Historia natural de Matarile Teatro. Fotografía: Baltasar Patiño.
Contra lo que pueda parecer, además de la lengua como base de una cultura diferenciada como es la gallega, hay otros índices en los que radica lo que podríamos llamar idiosincrasia gallega. La cultura es un constructo y un acúmulo de componentes que derivan, fundamentalmente, de un paisaje, una orografía, un climatología y una historia o historias comunes y específicas. La lengua no es más que la representación léxica, fonética, gramatical y musical de una realidad específica que ha sido nombrada desde tiempos inmemoriales.
La hierba y los frutos y hortalizas que, entre otros elementos, aparecen en los espectáculos de Matarile Teatro, son una marca sutil y simbólica de un paisaje cultural en el que también se encuadra esa conciencia de periferia que, por no ser centro, condena a Galicia desde hace muchos siglos de doma.
Del mismo modo podría analizarse la composición de personajes (la retranca, la morriña, un cierto existencialismo vitalista) y los ambientes de una buena parte de la dramaturgia de Valle-Inclán, aunque las palabras de sus obras estén en catellano, la música que las anima es gallega. Y la música, el movimiento, la luz, el panteísmo que proyecta y anima la naturaleza excelsa de este país, con base en el Antigo Reino de Galiza, también forman parte de una cultura diferencial que sigue presente en las últimas tendencias de las artes escénicas gallegas.
Este es un tema para desarrollar y estudiar pormenorizadamente. En estas letras solo se tocará de manera tangencial para abordar los tres pies sobre los que bulle la marmita del teatro posdramático gallego. A manera de captatio benevolentiae quiero pedir disculpas, de antemano, por el reduccionismo esquemático que implica esta exposición.
Según mi modo de ver hay tres compañías que, desde hace décadas, han depurado una poética teatral próxima a lo que Hans Thies Lehmann ha analizado bajo la amplia denominación de “teatralidades posdramáticas”.
En primer lugar MATARILE TEATRO de ANA VALLÉS y BALTASAR PATIÑO, con dramaturgias en las que siempre se revela una honda necesidad y amor. Espectáculos en los que la performance más física y plástica configura el elemento principal de atracción y de sentido (más allá del significado), dentro de una polisemia tan rica como el conjunto de acciones disyuntivas y heterogéneas que se dan cita en sus obras. El concepto de “evento”, de “encuentro” real (no “realista”, insisto, sino “real”) y verdadero con la espectadora y el espectador concretos son una de las marcas de la casa. Sin imposturas, sin ampulosidades, sin pretenciosidad… desde una honestidad asombrosa.
La acción lumínica, la acción sonora, los materiales textuales diversos presentados a través de la acción verbal, la acción coreográfica, la acción objetual, la caracterización, los juegos de simulacro… dan lugar a espectáculos de fuerte impacto estético y emocional. Llama la atención, además, la dimensión existencialista y filosófica que, unida a un vitalismo de honda raíz gallega, siempre alienta en las obras de MATARILE TEATRO.
Hace bastantes años la SALA GALÁN y el FESTIVAL EN PÉ DE PEDRA, en Compostela, ambos organizados y programados por MATARILE TEATRO, fueron la cuna de la DANZA CONTEMPORÁNEA GALLEGA y del TEATRO-DANZA que después ha ido desarrollándose con muy pocos apoyos públicos. Es lamentable que los responsables de las instituciones culturales y artísticas gallegas no se hayan dado cuenta aún de que Ana Vallés es la persona más indicada para la dirección artística del CCG (Centro Coreográfico Galego) y que, con ella al frente, una buena parte de las artes escénicas más vanguardistas de Galicia podrían comenzar a progresar y a internacionalizarse. Pero… Aquí, por estos lares, la miseria suele ganarle a la inteligencia.
El segundo pie sería el GRUPO CHÉVERE con Xesús Ron, Patricia de Lorenzo, Miguel de Lira, entre los que están prácticamente desde los incios. La SALA NASA de Compostela, ahora ya cerrada, las ULTRANOITES, una especie de cabaré pop y bravú y sus espectáculos de creación colectiva, de fuerte calado político y en un tono preponderantemente cómico, son otro caldo de cultivo para muchas generaciones de teatreras y teatreros de Galicia. Sus parodias y caricaturas, sus simulacros y musicales, no dejan títere con cabeza, pero siempre desde el humor inteligente y el compromiso con la sociedad del momento.
Su declaración de intenciones es clara: “Chévere se inclina siempre del lado del juego, de la invitación, del goce, de lo inmediato y de lo genuino en vez de inclinarse hacia profundidades psicológicas, gestos aprendidos, impostación […] Chévere rechaza la tradición del teatro bien hecho (la tradición, no el teatro) y los parámetros establecidos a este respecto, que substituye por un lenguaje propio. Chévere ignora el tópico del acto creador y la manifestación gestual del sujeto y renuncia a la categoría de autor. Su práctica no respeta las prácticas establecidas por el teatro tradicional, por la vanguardia o por la crítica. Contrapone el mal gusto, lo banal, lo inacabado, lo fragmentario y el pastiche al teatro dominante, aspecto enfatizado por su repertorio iconográfico (los símbolos de la cultura globalizada imperante, pero también los de la cultura muy local) y dramatúrgico (narrativa de género, pero también práctica performática, plástica, sonora, visual, poética)…”
El tercer pie sería el sello de “teatro perralleiro” acuñado por QUICO CADAVAL, que, en realidad, se trata de un tipo de teatro-fiesta en el que prima lo dionisíaco por encima, o por debajo, de lo dramático. Esto se pudo comprobar en su dramaturgia y escenificación de Noite de Reis de W. Shakespeare para el CDG (Centro Dramático Galego) en la época que asumía la dirección artística de esta institución Cristina Domínguez. También en sus trabajos con el dúo MOFA & BEFA. Una comicidad de hechura galaica que mezcla ingenuidad y malicia, procacidad violenta y ternura.
También sus espectáculos con PRODUCIÓNS EXCÉNTRICAS, como Shakespeare para ignorantes, juegan con ese tono de comicidad altamente lúcida y con una afirmación del juego teatral, en el que el show y el entretenimiento, la fiesta escénica, siempre están garantizados, ya sea de manera explícita, ya sea de manera escondida tras la representación de alguna obra de repertorio.
Estos tres pies, a los que se suma la ESAD (Escola Superior de Arte Dramático) de Galicia, con el fuego indómito que brota del eje atlántico, sostienen la marmita del teatro posdramático gallego en el que ya brillan con luz propia otras jóvenes compañías.
Afonso Becerra de Becerreá