actor, escenógrafo, director, pedagogo, sustituto, profesor, intermitente del espectáculo y parado.

Le chien andalou

facebooktwitter